Javier Bardem vuelve a demostrar que puede con todo
Salirse de la zona de confort es algo que a algunos nos cuesta mucho, pero para Javier Bardem desde luego no es un problema. El multipremiado e internacional actor español se ha labrado un nombre en Hollywood gracias no solo a su talento y presencia, sino también a su negativa a quedar encasillado en un género o tipo de rol. ¿Su última aventura? Un musical para toda la familia.
Con Lilo, mi amigo el cocodrilo, Bardem se adentra en un terreno que no había explorado hasta ahora, cantando y bailando en un tipo de cine donde tampoco solemos verlo, el infantil. Si algo ha demostrado el actor a lo largo de su carrera es que no hay reto que se le resista y puede con todo. Si ha llegado a lo más alto, es precisamente por esa inquietud y falta de miedo a probar cosas nuevas, aunque esté más que asentado y no lo necesite.
Como todos saben, Bardem es uno de los actores surgidos del panorama cinematográfico español más consagrados y aplaudidos en todo el mundo. Ganador del Óscar en 2008 por su escalofriante trabajo en No es país para viejos y nominado hasta tres veces más (la última muy reciente, por Being the Ricardos), está más que instalado, junto a su mujer, Penélope Cruz, en el star system hollywoodiense, donde ambos gozan del éxito y el reconocimiento tanto del público como de su industria.
Bardem ha llegado a la cima a base de trabajo duro y talento versátil. Lo mismo lo vemos en un surrealista drama de autor como Madre! que haciendo de villano en superproducciones de James Bond (Skyfall) o Disney (Piratas del Caribe: La venganza de Salazar) o interpretando a figuras históricas reales (Loving Pablo, Being the Ricardos). Ha trabajado con algunos de los directores más importantes (Woody Allen, Alejandro G. Iñárritu, los hermanos Coen, Sam Mendes, Ridley Scott) y a pesar de su fulgurante éxito en Hollywood, no se ha olvidado de dónde viene, regresando a España frecuentemente para darlo todo en filmes aclamados como Todos lo saben o El buen patrón.
En los próximos años, Bardem apunta incluso más alto. En 2023 lo veremos como Tritón en el remake de La Sirenita y de regreso como Stilgar en Dune: Parte 2, que se encuentra rodando actualmente con Denis Villeneuve, y donde su personaje tendrá un papel más importante. Pero antes de disfrutar de él en estos proyectos de gran envergadura que prometen seguir impulsando su estrella en el cine, Bardem ha querido hacer un paréntesis para probar con algo diferente, un cuento infantil donde el actor vuelve a ponerse en la piel de un personaje excéntrico, demostrando que no hay proyecto que para él no merezca dar el 100%.
Lilo, mi amigo el cocodrilo es la adaptación del libro infantil de Bernard Waber (Lyle, Lyle Crocodile), publicado en 1965 y bastante popular en Estados Unidos, aunque desconocido en España. La película, dirigida por Will Speck y Josh Gordon, cuenta la historia de una familia que se muda a una nueva casa en Nueva York, donde el pequeño Josh, el hijo, descubre a un cocodrilo sibarita llamado Lilo, que vive en secreto en su ático, adora el caviar y darse largos baños, y no habla, sino que se comunica solo a través de la canción -con la voz original del popular cantante canadiense Shawn Mendes. Bardem da vida a su dueño, Héctor P. Valenti, un divertido charlatán con ínfulas de showman que lo abandonó porque el miedo escénico del adorable animal no se correspondía con sus ambiciones en el mundo del espectáculo.
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El film recuerda en muchos aspectos a El gran showman, musical protagonizado por Hugh Jackman, que Bardem ha citado como uno de sus favoritos. Además de las coincidencias entre el P.T. Barnum de Jackman y su Héctor P. Valenti, las dos películas tienen algo muy importante en común: las canciones originales compuestas por uno de los dúos más solicitados del mundo del espectáculo: Benj Pasek y Justin Paul, también responsables de los temas de La La Land y Querido Evan Hansen, además de los remakes de Aladdin y (la futura) Blancanieves y los siete enanitos. La presencia del reconocido tándem significaba que Lilo, mi amigo el cocodrilo no iba a ser solo una simple película para niños, sino un gran musical, con todas las de la ley.
Bardem no tenía experiencia previa en el género, pero aun así se aventuró con la película, en parte por sus hijos pequeños (se cumple una vez más el tópico del actor reconocido que se “rebaja” a hacer una película infantil por sus pequeños), en parte por el reto interpretativo, que no era precisamente pequeño. Para dar forma a Héctor P. Valenti, un estafador con un carisma enorme pero sin demasiado talento, que posee toda la energía y la ambición necesaria para soñar con un espectáculo gigantesco, Bardem tuvo que practicar mucho. Sobre todo en lo que se refiere a las coreografías.
La coreógrafa del proyecto, Shannon Holtzapffel, se inspiró en musicales clásicos como Kiss Me, Kate y Oliver!, y usó figuras como el Strómboli de Pinocho, Salvador Dalí o Charlie Chaplin para dar forma al personaje de Bardem. Dado que el actor no tiene formación de bailarín clásico, Holtzapffel tuvo que diseñar una coreografía al estilo vodevil que se adaptase a sus facultades, subrayando sus fortalezas para disimular sus carencias.
Bardem, por su parte, se entrega por completo en los números, demostrando que, aun sin experiencia y sin ser un gran cantante, su perseverancia le hace capaz de afrontar cualquier cosa y salir más que airoso. Tiene mérito cantar junto a un cantante profesional como Shawn Mendes y acometer coreografías dignas de Broadway sin haberlo hecho antes, y no solo no hacer el ridículo, sino acabar siendo de lo más destacable de la película. Si Valenti consigue escapar de ser percibido como un villano, es gracias a la humanidad que le aporta Bardem, y que emerge de su excentricidad para convertirlo en un personaje que escapa de la caricatura, aunque coquetee con ella constantemente.
Lilo, mi amigo el cocodrilo no es gran cosa. Sale perdiendo en la comparativa con la película a la que parece aspirar a parecerse, la muy superior Paddington, pero ofrece un simpático y tierno espectáculo para entretener al público de todas las edades. Lilo simboliza el cambio y la idea de salirse de la zona de confort para perder el miedo y atrevernos a hacer cosas nuevas. Y eso es precisamente lo que hace Bardem con esta película (y constantemente en su carrera), dar el salto a lo desconocido con ilusión, ganas de divertirse y la misma dedicación que pone a sus proyectos más adultos. Literalmente, un actor todoterreno.
Lilo, mi amigo el cocodrilo ya está en cines.
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