Isabel, la novia del vestido de seda con escote 'halter' y manga larga para su boda en Madrid
Para nuestra protagonista de hoy, Isabel, fue importante tener en mente tres puntos claves para de dar con el vestido de novia; el suyo lo creó Romancera con tan solo una prueba de boceto a mano alzada. Un look que nació en la primerísima cita en el taller con la diseñadora "cuando me mostró el boceto, quedé alucinada. No había detalle que no hubiera contemplado, todo estaba pensado y pintado. Me pareció realmente un arte poder hacer semejante trabajo", recuerda emocionada. Lo llevó el pasado 8 de septiembre de 2024 para pronunciar el 'sí, quiero' a Blas en la iglesia del Bautismo del Señor de Madrid, y tras más de cinco años de relación, aunque se conocieron mucho antes (¡en una barbacoa!), comenzaron a formar la familia con la que siempre se habían imaginado.
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"Lo único que tenía un poco claro era que me apetecía casarme con un vestido de seda que tuviera movimiento y que, en la medida de lo posible, tuviera un cuello alto cerrado con manga un poco suelta", explica. Esta madrileña buscaba algo desenfadado, ligero pero sobrio y elegante, ya que por normal general suele ir con prendas holgada. "Sabía que el día que me casara quería ir así también", razona sobre cuál fue el hilo conductor para dar luz al diseño más especial que guarda en su armario.
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Los puntos claves para crear el vestido de novia
Como comentábamos al inicio, para ella era primordial que reflejara su personalidad y trasmitiera su autenticidad siendo coherente con su estilo personal, tanto en el día a día como en eventos más relevantes. Además, también prestó especial atención a los tejidos, "creo queconocer qué tipo de tela trabaja cada diseñador es clave para poder elegir", dice.
Sin olvidar el último punto, y quizás el más importante , "tener feeling con el diseñador, porque va a ser la persona que va a trasladar tus ideas, y tu look soñado en una pieza única para un día único". Y cuando dio con el equipo de Romancera, todo comenzó a florecer.
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Nos cuenta que llegó al atelier junto a su madre, allí conoció a Tamara y le contó las ideas mezcladas que tenía en la cabeza. "Entendió perfectamente lo que buscaba y pudo ordenar lo que en mi cabeza era un auténtico caos. Tuve una conexión con ella brutal, en menos de una hora supo leerme perfectamente que tipo de persona era, qué personalidad tenía y qué estilo de vestido quería", dice sobre el papel fundamental que tienen estas expertas en aguja e hilo que nos ayudan a asentar y llevar a la realidad lo que recorre nuestra imaginación.
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La pasión por los tejidos
Isabel estaba enamorada de los tejidos con los que trabajaba, "desde siempre me ha encantado fijarme en los tipos de tela y aunque no soy ninguna experta, valoro mucho el trabajo delicado que se da a una prenda, los drapeados, plisados y las maneras de trabajarla me alucinaba. Tamara me enseñó muchos de los trabajos que había hecho, y lo que más me llamó la atención fue que todos eran de seda. Trabajar la seda de esa manera me parecía un arte, y en ese momento supe que tenía que hacerlo con ella".
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Tenía tres cosas claras: la tela, el tipo de escote y las mangas amplias. "Siempre suelo llevar cuello alto o tipo halter, sin importar si estamos en verano o en invierno, me siento más estilizada. Además, como soy muy activa y nerviosa, veía importante que tuviera movimiento", cuenta. "Cuando expliqué que me apetecía un vestido desenfadado, ligero pero elegante y sobrio, ella se rió y me dijo: ‘Sé perfectamente a qué te refieres. Quieres algo con mucho trabajo de tela, con una mezcla de diferentes sedas, pero que parezca simple y sobrio'. Eso era exactamente lo que estaba buscando. Recuerdo que al irnos, me dijo: ‘Te voy a crear algo muy especial que creo que va a encajar perfectamente contigo'”.
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Un escote 'falso'
Tamara le propuso un falso halter, "pensaba que mangas y escote alto no encajaban del todo conmigo para una boda en septiembre. Jugó con diferentes telas, transparencias y acabados, manteniendo mi idea original de cuello alto y mangas amplias, pero de una forma más ligera. También sugirió un diseño con dos V invertidas: en la parte delantera, el drapeado cubría el pecho y terminaba en el escote, mientras que en la parte trasera, la V en satén llevaba el peso y el interior era lo que estaba drapeado. La falda interior y el escote también eran de satén. Las mangas de bambula (una seda fina y casi transparente), con puños de organza para un toque final" describe sobre esta obra de arte.
