José Miguel Onaindia: “Hay una incomprensión hacia el mundo de la cultura muy fuerte de parte de las autoridades actuales”
En la larga trayectoria del prestigioso abogado José Miguel Onaindia, el teatro es parte de su ADN. También la gestión cultural. Desde hace 13 años vive en Montevideo. En estos últimos días, de un lado del otro del Río de la Plata se produjeron dos situaciones de peso en lo que hace a las artes escénicas. El martes asumió la dirección del Teatro Colón el gestor cultural uruguayo Gerardo Grieco; el viernes anterior, Onaindia fue presentado como el nuevo director de la Comedia Nacional uruguaya, cargo que empezará a gestionar en febrero. Ambos estuvieron ligados a la gestión del Teatro Solís, sala emblemática de Montevideo en donde suele presentarse la Comedia.
En Uruguay, el exdirector del Incaa y del Centro Cultural Rojas ya se hizo cargo del contenido artístico del Solís, tarea que realizó durante dos años y medio. Luego, pasó a dirigir el Instituto de Artes Escénicas y el festival internacional, el Fidae, por cinco temporadas. Ya en tiempos de la pandemia fue el director artístico de los auditorios del Sodre, asesoró a la intendencia de Montevideo en temas de artes escénicas y fue parte del consejo artístico de la Comedia Nacional y de la Orquesta Filarmónica. Ahora, el próximo desafío será la conducción de la Comedia Nacional que, en verdad, pertenece a la municipalidad.
Según su reglamento interno son los mismos integrantes de la compañía los que invitan a determinadas personalidades a que la dirijan. Uno de los preseleccionados fue Onaindia, quien ya tiene ciudadanía uruguaya. Entre los tres candidatos con mayor cantidad de votos, el poder político es el que decide. “Es muy interesante pensar un proyecto de tres años. Cuando me lo ofrecieron estaba seguro de que iba a tener varias ideas, porque conozco la historia de la compañía y conozco la ciudad. Pero luego, cuando te sentás a escribir, es todo un desafío”, admite el abogado elegido por los artistas y, finalmente, por el poder político. Fue la primera vez que tuvo que concursar para obtener un cargo de gestión cultural. “Fue interesante porque los otros cargos que ocupé en la Argentina, en Uruguay o como consultor internacional, siempre fueron por convocatoria directa”, reconoce.
-En nuestro país parece impensable que un cargo de este tipo sea elegido por concurso.
-Es cierto, recuerdo que ha sucedido en algunos museos, pero esa práctica no llegó al teatro. Y hay otro aspecto interesante en todo esto: se abrió el concurso para elegir al nuevo director de la Comedia Nacional al final de un período de gobierno en la ciudad. En mayo habrá elecciones en Montevideo, lo cual implica que yo voy a tener otros interlocutores políticos. Lo fundamental de todo esto es que la continuidad institucional está más allá la política.
-Según los medios uruguayos, en el acto del viernes estuvo Calderón, el saliente, dándote la bienvenida. Algo que no suele pasar de este lado del charco…
-Claro, y agrego que en el acto del viernes estuvieron presentes funcionarios nacionales que son del signo contrario al de la Intendencia. Y hubo gente de lo más variada, eso es algo habitual en Uruguay. Lo que más me atrae de la vida allí es que la discusión política se hace en los escenarios de la discusión política: parlamento, la prensa, los actos; pero en la vida cotidiana la gente se encuentra en un bar con alguien de una corriente contraria y se saluda sin problemas. La norma es que toda la gente conviva con cierta armonía, lo mismo pasa entre los políticos.
-¿Ni se rompió ese clima ante la reciente irrupción de Andrés Ojeda, candidato del Partido Colorado para la presidencia, quien apostó por un perfil más disruptivo?
-No. A lo sumo Ojeda tomó una forma de presentación pública no habitual en Uruguay. Solamente eso.
-Desde el otro lado del río, ¿qué percibís que está sucediendo en la Argentina con la cultura?
