Juan Carlos I: Su trayectoria de rey a exiliado
En Botsuana, a 7 mil 572 kilómetros de su natal España, la corona del rey Juan Carlos I empezó a desteñirse y adquirir un color más desgastado con tintes de ilegalidad. El 13 de abril de 2012, el monarca tropezó y se rompió la cadera en el sur de África. Ese evento fue la primera pieza que desencadenó el efecto dominó que terminó con el soberano exiliado en Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos.
Nacido en Roma en 1938, el rey Juan Carlos I subió al poder en 1975 tras la muerte del dictador español Francisco Franco. El monarca jugó un papel fundamental en la transición española, periodo en el cual el país abandona el régimen dictatorial y comienza a regirse por la Constitución, misma que fue aprobada en 1978.
El pico de su popularidad
En 1981 llegaría uno de los momentos cumbre para el hijo de Juan de Borbón y María de las Mercedes de Borbón. Ante una democracia frágil, un grupo de guardias civiles tomó el Congreso de los Diputados y fraguó un golpe de estado. Enfundado en su uniforme militar, el rey Juan Carlos I compareció en televisión para condenar la acción.
"La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través del referéndum", declaró el soberano quien obtuvo un alto grado de popularidad entre los españoles con esta decisión.
Aquellos años de gran aceptación entre la población ibérica fueron empañados por los turbios eventos que empezaron a suscitarse en el inicio de la pasada década. En 2011, Iñaki Urdangarin, marido de la infanta Cristina, fue apartado de las actividades oficiales de la Casa Real luego de ser imputado en un caso de corrupción. Tres años más tarde, la propia hija del rey Juan Carlos I estaría imputada por presunto delito fiscal y blanqueo de capitales.
Eran días difíciles para España, que enfrentaba una grave crisis económica. Sumado al escándalo del caso Nóos, caso de corrupción que salpicó a la Corona Española, en 2012 el rey Juan Carlos I viajó casi 8 mil kilómetros para adentrarse en un safari que le costó más que un hueso roto.
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El desafortunado evento, que lo mandó de regreso a España para ser intervenido quirúrgicamente, destapó la débil relación que vivía con su esposa, Sofía de Grecia. El monarca se aventuró en tierras africanas con quien presuntamente sería su amante: la princesa serenísima Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Tras cinco días ingresado en el hospital, el monarca ofreció disculpas en una breve comparecencia desde el hospital USP San José.
"Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir", dijo el Rey.
La bomba de la abdicación
Aquellas disculpas no paliaron la animadversión que expresaba el pueblo español sobre su rey. En junio de 2014, la bomba de tiempo estalló. Mientras la justicia llevaba al banquillo de los acusados a su hija, la infanta Cristina y a su esposo, Iñaki Urdangarin, Juan Carlos I sorprendió al mundo con su abdicación.
“Ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente mejor”, dijo Juan Carlos I agregando que “una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista”.
Juan Carlos I abdicó en favor de su hijo Felipe, para que pueda "abrir una nueva etapa de esperanza".
"Mi hijo Felipe, heredero de la Corona, encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica", aseveró el monarca.
… Y sus consecuencias
Con la abdicación, Juan Carlos I perdió la inmunidad legal que poseía como jefe del Estado permitiendo que las autoridades investigaran posibles actos ilícitos cometidos por el otrora monarca.
Una de las investigaciones que persigue a Juan Carlos I y lo tiene lejos de España es el supuesto cobro de comisiones por su mediación en la adjudicación a empresas españolas del contrato de construcción del tren de alta velocidad entre las ciudades saudíes de La Meca y Medina.
Además, en 2020 fiscales de Suiza y España abrieron carpetas de investigación sobre las cuentas en el extranjero del ahora Rey Emérito en un caso por supuesto fraude fiscal y blanqueo. En agosto de aquel año, Juan Carlos I comunicó a su hijo la decisión de marcharse de su país natal.
Tras rumores e incertidumbres sobre el paradero del soberano, en febrero de este año se dio a conocer que el Rey Emérito se encontraba refugiado en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos.
A principios de marzo, varios reportes de medios españoles informaron que el Rey Emérito logró pagar una deuda fiscal de cerca de 5.3 millones de dólares gracias a préstamos de sus amigos. Esa fue la segunda regularización fiscal de Juan Carlos I que en diciembre de 2020 abonó 820 mil dólares a la Hacienda española.
Tras regularizarse en par de ocasiones por donaciones recibidas tras abdicar, el Estado eximió al otrora rey el pago de impuestos por donaciones que superaban los 100 millones de euros, así lo dio a conocer El Cierre Digital.
Durante su reinado, el padre de Felipe VI jamás pagó impuestos por sus millonarias donaciones recibidas debido a que la ley le exoneraba de pagar impuestos al ingresarlo en el Patrimonio Nacional, cuyos bienes disfrutaba personalmente.
Vida de rey
Pese a que no se conoce con exactitud a cuánto asciende la fortuna del otrora rey de España, de acuerdo al medio Business Insider, se estima que oscila entre los 2.000 y los 2.500 millones de euros, lo que lo coloca como el tercer miembro de la realeza más rico de Europa, detrás del Gran Duque Henri, de Luxemburgo y del príncipe Hans Adam II de Liechtenstein.
Hoy en día, y pese a solo contar con la etiqueta de Rey Emérito, Juan Carlos I goza de una auténtica vida de rey, ya que se encuentra exiliada en una mansión millonaria en la exclusiva isla de Nurai, en Emiratos Árabes Unidos. De acuerdo con El Español, el nuevo hogar del monarca español está valorado en más de 11 millones de euros, tiene dos plantas, siete baños y seis habitaciones.
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