Juan Ignacio Machado, del “paraíso perdido” de la tele de los ‘90 a la autogestión: “Uno era un producto y te descartaban”

Juan Ignacio Machado
Juan Ignacio Machado

“Si no te llaman, sabés lo que tenés que hacer: producir”, le decía su padre, el también actor Rodolfo Machado. Juan Ignacio Machado fue figura de la televisión de los ‘90, trabajó en ciclos como El precio del poder, Regalo del Cielo y Ricos y Famosos y, aunque define aquella época como un “paraíso perdido”, no se queda quieto y sigue el consejo de su progenitor, fallecido en el 2020. “No queda otra que autogestionarse”, asegura en diálogo con LA NACIÓN quien está en el proceso final de Salvajes, la película que protagoniza, dirige y espera poder estrenar antes de fin de año.

Padre de Olaf (21), Carolina (18) y Miguel (5) vive en San Telmo donde brinda talleres de teatro. Pero antes, se radicó durante diez años en una isla en el Delta, trabajó durante más de una década con Sergio Massa en el Municipio de Tigre, primero como director de Cultura del partido y luego como asesor en la Cámara de Diputados del exministro de Economía de Alberto Fernández. “La cultura está baqueteada”, dice Machado sobre la crisis que atraviesa el sector.

Su última participación en televisión fue de la mano de Polka en El Tigre Verón, con Julio Chávez y Andrea Pietra. Estuvo haciendo teatro y, actualmente, está haciendo un curso de neutro para una propuesta que le llegó de una plataforma. La tele no es la misma que conoció cuando de niño acompañaba a su padre a trabajar, tampoco aquella en la que dio sus primeros pasos. Por eso la palabra “autogestión” se repite en varios tramos de la charla, pero hay algo que sí se mantiene desde ese entonces y es el código con el público, que desde ese entonces lo saluda con cariño en la calle, antes para pedirle un autógrafo, hoy una selfie.

-Estás por estrenar película...

-Sí, Salvajes. La filmamos el año pasado con producción de Pepe Salvia; ya había trabajado con él en varias películas. Entregamos el cuerpo en este trabajo, filmamos en la selva en Misiones, la otra película había sido en Córdoba. Esta peli se estrena en octubre. Está todo difícil con la ley, no nos favorece para nada. Yo estoy acostumbrado a poner el cuerpo en las películas que hago, son siempre en lugares paradisíacos e impresionantes y siendo además director es duro... Quedé exhausto.

-¿Estuviste haciendo teatro también?

-En teatro, terminé la obra Impulsivos que dirigí con Roma Martigone, hicimos gira y todo se descompuso a la vez y cosas que pasan. Nos iba bien, hacíamos giras con la obra en teatros hermosos, estrenamos en el Niní Marshall de Tigre y lo recaudado fue para el hospital de Tigre. Y además arranco un taller de teatro, dirección y escritura en San Telmo, para adultos y adolescentes.

-Siempre con mucho de autogestión...

-Sí. Y agradecido por la película a Mauricio Cataraín de Chekka (su representante) que me ha hecho ir a Colombia a hacer de Maradona y la autogestión, no quedó otra ahora. Si te vas para los ‘90, eran siete u ocho novelas argentinas al mismo tiempo trabajando y ahora nada, solo latas, todo talk show y archivo. ¿Y los actores? Queda el streaming, pero son elencos chicos y repetidos. Entonces, si no tenés autogestión siendo actor y o director, no sobrevivís .

"Ahora esta es una época seca y dura, pero hay un proceso que vamos a superar", dice Juan Ignacio Machado
"Ahora esta es una época seca y dura, pero hay un proceso que vamos a superar", dice Juan Ignacio Machado

-Estuviste en política, ¿cómo fue tu experiencia? ¿Cuál era tu cargo?

-Sí, durante la pandemia trabajé en política, era personal esencial, repartíamos comida y donde podíamos meter algo cultural lo metíamos. Fui director de Cultura de Tigre durante 15 años y con Sergio (Massa) en la Cámara de Diputados como asesor . Intercambiaba cultura de distrito a distrito, me ocupaba del funcionamiento de las salas y de que pueda llegar el arte al escenario. Hacíamos otras cosas también, como meter el teatro en una villa. Para el Día del Niño, por ejemplo, iba con el proyector y pasaba películas a los chicos en villas, aunque hay momentos en los que es inevitable algún ataque.

-¿Te tocó ver situaciones difíciles?

-Sí, cosas muy duras y lo pude vivir con mi hija que tiene 18 y tenía 14 en ese momento; ella hacía pochoclos y era temerosa, hasta que aprendió que el otro es el otro y que el otro no se hace malo porque sí. Durante los corsos trabajé, además fui productor de grandes cosas, produje por ejemplo a Viggo Mortensen. Ahora esta es una época seca y dura, pero hay un proceso que vamos a superar.

