Jon Bon Jovi no ha sido un santo en su matrimonio de 35 años

Jon Bon Jovi con su esposa Dorothea credit:Bang Showbiz
Jon Bon Jovi con su esposa Dorothea credit:Bang Showbiz

En una época donde las relaciones duraderas eran una anomalía en el mundo del rock, Jon Bon Jovi sorprendió a todo el mundo cuando se casó en secreto con su novia del instituto en Las Vegas durante su momento de mayor popularidad, en un descanso de su gira y con un taxista como único testigo.

Pocos pensaron entonces que su matrimonio sobreviviría a su carrera como líder de la banda Bon Jovi, pero se equivocaban. En unas semanas celebrará su 35 aniversario con su esposa Dorothea, aunque él se resiste a abrazar esa imagen de esposo devoto y fiel que se le ha atribuido desde su boda relámpago. En su última entrevista, el cantante sugiere que no siempre ha sido todo lo fiel que debería y admite que el éxito de su larga relación se debe en buena parte a la tolerancia que ha demostrado su esposa.

"Se trata de no mentir nunca sobre haber sido un santo, pero tampoco ser tan tonto como para [estropear] la vida en casa", ha declarado en la conversación que ha mantenido con el periódico The Independent mientras hablaba de todos los clichés asociados a las estrellas de la música. Ahora sólo espera que su hijo Jake, de 21 años, tenga la misma suerte que él y sepa crecer con su pareja, la actriz millie Bobby Brown, con quien se comprometió recientemente.

Otro aspecto que le diferencia de sus compañeros de profesión es que Jon nunca tuvo problemas de adicciones y jamás ha pasado por rehabilitación. Eso se debe a que tuvo una mala experiencia en su juventud, que le hizo sentir que abandonaba su cuerpo tras fumar una sustancia desconocida y consiguió que perdiera todo el interés en las drogas.

"Daba miedo, y yo era tan joven que me alegré de haber tenido ese momento que me asustó y me devolvió al buen camino", asegura. En su caso, nadie puede decir que los problemas de cuerdas vocales que le obligaron a pasar por quirófano recientemente se deban a excesos del pasado. "No puedo echarle la culpa a esnifar nada. Lo único que me he metido en la nariz es el dedo", bromea.