Justina Machado e Isabella Gomez hablan sobre su participación en la serie 'One Day at a Time', la comedia revelación de Netflix

Cuando las risas enlatadas, el formato de múltiples cámaras, y la sitcom en general parecían estar de capa caída, Netflix nos da la sorpresa, en enero de este año, de estrenar la maravillosa comedia ‘One Day at a Time‘, haciendo temblar pilares televisivos (como de costumbre en esta plataforma) y demostrando que no sólo el formato no está quemado, sino que podría volver por la puerta grande de seguir la senda marcada por la joya que nos ocupa.

Nada menos que 85 años tiene la puertorriqueña Rita Moreno, famosa por su papel en ‘West Side Story’ (1961). La veterana actriz es una habitual de la pequeña pantalla en los últimos años y actualmente forma parte del reparto de la comedia ‘Día a día’ (‘One Day at a Time’) en Netflix. (Foto de Netflix).
Nada menos que 85 años tiene la puertorriqueña Rita Moreno, famosa por su papel en ‘West Side Story’ (1961). La veterana actriz es una habitual de la pequeña pantalla en los últimos años y actualmente forma parte del reparto de la comedia ‘Día a día’ (‘One Day at a Time’) en Netflix. (Foto de Netflix).

La serie cuenta las andanzas, mayoritariamente en el apartamento en el que coexiste, de una familia americana de origen cubano compuesta por Penelope, una exsoldado que sirvió en la guerra de Afganistán, que acaba de separarse de su marido, y que ahora se encarga sin él de sus dos hijos adolescentes, Elena y Alex. Elena, la mayor de los dos, es una niña del siglo XXI, informada y con opinión sobre todo, cuestiona las costumbres familiares cuando cree que atacan sus libertades, como la celebración impuesta de sus “quinces”. Alex, el “pequeño” de la casa, es algo caprichoso, preocupado en exceso por la imagen, pero con mucho carisma, el cual no duda en usar para salirse con la suya en cualquier situación. Completa esta pequeña familia Lydia, la abuela de la familia, una entrañable mujer de unos 70 años que emigró de Cuba a Estados Unidos sin ni siquiera conocer el idioma. Su energía y aura más propias de una estrella del cine que de una abuela al uso harán las delicias de su familia, y de los telespectadores, en más de un episodio.

Hecha la presentación, toca hablar de las bazas, en este caso tres como mínimo, que hacen de esta serie un plato tan delicioso, y de consumo súper recomendado.

El guión: es perspicaz, divertido, altamente ingenioso, y absolutamente en línea con los tiempos que corren, con un buen puñado de bromas irreverentes, colocadas con inteligencia en el momento preciso, y que abordan de manera sutil temas tan de actualidad como la xenofobia o la homofobia, cumpliendo una doble función, la de hacer reír y la de hacer pensar. Es el humor que cualquier familia usa en su casa al fin y al cabo, lo cual nos acerca a los Alvarez de una manera casi inmediata. La credibilidad de los diálogos hace que ver los capítulos de la serie (de unos 30 minutos de duración cada uno) sea una tarea de lo más amena, se pasan volando.

Las interpretaciones: son de diez y están a cargo de un grupo de actores que ha sabido imprimir un carácter genuino a cada uno de los personajes, de manera que no sólo son entrañables cuando pensamos en ellos individualmente, sino que logran que le cojas cariño a la familia entera. Qué digo, veo la serie y me encantaría estar cenando con ellos.

Cabe destacar el trabajazo de Justina Machado, actriz que cuenta con amplia experiencia en cine y televisión y a quien espero con ansia ver mucho más tanto en la pequeña como en la gran pantalla después de descubrirla aquí. Penélope, como matriarca de la familia (con permiso de la abuela), es el centro gravitatorio en torno al cual gira la familia, y Justina ha sido capaz de crear una madre de cuyo lado quieres estar siempre, porque es comprensiva y divertida cuando tiene que serlo, pero también es estricta y exigente cuando la ocasión lo requiere, tratando siempre de transmitir sus valores a sus hijos, pero dejándoles espacio para que crezcan y formen su propia personalidad, liderando desde el ejemplo y demostrando una empatía que hace que conectemos con ella como conectamos con nuestra propia madre, o con sus hijos el que los tenga. A Justina te la crees cuando ríe y cuando llora (que también lo hace), cuando saca fuerza de donde no la hay, y cuando se achica ante la idea de ir a comprar un coche porque no tiene a un hombre que la acompañe. La propia energía de Justina (que como se puede ver en la entrevista, tiene de sobra) queda estampada en una madre que quizás no siempre vocee sus quejas, pero que logra hacer un trabajo doble para sacar adelante a su hogar y a su familia “día a día”, como dice el propio título de la serie.