-¿Dejaste la política?

-Sí. Ahora mi trabajo es filmar, terminar la película y estrenar.

-Vamos aún más lejos en el tiempo, fuiste figura de una pantalla que ya no existe... ¿Qué recordás de la televisión de los ‘90?

-El país se paralizaba. La tele de los 90 es el paraíso perdido, nos pasaron por arriba los cables, las plataformas y no tenemos una cabeza como Alejandro Romay, que amaba a los actores argentinos... Se acabaron esas figuras, Quique (Estevanez) está dando un paso al costado y los realities ocupan todo. Estamos sufriendo . Pero nada que podamos soportar; caímos mil veces, nos levantamos mil una.

Machado junto a Ulises Dumont en la presentación de la miniserie Drácula, en 1998
Machado junto a Ulises Dumont en la presentación de la miniserie Drácula, en 1998 - Créditos: @WALTER ASTRADA

-Además de que había trabajo, los artistas eran muy populares gracias a la cantidad de producción local. ¿Cómo se manejaba eso?

-Salir a la calle era tremendo, hermosa la exposición. Claro que uno era un producto y cuando se consumió el producto, te descartaban y hay que sobrevivirlo con terapia y gente que sigue trabajando con uno . Somos románticos los actores...

.¿Cómo sobreviviste a eso?

-Como no había laburo empecé a autogestionarme, hice una obra con Betina O’Connell y la obra andaba bien, ahora estuve haciendo una de un tema de pareja con Roma [Martigone] y ahora me metí con la peli. Siempre estuve en la tele, actualmente en los programas de archivo. Fui conflictivo, en esos momentos era un pendejo quilombero que ahora se asentó y es este hombre ahora , por fin tengo un equipo de laburo, oficina, asistente.

-¿Te arrepentís de algo en tu carrera?

-No, perdí un Martín Fierro y fui al Sheraton. Se me cerraron muchas puertas, pero se siguen abriendo puertas. No tengo bronca con nadie y estoy bien.

-¿Tenés amigos del medio de aquella época?

-Quedan amigos, sí, Pablo Echarri, Gastón Pauls, Andrea Pietra. Hace poco hice con ella El tigre Verón y ahora estoy haciendo un curso de neutro porque me llamaron para una tira que había que hablar neutro. Duele un montón en el fondo lo que pasa, pero hay que dejar que la paloma pase y que siga, no hay que dejar que haga nido. La cultura está baqueteada.

-¿Cómo ves la actual gestión de Gobierno?

-Si sigue este hombre de Presidente no sé... No va con las políticas de los artistas y por eso así estamos, no solo por él. El espectador se está acostumbrando a esto; por suerte hay mucho teatro y quedan plataformas. No queda más que hacer lo que mi padre me enseñó: ‘Si no te llaman, sabés lo que tenés que hacer, producir’.

-En ese sentido, al ser hijo de una artista... ¿Sentís que estabas preparado para atravesar las crisis?

-Sí, lo acompañaba a mi papá, sabía que había que ser insistente, me manejaba en los pisos cuando iba con él y ocurrió la desgracia de que quería ser actor.

-Viviste en una isla en el Delta, ¿cómo fue esa experiencia?

-Sí, ahora es una hostería que maneja mi hija con once habitaciones y cabañas y está trabajando. En esta profesión, un plan B siempre hay que tener. Viví 10 años y fue una experiencia dura. De los Martin Fierro me fui en lancha colectivo con el agua hasta el cuello, con el barro... Es increíble y cansadora la vida ahí, se pone el cuerpo. Es la naturaleza y vos, y tus hijos y llevarlos al colegio en lancha, subir las heladeras... Muy aventurero. Pero tiene sus momentos románticos, me casé con la mamá de mi hija, llegué como huésped y no me fui más cuando me enamoré de la hija del dueño y nació Carolina, hoy de 18. También soy papá de Miguel, de 5, que vive con la mamá, y de Olaf, de 21.

-¿Cómo fue eso de volver a cambiar pañales después de muchos años?

-Está bueno y el amor va por ahí... Después todos se juntan.

-¿Vivís con alguno de tus hijos?

-No, vivo solo en San Telmo. Voy y vengo, estoy cerca de los teatros y todo.

-¿Qué te dice la gente en la calle?

-Son amorosos, me reconocen por la calle y los amo, me dan mucho cariño. Antes te pedían autógrafo, ahora foto. El público conocía a mi padre y me trata muy bien. Alguno me pide que vuelva y que putee a este o al otro, pero no, muchas gracias.