Iván, el “entrenador orgánico” de Survivor, repasa el trauma que le dejó su paso por el reality: “Era un loquero a cielo abierto”
Por su fortaleza y su empeño, Iván Chirinian se encaminaba como uno de los posibles finalistas de Survivor, Expedición Robinson, el reality extremo que emite Telefe de domingos a jueves. Sin embargo, él cree que no tiene perfil de ganador porque las traiciones, las alianzas y las mentiras no van con su estilo de vida . Oriundo de Neuquén, “Tarzán”, como lo bautizaron sus compañeros del programa, le contó a LA NACIÓN que cumplió con su objetivo porque su reciente popularidad le permite hablar de su propósito, que es el de mejorar la calidad de vida de las personas y amplificar un mensaje de salud. “Llego a este mensaje después de toda una cultura del rendimiento, de ser deportista, de intentar sacar la última gota de jugo a mi propio cuerpo”, detalla.
-¿Con qué objetivo entraste al reality?
-Llegué Survivor casi de casualidad. En realidad, quería anotarme en Supervivencia al desnudo porque vengo con prácticas de ayunos largos, de intentar tener una vida un poquito más salvaje, y mes a mes hago diferentes prácticas en distintos entornos para poder obtener un aprendizaje de cada vivencia. Caí en Survivor porque mi papá recicló un video que había hecho para Supervivencia al desnudo y llamaron. Así que cuando fui a la entrevista no sabía ni de qué se trataba porque no había visto el formato ni sabía nada de lo que iba a suceder. Lo único que tenía claro es que iba a estar lejos de todo, sin comida, sin confort y acepté porque me interesa dar el mensaje de la resalvajización del ser humano .
-¿Cómo llegás a ese mensaje que querés dar?
-Me van a tildar de antisistema pero así pienso. Por ejemplo, si querés entrenar vas a un gimnasio que responde a una forma de entrenamiento de hace ciento veinte años; si vas al médico, sabés que se atiene a una red central que responde a la OMS (Organización Mundial de la salud) que te dice cuántos miligramos tenés que tomar de tal y cual medicamento; si vas al nutricionista, te dice qué cantidad de calorías tenés que consumir. Y así la gente se equivoca porque todo eso responde a una generalidad y no a lo particular de cada uno. Todo se basa en un estudio poblacional muy poco interpersonal. Abrir los ojos es muy tedioso. Yo no podía hablar de esto en el programa, pero fue una experiencia interesante para mí. Ahora utilizo la amplificación que me da el medio para poder expandir este mensaje. Seamos más razonables, cariñosos con nosotros mismos, tomen sol, descansen bien y no tomen pastillas para dormir.
-¿Entonces sentís que cumpliste tu objetivo?
-Sí. En mi eliminación me fui con una sonrisa y con los ojos llenos de agradecimiento. Obviamente fue un trauma Survivor, no lo voy a negar, pero estoy muy agradecido al aprendizaje que tuve. Si me preguntas si volvería, respondería que sí, pero a otro lugar, a otro entorno.
-¿Por qué fue un trauma?
-Fue un trauma porque mi vida durante el reality era hacer fuego todas las noches, cortar el ciclo del sueño, compartir con personas que no estaban bien psicológicamente porque extrañaban la comida, el confort de la camita. Era un loquero a cielo abierto y te mezclás con todas esas emociones y sentimientos . El trauma entonces es vivir en ese entorno que pude bajar a palabras mucho después, cuando estuve mucho tiempo sin poder dormir, todo picado, lleno de hongos, con trastornos alimenticios. Fue duro.
-¿Y qué extrañaste vos?
-A mi tribu, a las personas que me sacan de mis miserias, a los locos que comparten mi locura y que puedo encontrar en cualquier parte adonde vaya. A mis amigos, mi familia. Me puedo comer un asado, pero más que nada extrañé a las personas que amo.
-¿Cómo vivías el día a día en la isla?
-En las competencias era uno de los pocos que daba su cien por ciento, porque lamentablemente algunas personas se dieron cuenta de que podían hacer menos e igual ganábamos. O perdíamos y ya no les importaba tanto. Los primeros treinta días fueron muy demandantes físicamente y era el caballito de batalla junto a Eugenia y Goldi. Muy pocas personas funcionábamos para poder mantener a otros que no querían hacer nada, y los entiendo porque estaban en modo reserva y es un mecanismo de supervivencia ancestral . Por ejemplo, a Malena se le abren mucho los ojos en los juegos porque todo el tiempo está con miedo a morirse; es psicología a cielo abierto. Eso le ocurre a muchas personas hoy y con eso estoy trabajando.
-Decías que te fuiste con una sonrisa y agradecimiento, ¿no te molestó la traición?
-Con un perfil como el mío ganar Survivor es muy poco probable porque ganan las personas que están dispuestas a traicionar, a mentir. Y eso me cuesta mucho. Además, un perfil fuerte físicamente es un objetivo a voltear después de la unificación. Por eso a veces me dejaba ganar o miraba para otro lado y entendí que podía usar este poder en otros juegos, me parecía una estrategia mucho más inteligente que intentar ser una bestia y ganar todo.
-¿Cómo te ganás la vida hoy?
-Trabajo para la industria del fitness desde hace 12 años. Apenas terminé el secundario me metí en un salón de musculación. Hace cinco años tuve un despertar de conciencia y empecé con esta disrupción del modelo y el estilo de vida que llevo hoy. Soy coach y me gano la vida intentando que la gente pueda mejorar en tres focos: motrices, anatómicos y funcionales. Lamentablemente todos vamos por el mismo camino que es tener 60 años, caernos en la calle y rompernos la cadera, y hay que mejorar la locomoción de las personas. Después tenemos muchas disfunciones anatómicas como escoliosis, dolor de hombres; y las funcionales tienen que ver con aspectos nutricionales, inflamación, enfermedades metabólicas. Yo estoy buscando que todos entendamos que podemos ser seres plenos hasta la muerte. Le doy un enfoque holístico a la mejora de la vida de las personas.
-¿Tenés proyectos?
-Hace diez años compré un terreno en Aluminé, en Neuquén, y planifico hacer un centro de terapia metabólica para ayudar a la gente con su tejido adiposo, su masa muscular y trabajar interdisciplinariamente con médicos que tengan una mirada diferente a la alopática.
-¿Siempre te llamaron Tarzán?
-No, me pusieron ese apodo en el reality por mi estilo de vida más salvaje, mi relación con la naturaleza, porque me gusta andar desnudo. Antes me decían “psico”, porque en cuarentena entrenaba muy duro, como un psicópata. Tarzán es un nombre más ameno, y además los niños me aman.