Kenia Gascón, la actriz que prefirió sacrificar su carrera a vivir en la mentira y con miedo

En telenovelas como 'Muchachitas', 'Marimar', 'Alcanzar una estrella', 'Carrusel' o 'Triángulo' —con Eduardo Palomo y Daniela Castro—, Kenia Gascón (Ciudad de México, 1965), destacaba por su aspecto distinguido, su belleza particular y su voz. Hija de la primera actriz Tara Parra, Kenia había debutado en teatro infantil a los cuatro años y desde entonces sabía que el escenario era lo suyo, así que su transición a la TV no era de extrañar, aún si se inclinaba más por la poesía y el teatro independiente, estaba muy cerca del estrellato total, hasta que se encontró en una situación paralizante: vivía, sin quererlo, dentro de un clóset.

Kenia Gascón en un evento en la Ciudad de México en 2019/Foto de Agencia México
Kenia Gascón en un evento en la Ciudad de México en 2019/Foto de Agencia México

Esta situación, que actualmente se vive menos con más y más figuras públicas que hablan abiertamente de su orientación, preferencias sexuales o identidad de género, en los momentos de mayor auge de la carrera de Kenia era algo terrible. En México la homosexualidad había estado (y en cierta forma aún lo está) estigmatizada por una sociedad que se caracterizaba por ser machista y homofóbica, especialmente en ese periodo entre los 80 y los 90, cuando los estereotipos —el homosexual amanerado y la lesbiana machorra— comenzaron a aparecer más abiertamente en televisión, cuando antes habían estado relegados específicamente al cabaret y al cine para adultos.

Aunque, como señaló en una entrevista para TVyNovelas, Kenia se supo gay desde muy temprana edad — y contó siempre con el apoyo de su madre, a quien llama su mejor amiga— no había pensado que sus preferencias o gustos pudieran afectar su imagen pública o su carrera. Pero esa percepción cambió cuando comenzó a destacar y empezaron a darle papeles de más importancia en melodramas de Televisa, y se vio obligada por las circunstancias a tener que mentir públicamente sobre sí misma, tanto a los medios, como a algunas amistades y personas fuera de su círculo más cercano, incluyendo a su padre, que ya para entonces estaba fuera de la unidad familiar.

"En ese tiempo estaba prohibidísimo que fueras eso [LBTQI]... tenía miedo de que me fueran a descubrir y me fueran a correr", señaló. "Y no solo yo, sino que le pasó a toda una generación de personas que tuvieron que vivir una doble vida". Y en efecto, unos años antes de esto, bajo el pretexto de la "renovación moral" que buscaba hacer el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, su esposa, doña Paloma Cordero, había solicitado a Emilio Azcárraga (el 'Tigre' himself) que tomara cartas en el asunto, lo que devino en una especie de 'purga' estalinista que hizo desaparecer a muchos actores y actrices, tanto estrellas como de carácter, de las pantallas caseras (al menos por algunos años) y esto acabó con muchas carreras.

Asustada como estaba, Kenia también enfrentaba una disyuntiva: vivir en el terror y expuesta a toda clase de cosas terribles —algunas revistas semanales de espectáculos (algunas muy conocidas) prácticamente extorsionaban a figuras que eran descubiertas en flagrancia, para que, a cambio de "guardarles el secretito", les dieran información exclusiva sobre otros miembros del medio artístico o sobre ellos mismos — o dejar que explotara la bomba al reconocerse abiertamente gay y dejar que sucediera lo que tuviera que suceder, incluso si significaba sabotear su propia carrera que iba en ascenso.

Eso fue lo que finalmente ocurrió cuando una de esas revistas (TVNotas) estaba por "sacarla" a la luz, hace más de una década, que ella decidió ganarles y hacerlo antes, por su cuenta, para reducir lo más que se pudiera el efecto nocivo de la noticia. "Y de todos modos pasaron muchas cosas. No me corrieron, pero sí dejaron de llamarme para muchos proyectos y hubo muchos reclamos. Hasta mi padre me buscó para decirme que tenía que pagarle daños y perjuicios cuando yo ya ni lo trataba. Fue duro, pero al menos ya no iba a estar con el terror de que me fueran a correr, de que me fueran a vetar."

Hoy en día, que una celebridad se abra de capa para hablar de su sexualidad ya no causa shock — he ahí los casos de Yolanda Andrade y Monserrat Oliver, por ejemplo—, pero en su momento, Kenia se jugó todo y sacrificó una posición cómoda por la libertad de ser feliz... y lo consiguió, sin que le importara pagar un precio tan alto.

Con la libertad que obtuvo, Kenia se dedicó a explorar las corrientes artísticas que más le gustaban, la poesía, la literatura, la música (su hermano David es compositor) y otras manifestaciones, ya sin las ataduras del miedo. "No me arrepiento de nada, por el contrario, si lo que hice ayudó a más personas a hablarle al mundo con honestidad, qué bueno. Yo no quería ni podía seguir mintiendo ni viviendo con temor."

La carrera de Kenia tuvo, definitivamente, un parón, pero no hay mal que dure 100 años y su versatilidad le permitió desarrollarse en más ámbitos: en teatro, por ejemplo, donde incursionó como dramaturga y directora. Eventualmente volvió a las telenovelas (primero con TV Azteca y después con Televisa) y a las series, siendo la responsable de interpretar a María Luisa 'Marilú' Hidalgo, la madre de Silvia Pinal (Itatí Cantoral) en la bioserie producida por Carla Estrada.

Actualmente, Kenia es una mujer plena, una artista consumada que no vive avergonzada de ningún aspecto de su vida y eso es algo que muchos deberían tomar en cuenta como un ejemplo de vida y valentía de cara a una situación que no tendría por qué ser adversa para ella ni para nadie.

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