Kevin Spacey es “tan malévolo como sus personajes”, según una de sus supuestas víctimas

Ni el manipulador Francis Underwood de House of Cards ni el misterioso Verbal en Los sospechos de siempre. El personaje al que más se parece Kevin Spacey según uno de sus denunciantes en el juicio por violencia sexual que se está llevando a cabo en Londres, es el asesino serial que el dos veces ganador del Oscar interpretó en Pecados capitales, la película de 1996 diriigida por David Fincher. A través de la grabación de su denuncia policial, la supuesta víctima, el primero de cuatro hombres en declarar en los tribunales, relató que el intérprete había comenzado el proceso de grooming desde el momento en que se conocieron y que en repetidas ocasiones lo había tocado en sus partes íntimas sin su consentimiento.

La declaración escuchada por los jurados forma parte de una acusación que los fiscales deberán probar durante las próximas cuatro semanas, en las que no se darán a conocer los nombres de las víctimas que sí estarán presentes en el tribunal, aunque serán interrogadas detrás de una cortina para proteger su identidad. Se trata de un procedimiento habitual en el Reino Unidos en los juicios por violencia sexual instaurado para evitar que la exposición disuada a las víctimas de hacer las denuncias correspondientes. En el proceso contra Spacey, que hoy estuvo presente en el tribunal, serán cuatro los hombres que declaren por hechos que habrían ocurrido entre 2001 y 2013. En aquellos años, el actor, que negó todos los cargos y sostiene su inocencia, se había instalado en Londres para trabajar como director creativo del prestigioso teatro Old Vic.

El denunciante que a principios de los 2000 trabajaba para la sala londinense y había sido asignado para asistir a Spacey, relató que fue atacado por él en más de diez ocasiones en un período de cuatro años y que esos ataques incluían tocar sus “áreas privadas” cuando estaban solos en un auto o ascensor. Según sus declaraciones, ya a las dos o tres semanas de trabajar para el actor, él solía frotar sus piernas mientras conducía, lo que derivó pronto en forzados toqueteos de sus genitales. Una transgresión que, según detalló el denunciante, en una ocasión cuando estaba llevando al actor a una fiesta organizada por Elton John casi provoca un accidente automovilístico. La víctima contó que en ese momento amenazó al actor con golpearlo si volvía a intentar algo similar, a lo que Spacey contestó que esa respuesta le parecía excitante. Además de describir al ganador del Oscar como una persona muy conflictuada y escurridiza, también explicó que su conducta era un secreto a voces en el teatro.

En el juicio que durará cuatro semanas y que los medios deberán seguir desde fuera del tribunal, ya que no se permiten las cámaras, el actor dos veces ganador del Oscar enfrenta doce cargos que incluyen delitos sexuales de acoso y violación contra cuatro hombres que declararán en el transcurso del próximo mes. Se trata del segundo proceso judicial que enfrentará el actor en el banquillo de los acusados luego de que fuera señalado por su conducta inapropiada y abusiva en 2017, durante los albores del movimiento #MeToo.

En octubre del año pasado, un juez en Nueva York desestimó la demanda civil del actor Anthony Rapp (Star Trek: Discovery) contra el protagonista de House of Cards, al que acusaba de una agresión sexual ocurrida más de 30 años atrás y al que le reclamaba 40 millones de dólares por “angustia emocional”. En esa ocasión, el jurado declaró al acusado no responsable, ya que todos respondieron negativamente a la pregunta de si Rapp tenía “evidencia probada” de que Spacey había tocado “sus partes sexuales o íntimas” cuando era menor de edad.

Con ese triunfo en su haber, Spacey declaró hace pocas semanas en una entrevista con la revista alemana Zeit que espera ser declarado inocente en Londres para así poder retomar su carrera. “Sé que ahora mismo hay personas que están listas para contratarme en el momento en que estos cargos sean descartados”. Lo cierto es que de ser declarado culpable el actor podría ser condenado a una pena máxima de prisión perpetua por uno de los cargos más graves que enfrenta, mientras que otros también son penados con la cárcel aunque la duración de esas condenas queda a discreción del juez.