La censura contra 'La casa de las flores' que puso en un aprieto a la familia de Manolo Caro

MEXICO CITY, MEXICO - AUGUST 08: Manolo Caro poses during the after party of the avant premiere of Netflix series
El guionista y director Manolo Caro construyó originalmente La casa de las flores como una serie que tuvo tres temporadas en Netflix, y después la continuó como película para la misma plataforma. (Foto: Víctor Chavez/Getty Images).

Algunos lo admitirán, otros que ni pagándoles millones de pesos es cierto, pero en nuestro ADN televisivo llevamos inserto el melodrama, desde los clásicos de Televisa que insisten reharán infinitamente, hasta las disruptivas que lanzó TV Azteca años atrás. Con la llegada de las bioseries y plataformas streaming, nuestras venas siguen bombeando intriga, culpa, pasión, anhelo por personas que creemos lejanas a nuestra realidad, pero que tienen algunas semejanzas con nuestros cercanos, como nos ocurrió con La casa de las flores de Manolo Caro.

Nos guste o no, La casa de las flores fue una telenovela moderna que conjugó todos esos elementos que Televisa supo explotar: traiciones amorosas, secretos familiares, la idealización de lo romántico, una familia de alta posición económica supuestamente perfecta y moralmente intachable. Y para cuajar todo esto, tuvo a la legendaria Verónica Castro como figura principal, aunque solo haya estado en su primera temporada, pero guardaron su memoria para los posteriores argumentos.

Siendo sinceros, lo que más nos llamaba la atención —además del hecho de poder "sintonizar" a la hora, el día, donde y con quien se nos diera la gana—, fue la crítica general en formato de comedia negra al esquema de la familia moral tradicional de México y que posiblemente se repite en muchas partes del planeta, además de convertirse en una de las series populares más emblemáticas del colectivo LGBTQ+.

Fue esa libertad y apertura de hablar y mostrar relaciones gays, tríos, parejas trans, ambiente queer, libertad sexual, sin olvidar el consumo de drogas (medicadas y las aprobadas legalmente) lo que algunos sectores conservadores no pudieron aceptar, como ocurrió en una escuela mexicana en Guadalajara, Jalisco, en la que, casualmente, estudiaban los sobrinos de Caro.

Manolo le contó a la periodista María Guerra en el podcast La Script, que cuando salió La casa de las flores "en México, mi país, daban panfletos a la entrada de los colegios donde pedían a los padres que se aseguraran que sus hijos no la estuvieran viendo. A mis hermanos les tocaba que se los daban, lo leían y explicarles a mis sobrinos 'no digan que su tío es el que hizo la serie, porque los van a echar del colegio'. Yo creo que eso ha hecho que mis sobrinos me adoren porque me ven como disruptivo, como divertido, como el tío que sus amiguitos quisieran tener".

Pero no solo se limitó a panfletos. El mismo director le contó al creador de contenidos Roberto Mtz que la anticampaña se replicó por otras vías. "En este rollo cuando se estrenó, había muchísimas ligas en WhatsApp de señoras 'no dejes ver a tus hijos ver La casa de las flores, y esa era la mejor mercadotecnia que le puedes hacer a un proyecto".

Aunque al realizador de No sé si cortarme las venas o dejármelas largas la situación le dio mucha risa, también ha reconocido que parte de su familia quizá no habría soportado ver su serie, como sus padres, a quienes describió en alguna ocasión como "súper norteños conservadores".

"Mi hermano avanzó para que la familia entendiera. Mi padre murió y me ahorré la mitad de los problemas porque hubiera sido una tragedia que viera La casa de las flores. Mi mamá es conservadora, pero me apoya muchísimo", dijo en 2020.

Y más allá del apoyo mediático o familiar que reciba Manolo Caro, él está convencido de que cada vez que haga una historia, su compromiso será "hablar de diversidad, hablar de empoderamiento, tener personajes femeninos que piensen, actúen y no estén solo a favor de lo que hacen los personajes masculinos".

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