Los justos: un divertido policial sobre segundas oportunidades, la vejez y cómo robar a un ladrón

Claudio Rissi, Arturo Puig y Claudia Lapacó en Los justos, estreno del jueves 4
Claudio Rissi, Arturo Puig y Claudia Lapacó en Los justos, estreno del jueves 4

Los justos (Argentina/2022). Dirección y guion: Martín E. Piñeiro. Fotografía: Agustín Barrutia. Edición: Martín Blousson y Sebastián Palacio. Música: Juan Tobal. Elenco: Arturo Puig, Claudio Rissi, Claudia Lapacó, Luis Ziembrowski, Muriel Santa Ana, Mirta Wons, Luz Palazón, Federico Salles. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: CineTren. Duración: 80 minutos. Nuestra opinión: buena.

Atilio se viste de traje, acaricia una foto sujetada en el marco de un espejo, cierra unas cartas, pone un banquito, cuelga una soga del techo y se pasa el otro extremo alrededor del cuello. Sujeto de ese fino lazo que separa la vida de la muerte busca suicidarse. El plan falla, aunque desvela otros problemas que son parte de la personalidad de Atilio y significan su ingreso a una residencia de ancianos, dado que su hija considera que él estará mejor atendido allí que en la soledad de su casa.

Al ingresar a su habitación de lo que será su nuevo hogar, Atilio conoce a Beto, otro jubilado que vive en la residencia y tiene sus achaques físicos, pero una frondosa imaginación y decide ayudarlo en su deseo de escaparse al cementerio para ir a ver la tumba de su esposa. Lo que no sabrán estos dos ancianos, con más rutinas que sorpresas, es que asistirán al desarrollo de una trama mafiosa que involucra funerarias, cementerios y ataúdes, y juntos deciden involucrarse para descubrir la verdad y de paso hacer carne aquello de “quien le roba a un ladrón…”. Pero siempre aparece una Doña Rosa, y esta no será la excepción, y ella descubre, de una manera tecnológicamente inocente, el plan de los conjurados y reclama su participación.

Entre los tres comenzarán a urdir la conquista de los ataúdes sin sepultura y el director Martín E. Piñeiro, la trama de un policial matizado de humor negro que gracias a sus ácidos contrapuntos verbales evoca trazos, para el cine argentino, de aquella obra maestra que fue Los muchachos de antes no usaban arsénico, también protagonizada por un grupo de ancianos aunque con una historia muy distinta y, sobre todo, una muy diferente puesta en escena. Tal como sucedía con su corto La partida, el realizador busca enfatizar una gama de colores brillantes que lo acercan nuevamente a la obra de Edward Hopper o a la búsqueda fotográfica que realza el potencial estético de lo cotidiano para un relato que, además del policial y el humor negro, añade el melodrama para la concreción de un cine apoyado mucho más en esa versatilidad que en las características propias de un género en particular.

Ahora bien, el problema a veces surge cuando esa sumatoria de atmósferas debe pasar de enfatizar una a la otra y no se consigue para eso la fluidez narrativa necesaria que la propuesta requiere. Esa oscilación es por la cual la narrativa de Los justos cae repetidamente en el estereotipo y el espectador puede intuir que algo no termina de funcionar bien, pero esa tensión es disimulada por el enorme talento de su elenco, donde principalmente Arturo Puig consigue devolver los matices de aquel que creía que nada tenía por delante y debe hacer valer el peso de la convicción, junto al retorno brillante de Claudia Lapacó y el último rol de Claudio Rissi en la pantalla, acompañados de un sólido -y reconocido – reparto que convierten al nombre de Martín E. Piñeiro en uno de prometedor futuro y a Los justos, en una entretenida y sentida fábula sobre la vejez.