Jimena Pérez y Rafa Sarmiento, los amorosos padres que se han convertido en una inspiración

La vida de los periodistas y presentadores de TV, Jimena Pérez, afectuosamente conocida como "La Choco" y Rafa Sarmiento, ha cambiado mucho desde hace algunos años, cuando su hijo más pequeño, Iñaki, fue diagnosticado dentro del espectro del autismo.

Aunque al principio la pareja — que es de las más queridas en el medio y la farándula mexicanos — mantuvo este tema apartado de la opinión pública, gradualmente decidieron compartir la historia del desarrollo de su hijo sea una inspiración y un apoyo a padres e hijos en una situación igual o similar.

No es fácil escribir este artículo, debo acotar. Por casi 20 años, Rafa, que también es un notable crítico de cine, ha sido uno de mis amigos más queridos (a él le debo numerosas anécdotas personales de gran alegría y solidaridad), y para Jimena tengo además del afecto, admiración por la manera respetuosa y objetiva en la que ha desempeñado su carrera como periodista y comentarista, algo que ha puesto en pausa y segundo plano, para dedicarse por completo a su familia, ya que además de Iñaki, son los padres de Iker, un niño espléndido y libre, cuyas ocurrencias han hecho, por años, las delicias de los lectores de las redes de sus padres.

Mantener la objetividad y no dejar que el cariño le gane a uno mientras escribe no es cosa fácil, pero he aquí que con los Sarmiento Pérez es mucho más que dar la nota: es abrir un sendero más, entre muchos que surgen alrededor del mundo, para ofrecer ánimo, apoyo, empatía y (¿por qué no?) esperanza a miles de personas, para desestigmatizar el autismo, para mostrar la enorme fuente de ternura y de corazón que Iñaki tiene, y para ayudar a que otros puedan encontrar la manera de normalizar sus vidas en esta circunstancia, que no debe ser vista, de ninguna manera, como algo negativo.

Como señaló la propia Jimena en una publicación en sus redes el 2 de abril, día internacional de la visibilización del autismo, este no representa un mundo aparte. Es solo un tono distinto en un espectro de colores que componen la vida.

Para que Iñaki pudiera recibir las terapias que específicamente ayudan a su desarrollo e integración, la familia tuvo que tomar muchas decisiones, algunas de ellas realmente drásticas, y lo hicieron en conjunto. Parte de esto fue la decisión de mudarse los cuatro a Madrid, donde Iñaki recibe la atención que necesita, Iker continúa sus estudios de primaria (y juega todo el tiempo con su hermanito, con quien lo une un vínculo estrecho y enternecedor de complicidad y afecto) y sus padres han modificado sus hábitos laborales, al tener que cambiar su base de operaciones.

Esto no viene sin sus sacrificios, y para ambos adultos ha sido particularmente duro: Rafa (que además, y me consta, es un músico de primera) trabaja como comentarista oficial del canal TNT, por lo que viaja mucho entre Atlanta y Buenos Aires y Jimena tuvo que renunciar a ser una de las titulares de 'Ventaneando', algo que hizo con lágrimas en los ojos, pero no de tristeza sino de emoción.

En medios, muy puntualmente, y con una gallardía a toda prueba, Jimena y Rafa han hablado acerca de su experiencia; el hecho de que no fue fácil al principio comprender que su benjamín era diferente pero no dejaron que la incertidumbre los venciera, al percatarse de que Iñaki no se comunicaba verbalmente como hacían sus demás compañeros en el jardín de infancia.

Si bien hubo quienes opinaban que esto podría ser algo normal (baste recordar el caso de Albert Einstein) buscaron más diagnósticos, hasta dar con el nombre: TEL (Trastorno Específico del Lenguaje).

Toda vez diagnosticado, este trastorno es tratable: La terapia se lleva a cabo con logopedas y psicomotricistas especializados en lenguaje, que trabajan con los padres de los niños con esta afección, para generar estrategias de intervención en este trastorno que consisten en aumentar la frecuencia con la que se presentan determinados objetivos lingüísticos asegurándose de que tales objetivos aparecen en contextos lingüísticamente factibles, ayudando al desarrollo de una comunicación verbal, mientras que ha sido probado que este trastorno no afecta de ninguna manera las aptitudes cognitivas empíricas del niño, ni su inteligencia.

En una entrevista con El Universal en 2019, Jimena señaló lo siguiente "[...] como papás es muy difícil aceptar que tu hijo pueda llegar a tener algo, y lo triste es que por eso o por temor al qué dirán, por no aceptar que tus hijos tengan algo diferente, les están quitando posibilidades de mejorar cuanto antes, de llevar una vida mucho mejor”, y añadió: "La ayuda del neurólogo ha sido básica porque una se culpa por cualquier tontería, piensas que si hubieras tomado más ácido fólico él no tendría el padecimiento y el doctor me decía que no, que así es la genética, es infinita y que en realidad no hay nada que pudiéramos hacer para que esto no ocurriera, ellos te ayudan mucho a quitarte fantasmas de la cabeza".

La valentía, amor y alegría (sí. Alegría: es palpable que esta situación no es una tragedia, y el amor y el humor y las risas en la unidad familiar han ayudado enormemente a su misión) con la que Rafa y Jimena han tomado esta situación se ha traducido en una respuesta emocionante por parte de sus seguidores, quienes han brindado toda clase de afecto y parabienes a la familia. Y con justa razón.

A título personal, y si ustedes lo permiten, me siento muy conmovido, emocionado y optimista, al ver la manera en que Iñaki va creciendo, rodeado del amor de su familia. Ver cómo sus padres, en otro país, en otra ciudad —aún bajo las circunstancias pandémicas — han conseguido que su infancia (y la de Iker) sea plena de amor y de calidez. Toda crianza es un desafío, y si las circunstancias son especiales, lo es aún más.

Pero donde hay amor y tenacidad (y estos dos son claro ejemplo de eso: vean cómo han triunfado como profesionales impecables y como personas maravillosas), toda adversidad se torna una lección de vida que ayuda a iluminar cualquier penumbra. Y esta es la razón que me conmueve mientras se piensa en ellos y su generoso corazón.

En México, 1 de cada 115 niños vive con autismo, una cifra que puede ser mayor porque los censos no incluyen a personas que viven con Trastorno del Espectro Autista. Fuentes: Asociación Autism Speak
En México, 1 de cada 115 niños vive con autismo, una cifra que puede ser mayor porque los censos no incluyen a personas que viven con Trastorno del Espectro Autista. Fuentes: Asociación Autism Speak

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