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Nuestra protagonista no optó por un segundo look, y tampoco por una opción convertible. "Quería que cambiara un poco después del cóctel y al entrar en la cena. La cola salía de los laterales de la espalda y estaba hecha de tres tipos de telas diferentes que se cruzaban y caían de forma asimétrica. Cubría completamente la V invertida, así que al quitarla, ¡cambiaba! Con todo el trabajo de diseño y las telas utilizadas que había detrás, no quería que perdiera ese valor", explica.
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La diseñadora, Tamara, también nos desvela la inspiración tras este atuendo blanco que hoy ocupa nuestras líneas. "Isabel quería un vestido que transmitiera sencillez pero en el que la mezcla de texturas y los detalles jugasen un papel fundamental. Lo único que me pidió fue un cuello especial y manga 100%. Los cortes en el patrón armonizaron todo el conjunto. Jugar en aquel momento con un halter con manga era muy novedoso y en ella era un acierto ya que le enmarcaba mucho el hombro y le estilizaba una barbaridad. Es de crepé satén de seda velado con bambula de seda y con una organza de seda stroppicciato en mangas. El cuerpo y la espalda están trabajadas con un plisado drapeado de bambula rústica de seda, y los detalles de cuello y mangas con bieses volados de diferentes texturas añaden el punto de drama justo al look. La guinda fue sin duda una pieza postiza cruzada en espalda con varias capas y asimetrías creadas con muselina de seda y voilé de seda que aportaba mucho movimiento", explica.
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El velo de su abuela
Sobre las tradiciones que formaron parte del gran día, hubo un detalle muy especial que le conectó con su pasado. "Usamos el velo con el que se casó mi abuela para la velación en la iglesia. Fue uno de los momentos más especiales de la misa, ya que el sacerdote nos bendijo como la nueva familia que acabábamos de formar, y hacerlo con el velo de mi abuela lo hizo aún más especial para mí"
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Le preguntamos sobre las joyas por las que se decantó para la boda, a lo que nos responde. "Llevé la sortija que Blas me regaló cuando me pidió matrimonio. Es un anillo con un zafiro azul intenso de forma oval y rodeado de diamantes blancos. Los pendientes los diseñó mi suegro, son un tres piezas con zafiro azul rodeado de diamantes blancos, del que caen cinco diamantes en vertical que terminan en una perla en forma de pera. ¡La luz que aportan en la cara es increíble!".
Y el detalle que marca la diferencia... "No quería llevar velo para no recargar el vestido, pero si me apetecía darle un toque especial al recogido, así que decidí ir con tres estrellas doradas de M de Paulet en forma vertical", que colocó sobre el moño de bailarina.
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Un moño de bailarina para Isabel
Para el maquillaje y el peinado contó con María Serrano, a quien ya tenía fichada desde hacía un tiempo, "la manera que deja a las novias pintadas de esa forma tan natural pero con color y mucha luz, me encantó desde el primer momento que di con ella". Lució un moño de bailarina ya que es de los recogidos que suele llevar en bodas cuando luce un vestido con mucha importancia, y en este caso Isabel quería ir muy sencilla en términos capilares, ya que el look lo decía todo. "Estuve todo el año preparándome el pelo y el color con Gabriel Llano, y él, al saber que tipo de recogido me iba hacer, me degradó el color debajo de la coleta para que tuviera un tono más bonito".
Sobre el maquillaje nos cuenta que buscaba naturalidad, "pero sí con los ojos un pelín más marcados de los normal, ya que al ser una boda de tarde me apetecía ir un poco más marcada".
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Tanto el ramo como la decoración de la iglesia y la finca estuve a cargo de El taller de Lucia, "¡no nos pudo gustar más como quedó todo. Tengo un gusto muy concreto con las flores y sabía que tenía que ser algo natural de estilo campestre. Me encanta el brezo y justo septiembre es su época, por lo que me apetecía que fuera en esos tonos burdeos, verdes y algún blanco", describe el que consideramos una de los combinaciones más bonitas de la temporada.
