Jon Lord, el hombre que salió eyectado del conservatorio para convertirse en el tecladista más importante del hard rock

Se cumplieron diez años de la muerte de Jon Lord, el gran tecladista de Deep Purple y responsable del sonido de una época
Se cumplieron diez años de la muerte de Jon Lord, el gran tecladista de Deep Purple y responsable del sonido de una época - Créditos: @Christie Goodwin

Como un rumor gaseoso, rocas de aire en expansión, el órgano Hammond se deja oír machacado, arrancándole a su estructura cavernosa un rol percusivo: puro groove. Eso es todo lo que se escucha a bordo de un MG descapotable que maneja Roman Polanski acompañado por Sharon Tate en el trayecto de la noche californiana que lleva a la pareja desde su mansión en Hollywood a un fiestón en la casa Playboy. Es ese minuto con treinta y ochos segundos de Erase Una Vez en Hollywood (2019) que Quentin Tarantino eligió para traer de nuevo al primer plano el sonido único de Deep Purple. Y más: al elegir la intro de “Hush” (1969) lo que reverbera en detalle en esta película hecha de capas de cinefilia es Jon Lord y su órgano, ausentes del mundo material desde el 16 de julio de 2012 cuando uno de los fundadores del grupo de hard rock murió de un cáncer de páncreas.

No es casual que la primer foto suya que aparece en la galería de imágenes de Google lo muestre a los 30 años de chaleco, pañuelo de seda al cuello y mostachos tal como esos personajes que Tarantino le hace representar a Rick Dalton (Leo Di Caprio) en su deriva por el spaghetti western. Sí, bajo su lupa retrospectiva, no sólo se resignifica el sonido de Jon Lord sino también su onda, apta para películas imaginarias dentro de un film del siglo XXI.

Nacido Jonathan Douglas Lord en Leicester el 9 de junio de 1941, el hermano mayor de la Orden Púrpura fue iniciado en la tradición clásica europea desde los cinco años hasta que la aparición de Jerry Lee Lewis y (el bluesman) Jimmy McGriff lo arrancaron del conservatorio para meterlo de lleno en el mismo ambiente del rythmn and blues del que salieron los Rolling Stones, The Yardbirds y The Animals.

En The Artwoods, el joven Jon se deja oír todavía en un segundo plano aportando la sonoridad del Hammond como acompañamiento en una de las bandas de culto de los mods. El flequillo ya había avanzado por sobre la frente pero aún faltaban los característicos mostachos y los ray ban que terminaron de volverlo casi un isotipo de Deep Purple junto con su arsenal: la combinación de los órganos eléctricos Hammond B3 y C3 con los parlantes Leslie. La metáfora militar busca precisar ese sonido bombástico con el que era posible escucharlo en excursiones lacustres guiadas por la técnica pero también por el artificio. Lord era capaz de darle a Deep Purple, y al fan del rock duro en general, la experiencia de lo abstracto. En ese sentido fue el Hendrix del órgano: alguien capaz de provocar una masa de aturdimiento explícito y de subir a Bach a una ronda nocturna con los Hells Angels (volver a la introducción y el solo de “Estrella del camino”,1972).

Se escribió de él que fue el sesionista que toca con insistencia una sola nota de piano en “You Really Got Me” de The Kinks (el ostinato más influyente de la era pop), pero no. No hubo tal Lord of The Kinks sino un músico llamado Arthur Greenslade que trabajaba en bandas de sonido para la BBC de Londres. Pero la leyenda puede pesar más que las fichas de grabación y así como el mismo Lord dejó que la versión corriera sin desmentirla nunca, la necrológica publicada por The Guardian ese mismo lunes 16 de julio de 2012 arrastraba el error. Esa misma nota reproduce una declaración de Lord al New Musical Express en 1971 (el mismo año en el que Finn Costello lo retrató como un futuro villano imaginario de Tarantino) de alto octanaje simbólico: “Somos tan válidos como cualquier cosa hecha por Beethoven”. En esa tradición elegía medirse Lord siguiendo el modelo de Lennon con el pasaje de lo sacro a lo famoso (“Los Beatles somos más famosos que Jesucristo”). ¿Lo eran? El tiempo lo dirá. Lo cierto es que pocas bandas de la era pop consiguieron dar con un meme sonoro universal (la introducción a la Quinta Sinfonía) como Deep Purple lo hizo con el riff de “Humo sobre el agua” tocado al unísono por el guitar hero Ritchie Blackmore y Lord tensando el Hammond en el abismo de la saturación.

