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Isabel II se reúne con su gran amor, Felipe de Edimburgo, un año después de decirle adiós

Durante 73 años, Isabel II encontró en su marido, Felipe de Edimburgo, su "fuerza" y su "apoyo", tal y como lo definió con motivo de su 50 aniversario de boda. Ahora, un año después del fallecimiento del Duque en el castillo de Windsor el 9 de abril de 2021, la Reina ha vuelto a reunirse con su gran amor, la persona que estuvo incondicionalmente a su lado y con quien formó una gran familia. "Él es su roca, de verdad, y ella es la suya", ha llegado a asegurar la princesa Eugenia, nieta de la pareja. Se podría decir que el duque Edimburgo estuvo presente en la vida de Isabel II casi desde siempre. La primera vez que se vieron fue en 1934, cuando la Reina, todavía una niña, acudió a la boda de uno de los tíos, el duque de Kent, con la princesa Marina de Grecia, prima de Felipe de Edimburgo, que por entonces tenía 13 años. En 1939, cuando la familia real visitó la Royal Naval College en Darmouth, volvieron a reencontrarse y la entonces aún Princesa, de 13 años, quedó prendada del apuesto marino en el que se había convertido el duque tras entrar a formar parte de la Marina Real británica.

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Isabel II y Felipe de Edimburgo, el día de su compromiso
Isabel II y Felipe de Edimburgo, el día de su compromiso

-Isabel II recuerda las palabras que dedicó a su marido en una significativa fecha

Lo que comenzó siendo una relación epistolar acabó en un compromiso oficial anunciado el 9 de julio de 1947 que dio paso a una boda celebrada en la Abadía de Westminster el 20 de noviembre del mismo año. Una celebración más bien austera y sin el boato de otros enlaces reales ya que Europa aún se recobraba de las heridas de la II Guerra Mundial. El almuerzo, para unos 150 invitados, se compuso de pescado, perdices cazadas en las fincas reales, helado y la tradicional tarta nupcial de 4 pisos. Se da la circunstancia de que Isabel II, de 21 años, incluso tuvo que recolectar cupones de ropa para que le pudieran confeccionar su vestido, al igual que hacían las demás novias inglesas en un país hundido todavía por la contienda bélica. Pero a buen seguro que nada logró enturbiar la felicidad de la pareja ese día tras la larga espera y los obstáculos que superaron para darse el ‘sí, quiero’.

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Isabel II y Felipe de Edimburgo
Isabel II y Felipe de Edimburgo

El duque de Edimburgo tuvo que escuchar los comentarios que aseguraban que no era el adecuado por su escasa capacidad financiera, ya que su padre, el príncipe Andrés, tuvo que exiliarse de Grecia, y los que afeaban la relación de sus hermanas con nobles alemanes nazis. El príncipe Felipe se vio obligado a renunciar a su religión, a sus títulos de Grecia y Dinamarca, a su ciudadanía, convirtiéndose en ciudadano británico, y a que sus hijos llevaran su apellido para poder compartir su vida con la mujer que amaba. La luna de miel de los recién casados también se adaptó a las circunstancias del momento y en lugar de por lugares lejanos, optaron por pasarla en Birkhall, una residencia situada en los terrenos de Balmoral, y en Broadlands, Hampshire, el hogar de Lord Mountbatten, quien fue como un segundo padre para Felipe de Edimburgo.

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Isabel II y Felipe de Edimburgo, en Malta
Isabel II y Felipe de Edimburgo, en Malta

-Felipe de Edimburgo, una vida marcada por la marina

Apenas habían pasado 3 meses de la boda cuando Isabel se quedó embarazada y el 14 de noviembre de 1948 la pareja dio la bienvenida a su primer hijo y heredero de la corona, el príncipe Carlos. Dos años más tarde vendría al mundo la princesa Ana. En los primeros compases de su matrimonio, trataban de llevar, salvando las distancias, la vida normal de un oficial de la Marina Real y su esposa. Incluso entre 1949 y 1951 el matrimonio se trasladó a Malta, donde Felipe fue destinado como segundo al mando del destructor HMS Chequers.

Poco duró el espejismo. El empeoramiento de salud de Jorge VI, enfermo de cáncer, hizo que el duque de Edimburgo tuviera que dejar Malta para estar junto a su esposa. La muerte del Rey el 6 de febrero de 1952, que la pareja conoció estando de viaje en Kenia, supuso el gran cambio en la vida de ambos. Felipe jugó un papel fundamental en uno de los momentos más importantes para Isabel. Fue nombrado presidente de la Comisión de la Coronación y se encargó de los preparativos del histórico día. A partir de entonces debió aprender a cómo ser consorte de la soberana. "Tuve que tratar de apoyar a la Reina lo mejor que pude sin interponerme en su camino. La dificultad fue encontrar que hacer y ser útil", explicaría años después.

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Isabel II y Felipe de Edimburgo con sus cuatro hijos
Isabel II y Felipe de Edimburgo con sus cuatro hijos

Isabel II recuerda las palabras que dedicó a su marido en una significativa fecha

Cuando llevaba ya siete años en el trono, Isabel II tuvo su tercer hijo, el príncipe Andrés, y en 1964 llegó al mundo el benjamín de la familia, el príncipe Eduardo. A diferencia de la vida pública, donde el duque de Edimburgo siempre estaba dos pasos por detrás de la Reina, en la esfera familiar su papel no fue secundario, todo lo contrario. Felipe fue quien influyó en la educación y disciplina de sus hijos. Con el paso de los años, la familia se fue ampliando con la llegada de ocho nietos y doce bisnietos (los dos últimos nacidos tras la muerte del Duque).

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Isabel II y Felipe de Edimburgo, durante un viaje a China en 1986
Isabel II y Felipe de Edimburgo, durante un viaje a China en 1986

Aunque, como todo matrimonio, tuvieron sus altibajos, Felipe de Edimburgo siempre fue el brazo al que aferrarse cuando Isabel II debía enfrentarse a las polémicas o duros momentos en los más de 70 años que compartieron. Estuvo a su lado cuando las críticas arreciaban tras la muerte de la princesa Diana de Gales o cuando la soberana perdió, con apenas unas semanas de diferencia, a su hermana Margarita, y a su madre, la reina Elizabeth. Del mismo modo, en los últimos años, tuvieron que capear juntos el temporal tras las acusaciones de abusos al príncipe Andrés y enfrentar la salida del príncipe Harry, del que se dice era el nieto favorito de la monarca, y Meghan Markle como miembros senior de la Familia Real.

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reina-beso-getty
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Mano a mano desde sus diferentes palacios vieron cómo cambiaba el mundo desde esa dolorida Europa en la que se dieron el 'sí, quiero' hasta una actualidad en la que Isabel II hacía recepciones por videollamada, pasando por la llegada del hombre a la Luna. El fallecimiento del duque de Edimburgo dejó la estampa de una Isabel II sola y triste en el último adiós a su marido en el capilla de San Jorge. Sobre el ataúd, una nota manuscrita por la soberana en la que se leía: "En memoria del amor". Había perdido a su compañero de vida.