-Estoy absolutamente sorprendido con el discurso del gobierno nacional. Nunca imaginé que iba a ver una agresión tan fuerte y una puesta en duda de la legitimidad, la necesidad y el rol que ocupa la cultura en nuestro país. No hay que ser un especialista para darse cuento de eso. Si tuvo una buena noticia el país en el último tiempo fue la película Argentina,1985. No porque haya llegado al Oscar, sino por haber pasado por todos los grandes festivales, se vio en toda Latinoamérica. Sumale a ese hecho el reconocimiento constante a creadores de otros disciplinas. Entiendo que los organismos culturales necesitaban una revisión, pero una revisión para mejorarlos, para fortalecerlos. Me sorprende la ausencia de conocimiento de lo que significa la cultura. Hay normas constitucionales que te obligan a promover la cultura, no se puede cuestionar la legitimidad de esos procedimientos.
Para quien dirigió el Incaa cuando gobernaba la Alianza o quien estuvo a cargo del Centro Cultural Rojas en 2007, la reflexión sobre temas culturales es algo central. Lo que sucede de este lado del río lo perturba. “La confusión que tienen ciertos sectores políticos provenientes de las ciencias económicas es creer que todo se legitima por el resultado -señala-. Nadie le pide a un científico que asegure que va a descubrir una vacuna: se le ponen los medios para ver si llega a eso. En el arte sucede lo mismo. La reflexión sobre el resultado de algo es interesante. Pero hay que dejar en claro que el Ulises, James Joyce, no se justifica por la cantidad de libros vendidos, se justifica por haber aportado una nueva forma de narrar. Tampoco quedan en la memoria del cine las películas exitosas en términos de mercado.”
Desde hace tiempo, cada vez que hay un cambio en un organismo cultural aparece su nombre. Escucha el comentario y se ríe. “No te voy a decir lo contrario. Creo que aparece más en el medio artístico, algo que me halaga, que en la política”, apunta este abogado que se formó viendo teatro desde muy joven. Aun en diciembre pasado, su nombre volvió a circular para ocupar un hipotético cargo. Nada de eso sucedió. Su lugar en el mundo está en Montevideo. Y su próximo desafío será hacerse cargo desde febrero de la Comedia Nacional.
Los elencos estables sostenidos con dineros públicos son un bien escaso en la región. En México hay una similar. La Compañía Nacional de Teatro Clásico, de España, es otra, pero no tiene un elenco permanente. En nuestro país, el Teatro San Martín llegó a tener su elenco estable entre 1976 y 1989. O, en el Teatro Cervantes, alguna vez funcionó la Comedia Nacional que dirigió Luisa Vehíl. Ninguno, claro, con la continuidad en el tiempo como la compañía uruguaya: ni la dictadura se animó a darle de baja.
Durante el año, la Comedia presenta nueve títulos. Suele realizar su temporada en el Teatro Solís, pero también en barrios, en localidades uruguayas y en otros países (de hecho, se presentó en Buenos Aires esta misma temporada). Una de las obsesiones de Onaindia es aumentar la base de su audiencia. Está ahora en Buenos Aires intentando lograr nuevos acuerdos para, en febrero, anunciar la temporada 2025.
Actualmente, en cartel tienen dos espectáculos: Fuenteovejuna, de Lope de Vega, y Madre ficción, una obra de Mariano Tenconi Blanco escrita y dirigida por él. En paralelo, la Comedia está realizando acciones en el espacio público que se adaptan al lugar. Forman parte de un ciclo llamado “Un poco de belleza, por favor”. La expresión la impuso Levón, un exintegrante de la Comedia y un gran maestro de actores (“No en exceso porque empalaga”, completa la frase original de Levón el mismo Onaindia). En tono con esa expresión, confiesa que su idea para estos tres años de gestión es pasarla bien, sencillamente. “Si asumo un cargo, es para gozarlo, sabiendo que voy a tener muchos dolores de cabeza -afirma-. Todo esto me lo planteo como una situación de placer”.