 Jon Lord en noviembre de 1974, en un concierto de Deep Purple
Jon Lord en noviembre de 1974, en un concierto de Deep Purple - Créditos: @Fin Costello

Fue Jon Lord el que intentó hacer de Deep Purple una cosa seria con el Concierto para Grupo y Orquesta en el Royal Albert Hall de Londres, pero lo que los hizo algo fuera de serie fue Machine Head, el sexto LP del grupo editado el 25 de marzo de 1972, medio siglo atrás. Era mejor estrategia entonces meter a Bach en el oído rocker que legitimarse en la alfombra roja de la sala de conciertos. Y la clave de la Bachplotation en Deep Purple, un subgénero que ya había probado con mucho éxito Procol Harum con “A Whiter Shade of Pale”, era la velocidad. Sacando los motivos sacros a la autopista, Lord explotaba el simbolismo del sonido del órgano invirtiendo el sublime de Bach en frenesí profano. Si la guitarra eléctrica, como alguna vez dijo Lou Reed, sacó a la música de las iglesias, el órgano eléctrico de Jon Lord metió a Notre Dame en las bacanales del rock heavy de los primeros setenta (volver a la concentrada intro de “Lazy”). Para 1972 Deep Purple había batido el récord Guinness de volumen sobre un escenario con 117 decibeles en el teatro Rainbow de Londres.

Aunque la cara de Lord se vea en la tapa de aquel disco tan desenfocada como la del resto de la mejor formación de Deep Purple, lo de Machine Head ya lo tenía claro antes. Apenas unos meses de 1967 duró Santa Barbara Machine Head, un cuarteto de blues que sólo grabó tres temas instrumentales con la particularidad de cruzar a un inminente purple con un futuro stone: Ron, el hermano menor de Art Wood. Cinco años después, lo de Santa Barbara (¡qué horror de nombre!) quedó en el absoluto olvido y los tres temas evolucionaron en los treinta y siete minutos con cuarenta segundos del icónico Machine Head. Entre 1968 y 2002, pues, Lord tomó parte en todas las formaciones del grupo al igual que el baterista Ian Paice: el camino que fue desde Shades of Deep Purple a Abandon (1998), dieciséis álbumes en total.

Mientras tanto, en Buenos Aires, Luis Alberto Spinetta decidía sumar la sonoridad del Hammond de Carlos Cutaia al trío de Pescado Rabioso. Primero en “El jardinero temprano amaneció” de Desatormentándonos y luego a lo largo de todo el doble Pescado 2. De formación académica pero más relacionado con las vanguardias del siglo XX que con el canon, Cutaia no cree que Spinetta estuviera impresionado por el sonido de Deep Purple. “Pescado no buscaba esa precisión técnica que tenían ellos porque tocábamos con la lógica de un trío en el estilo de Hendrix o Led Zeppelin. Lord consiguió un sonido único, distorsionado, pero mi estilo y contribución con Pescado estaban más influenciadas por Mark Stein, el organista de Vanilla Fudge”, señala en perspectiva.

Hubo que esperar una ucronía en la que Tarantino salva a la joven, bella y embarazada Sharon Tate del asesinato perpetrado por la banda del horrible Charles Manson para que Deep Purple, de menor prestigio crítico que Led Zeppelin y Black Sabbath, recuperase centralidad. En esa escena en la que Polanski maneja un MG y el sonido se expande desde el auto como un rumor gaseoso, rocas de aire en expansión, puro groove. El órgano arrancado de la catedral para goce militante del rock and roll. Eso que acá, con Los Redondos, se empezó a llamar “misa” viene de ahí: de la traducción de los oratorios al rock pesado que resuena en los solos, arreglos y efectos espaciales que Jon Lord diseñó para Deep Purple.