Kiss: la loca historia de la peor película de la historia del rock

Una escena de la película de la banda considerada uno de los peores films musicales de la historia del cine
Una escena de la película de la banda considerada uno de los peores films musicales de la historia del cine

Lo mejor que se puede decir de Kiss contra los fantasmas es que resulta tan mala que no podés dejar de verla. Su mayor logro es que ofrece un espectáculo tan disparatado que precisamente por eso hoy se sigue hablando de ella. Seguramente el diálogo más cómicamente autorreferente de la película sea el siguiente: alguien ha perdido de vista a los cuatro integrantes de Kiss. Un tipo dice, sagazmente: “Tal vez se hayan ido a bañar”. Otro contesta, totalmente en serio: “No, los rockeros no se bañan”.

La publicación especializada en cine y televisión Coming Soon la denominó “la mejor peor película de la historia”, y Classic Rock la tildó como “la peor película de rock jamás hecha”. ¿Tan horrible es? Uno de sus protagonistas, Paul Stanley, guitarra y voz de Kiss, escribe en su libro de memorias Dar la cara: “Cuando comenzó el rodaje, no hacía falta ser un experto para darse cuenta de que estábamos hundidos en la mierda y de que no había manera posible de salir de ella”.

El póster de promoción del film de 1978
El póster de promoción del film de 1978


El póster de promoción del film de 1978

Era 1978 y Kiss estaba en la cima. Después de tres discos de buen rock and roll pero escasas ventas, el grupo estaba a punto de tirar la toalla. Entonces, su mánager, el conspicuo Bill Aucoin, propuso grabar un álbum en vivo, fórmula de moda en aquella época. Alive! (1975) fue el cohete al que se subió el cuarteto. Destroyer (1976), Rock and Roll Over (1976) y Love Gun (1977) convirtieron a Kiss en estrellas millonarias del rock. Eran cuatro tipos grotescamente disfrazados practicando buen rock para mover el cuerpo y las cabezas. Para unos eran unos genios, para otros unos fantoches.

A finales de los setenta no existía espectáculo más demencial e irresistible que el suyo, con lanzafuegos, sangre, baterías volando, pirotecnia para hacer arder Nueva York y buenas canciones de rock duro. Y llegó la película. La disfuncionalidad en el corazón del grupo bullía en aquel momento. Se les atragantó el éxito. El grupo se partió en dos facciones que no se dirigían la palabra: por un lado Paul Stanley (guitarra y voz) y Gene Simmons (bajo y voz), hombres de negocios infatigables; por el otro, en el bando de la fiesta y las drogas, asomaban sus cabezas Ace Frehley (guitarra) y Peter Criss (batería).

La cultura pop estaba dominada a finales de los setenta por un grupo de rock que vestía con plataformas, corpiños y maquillajes y por una película que narraba una guerra civil galáctica, cuyos protagonistas eran dos robots y un guerrero peludo. ¿Conclusión? Una mezcla de Kiss con La guerra de las galaxias. Fue una idea de Bill Aucoin, el mánager, que pensaba a lo grande: si los Beatles tenían su A Hard Day’s Night, Kiss no podía ser menos. Al fin y al cabo los dos grupos eran un cuarteto y componían música para la juventud. Kiss contra los fantasmas se puso en marcha.

Un concierto de la banda en 1978, el año de su apogeo
Un concierto de la banda en 1978, el año de su apogeo


Un concierto de la banda en 1978, el año de su apogeo

El argumento podría augurar una película clase B divertida: un científico trastornado atrapa a personas en unas atracciones de un parque diseñado por él para convertirlas en androides. El hombre se enfurece porque quieren rescindirle el contrato y planea una venganza. ¿Qué tiene que ver Kiss en todo eso? El grupo, que tiene programadas actuaciones en el parque, será el que desenmascare al perturbado. ¿Cómo? Paul, Gene, Ace y Chris tienen poderes gracias a unos talismanes. Dirigida por Gordon Hessler, un buen profesional de películas casi siempre televisivas, el nombre más importante del reparto (exceptuando los cuatro rockeros, claro) era el de Anthony Zerbe, un especialista en papeles de villano que interpreta al científico loco.

Sorprende ver unos efectos especiales tan pobres en una película con unas figuras tan grandes. Hay momentos para la historia del disparate cinematográfico: en plena borrachera, Frehley abandona el rodaje y nadie se da cuenta de que el que lo sustituye es un actor negro. Conclusión: en la trascendental pelea de la cámara de los horrores el guitarrista de Kiss es negro.

Kiss en una pausa de la filmación de la película
Kiss en una pausa de la filmación de la película


Kiss en una pausa de la filmación de la película

Los músicos debían aparecer a las seis de la mañana para someterse a una sesión de maquillaje de dos horas. Ninguno tenía paciencia. Además, exhibían una nula capacidad para la interpretación. Ni siquiera habían leído el guion. Así lo describe Stanley: “Una persona fuera de cámara nos hacía de apuntador. Cuando la cámara se ponía a filmar, yo gritaba: ‘¡Frase!’, y el apuntador me soplaba algo como: ‘Hey, Ace, ya es hora de irse’. Y yo lo repetía. Fue horroroso. Nada que ver ni de lejos con el arte dramático”.

El argumento es un dislate y el desarrollo aparece repleto de secuencias desconcertantes: ¿por qué Simmons hace callar a los policías con un gruñido?, ¿Qué hace la banda interpretando su canción “Beth” al lado de la chica, ¿intentaron homenajear a Sam Peckinpah con esas escenas de peleas a cámara lenta?, ¿por qué no borraron los cables que elevan a los músicos en la escena de levitación?

Lo mejor de la película es ver las imágenes en vivo del grupo interpretando éxitos como “Rock and roll All Nite”, “Shout It Out Loud” o “Almost Human”. La película se estrenó en televisión y luego en algún cine. Fue un fracaso y el detonante del peor momento del grupo. “Cuando los discos y las remeras del grupo se venden y las chicas quieren acostarse con vos, no tendés a ser demasiado analítico. Hubo problemas: eso es fácil decirlo después de décadas, pero no fue sencillo de entender en aquel momento”, contó Simmons a Classic Rock en 2022.

El resultado de la película estancó la carrera del grupo. Una vez más, el mánager Bill Aucoin al rescate, decidió que editaran un disco solista cada uno de los miembros. Los publicaron el mismo día, en septiembre de 1978. Fue una jugada tan surrealista que no salió mal. Al menos tuvo entretenidos a los seguidores: ¿cuál era el mejor de los cuatro?