Isabelle Huppert: "Aún espero mucho del cine como actriz y como espectadora"

Madrid, 8 jun (EFE).- A sus 70 años, con una brillante carrera llena de galardones y de películas con los mejores directores, Isabelle Huppert sigue enamorada del cine. "Aún espero mucho del cine como actriz, pero también como espectadora, y sigo encontrando cosas", señaló este jueves a EFE.

"El cine es a la vez presente y futuro, pero también pasado. Hay una memoria del cine, es como la literatura. Te gusta leer las novedades, pero también los clásicos (...). En el cine es igual: las películas se pueden ver varias veces y de forma diferente, filmes que cuentan una época y la evolución desde esa época. Es genial", cuenta la actriz francesa, que afirma rotunda: "Del cine espero todo, pero recibo casi todo".

Lo dice una intérprete que ha trabajado en Francia, en Estados Unidos, en Corea del Sur -mañana mismo viaja para comenzar una nueva película con Hong Sang-Soo, con el que ya ha colaborado en otras ocasiones-, en Italia, pero nunca en España, y le gustaría.

¿Con Pedro Almodóvar? "Evidentemente, pero con muchos otros también", asegura Huppert, quien precisa que no se trata solo de su deseo, sino de las ganas de los directores de trabajar con ella, porque "el cine es el deseo recíproco".

Huppert está en Madrid como embajadora de la muestra "Francia está en pantalla" y como protagonista de "La syndicaliste", un filme de Jean-Paul Salomé basado en la vida de la sindicalista irlandesa Maureen Karney, que llega este viernes a las salas españolas.

Karney trabajaba en Areva (actualmente Orano), líder mundial de la industria nuclear. En 2012 trató de alertar de las maniobras de la dirección de la empresa para transferir tecnología a China. En aquella época sufrió amenazas, ataques y fue violada, y acabó siendo acusada de inventárselo todo.

Un caso que no fue muy conocido en Francia en su momento, pero se escribió un libro sobre él, que es lo que dio pie a la película.

"Lo que me interesó, sobre todo, no es que fuera una historia real. Me interesó un personaje que era fascinante, porque tenía varias identidades, algo que se puede ver en la película. Los grandes papeles son siempre los que tienen un papel diferente detrás del oficial", explica la actriz.

En este caso se trataba de una mujer "muy, muy combativa, pero que al mismo tiempo sentí que buscaba algo más detrás de su lucha". Un personaje "de una cierta ambigüedad" porque lucha, es atacada, sospechan de ella, es una persona un tanto extraña, y "los que la rodean no consiguen entenderla" y "eso es lo que era realmente interesante".

"La syndicaliste" está contado como un "thriller", pero también es una historia social con aspectos políticos y económicos, aunque para Huppert se trata simplemente de una mujer que se ve sobrepasada por la lucha que inicia y que se convierte "en una pesadilla".

Para desarrollar este personaje, la actriz no se reunió en ningún momento con Karney, que además solo visitó el rodaje un par de veces, pero apenas hablaron.

"La conocí de manera diferente, a través de su exterior. Es decir, copiamos completamente su aspecto físico. Copiamos su moño, sus gafas, que le dan una cara un poco hitchcockiana, bastante cinematográfica, que permite suscitar fantasmas", algo que venía muy bien a la historia, explica.

No quiso conocerla mejor, porque para Huppert "el cine es imaginación pura". Si se quiere hacer algo más cercano a la realidad, "más vale hacer un documental", opina la protagonista de títulos como "Une affaire de femmes" (1988), "La Pianiste" (2001), "8 femmes" (2003) o "Elle" (2016).

Pero pese a que es una película con todos los elementos cinematográficos necesarios, "La syndicaliste" es también el relato de una realidad que en Francia ha tenido de alguna manera "un efecto reparador" para Karney.

Además, ha hecho que algunas personas hayan entendido mejor todo lo que había detrás de este caso, por lo que hay posibilidades de que vuelva a reabrirse la investigación para tratar de descubrir quiénes estaban detrás del ataque a la sindicalista.

"El cine sirve para reflexionar, tiene la función de hacer hablar a la gente, de abrir ventanas al mundo..., no es solo una distracción", reflexiona Huppert.

Además, agrega sonriente, "te hace salir de casa y eso es bueno, hay que salir" y disfrutar de esa "fuerza ceremonial, del ritual de ir a una sala", algo que espera dure aún "mucho, mucho tiempo".

Alicia García de Francisco

(c) Agencia EFE