Elena, la hija mayor de Penelope, está interpretada por Isabella Gonzalez, una dulce revelación que ya ha trabajado en un par de producciones para televisión antes de en esta serie. Elena supo construir una joven rebelde, como tantas niñas de su edad, pero con un corazón enorme, una joven que aunque a veces peque de querer ser o parecer demasiado independiente, nos deja entrever sin darse cuenta que debajo de toda esa fachada ama a su familia tanto o más que lo que ellos la quieren a ella.

Este trío femenino de armar tomar se completa con la grandiosa Rita Moreno, quien interpreta a la fabulosa abuela de la familia, Lydia, una señora un tanto excéntrica en sus formas, y quien aunque en sus primeras apariciones a través de la cortina de su habitación nos desconcierte un poco, en cuestión de capítulos nos adopta a todos los telespectadores y nos convierte en sus nietos. Ella es, pues eso, fabulosa. La puertorriqueña Rita, cuya carrera se prolonga a lo largo de más de 70 años, dotó a Lydia del carisma y generosidad de las abuelas latinas, y cubanas, tan llenas de sabiduría, y cómo no, con un toque divertido y picante que dará lugar a algunas de las escenas más hilarantes de la serie. Rita logra conmovernos en multitud de episodios al mostrar que Lydia, a pesar de querer aparentar tener un corazón de hierro, en realidad es abuelita que sólo busca lo mejor para su familia, y que hará lo posible para protegerlos a todos, cueste lo que le cueste.

Hay que añadir que en particular Justina e Isabella, a quienes conocí por partida doble con motivo de su visita promocional a Miami, por la mañana para hacer la entrevista que contiene este reportaje y por la noche en la fiesta post-estreno de ‘Ingobernable’, no son solo dos actrices fenomenales, sino dos mujeres estupendas con las que me dio todo el gusto del mundo charlar animadamente durante un buen rato.

Las tramas: la tercera y quizás mejor baza que tiene la serie para convencernos y engancharnos es una colección de enredos que conectan con el espectador rápidamente porque están tan en sintonía con el mundo actual que parece que estamos oyendo a nuestros vecinos conversar sobre sus vidas a través de una mirilla instalada en la puerta de su propia casa. En la mesa del salón de esa casa se discute sobre misoginia, se explica lo que es el “mansplaining” cometiendo el propio “mansplaining” (de ahí viene lo de las bromas que instruyen), se acoge a una niña cuyos padres fueron deportados de Estados Unidos por permanecer en el país estando indocumentados, se habla sobre machismo, feminismo, se llora y se dejan trabajos al descubrir que hombres cobran más por hacer lo mismo y con menos antigüedad… ¿A alguna mujer le suena? ¿Y a algún hombre? Incluso si no, les recomiendo verla.

Lejos de parecer que a esta familia “le pasa de todo y le pasa demasiado”, algo en lo que flojean tantas series de ficción, todo fluye de manera tan natural que nunca satura, son las mismas cosas que pasan en cualquier familia, pero Penelope y cía. tienen más ojo, sinceridad, y valor para decir las cosas, que muchas de las familias que se sientan al otro lado de la televisión cada día. Y eso es lo que nos gusta tanto de ‘One Day at a Time‘, la familia no está de acuerdo en todo, pero sus diferencias y el respeto los unen más si cabe.

Los personajes, dentro del propio núcleo familiar, no pueden tener opiniones más dispares. Penelope quiere tratar con antidepresivos su estrés postraumático, mientras que a Lydia le parece una locura que se medique porque la mujer cubana “debe ser fuerte”. Lydia quiere que Elena celebre su “quinceañera”, mientras que Elena, una feminista declarada, no está de acuerdo porque piensa que es una celebración misógina. Lydia quiere llevar a su familia a misa, mientras que Penelope, Elena y Alex no quieren. Por ende acaban enfrentándose, ¿pero saben qué sucede al final? No lo quiero contar por no estropear el episodio, pero la magia de la serie es que hasta un ateo como yo, acaba entendiendo la postura de la abuela. Y así en cada episodio se refuerza la idea de que el principio más importante de la libertad es precisamente respetar las opciones de los demás, por opuestas que sean a las nuestras.

Ese es el gran tanto de ‘One Day at a Time‘, es una comedia inteligente y reconciliadora, en la que a través del diálogo, de la comprensión y la empatía, los personajes logran encontrar un lugar común en el que entenderse y seguir con su vida sin dejarse de hablar. El valor de la serie es enorme en los tiempos que corren, con una propuesta fresca y desenfadada, capaz de reunir frente al televisor otra vez a toda una familia para pasar un buen rato.

Por suerte la serie acaba de confirmar su renovación por una segunda temporada, que desde aquí esperamos con ansias. Ojalá sigan provocando risas y discusiones familiares al otro lado de la pantalla durante unos cuantos años más.