"El ramo se lo dí a mi madre, ya es una de las personas más importantes para mí, siempre está ahí y siempre me ha apoyado y acompañado en todo. Se lo dí con Si los hombres han llegado hasta la luna de Siempre Así, es la canción que nos cantaba cuando éramos pequeños", recuerda.
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La historia de amor
Los caminos de Isabel y Blas se cruzaron hace casi una década, en una barbacoa para celebrar el cumpleaños de una amiga en común, allá por 2015, pero no fue hasta 2018 cuando realmente se conocieron. "Me sorprendió lo iguales que éramos y los gustos tan parecidos que teníamos, pero ese día no le presté mucha atención ya que mi cabeza estaba centrada en acabar la carrera y presentar el TFG", reconoce entre risas.
Nos sigue contando sobre su historia de amor: "A los pocos días de haber coincidido en el cumpleaños, Blas se dejó caer por la biblioteca donde yo solía estudiar de manera 'sorpresa', o por lo menos sorpresa para mi. Fue a partir de entonces cuando empezamos a quedar. Después de varias semanas saliendo, nos dimos cuenta de que habíamos coincidido en aquella barbacoa del 2015, pero como digo yo, 'los planes de Dios son perfectos y no debió de ser el momento'".
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Cinco años después de iniciar un precioso noviazgo, quisieron dar un paso más allá, a lo que le preguntábamos si casarse había formado parte de sus planes de futuro. "Siempre lo tuve en mente, pero no fue hasta que hicimos un viaje a Costa Rica con unos amigos que sentí esa sensación de hogar y familia como nunca antes. No me imaginaba hacer un viaje así sin él. Fue ahí cuando me di cuenta de que quería compartir toda mi vida con él y empezar ya la aventura del matrimonio juntos".
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Se casaron el pasado 8 de septiembre de 2024 en la iglesia del Bautismo del Señor en Madrid, pero no fue su primera opción. "No conseguimos la iglesia a la que solemos ir los domingos, por lo que empezamos a barajar otras opciones. Para mí era muy importante que el lugar donde nos íbamos a casar fuese especial para alguno de los dos. Al final a Blas se le ocurrió casarnos en la parroquia del Bautismo del Señor, una muy especial para él ya que era la que iba a misa con su abuela cuando era pequeño y además el sacerdote que nos casaba, por lo que no dudamos en elegirla cuando fuimos a preguntar si había disponibilidad. Yo siempre digo que la abuela de Blas quiso que nos casáramos ahí, y la verdad que no se equivocó, lo pasamos muy bien en la misa y disfrutamos mucho los dos".
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Esta pareja tenía claro que quería celebrarlo a las afueras de Madrid, con un toque campestre y rural, por lo que optaron por el grupo El Mentidero. "Hablando con el catering nos comentaron que hacía unos meses acaban de abrir un nuevo espacio, Saudade y que creían que iba a encajar muy bien con lo que estábamos buscando. No fallaron, fue ver la finca y tuvimos la sensación de saber que era nuestro sitio. Era todo lo que buscábamos, nos permitía tener la sensación de estar en el campo, el jardín estaba muy cuidado y el comedor quedó totalmente como un cuento. Los techos están recubiertos y El Taller de Lucia lo iluminó con velas consiguiendo una sensación muy acogedora dejándolo precioso" comenta.
Además, la acuarela de la invitación se encargó una de sus buenas amigas, al igual que de los meseros y el seatting plan con la temática de los restaurantes que más les gustan a Isabel y Blas. "¡Un trabajazo brutal que siempre vamos a tener de recuerdo! Otra amiga mía, que es arquitecto, nos hizo los mapas de la invitación. La verdad que mis amigas son muy artistas y que nos ayudaran con estos detalles es algo que nunca nos vamos a olvidar".
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Una anécdota para el recuerdo
"Uno de los momentos en los que más me reí en la boda fue durante los votos. Estuvimos preparando el matrimonio y la boda con el sacerdote que nos casaba, y nos recomendó que nos aprendiéramos los votos para que así cuando llegara el día estuviéramos tranquilos. Eso hicimos, estuvimos varios días practicando y memorizándolo. Cuando llegó el momento, Blas colapso y empezó a leerme los vosotros en latín por el rito antiguo, ¡una anécdota de la que nos acordaremos siempre!".
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