Laura Zapata y su gran dolor por no haber podido formar una "familia clásica"

MEXICO CITY, MEXICO - DECEMBER 18: Laura Zapata looks on during an event to present the book 'Pensamiento Ventana' on December 18, 2021 in Mexico City, Mexico. (Photo by Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images)
Laura Zapata durante a presentación de su libro Pensamiento Ventana en 2021 (Foto: Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images).

Laura Zapata es tan buena actriz -una de las villanas más temidas en la televisión- que un día una empleada doméstica se negó a trabajar con ella pues decía que la actriz maltrataba a sus empleados, o por lo menos eso es lo que creía tras verla en alguno de sus legendarios antagónicos en telenovelas donde se portaba mal con el personal de servicio.

Pero detrás de esa fama de malvada que ha forjado desde la década de 1970, Zapata se considera una mamá gallina, enérgica, que además tuvo el reto de criar sola a sus hijos, Claudio y Patricio, que son su orgullo pero que no llenan un anhelo que tuvo desde pequeña: formar una familia.

Hija de Yolanda Miranda y Guillermo Zapata Pérez, su infancia estuvo marcada por el divorcio de sus padres, por lo que nunca tuvo un recuerdo de ellos juntos. Él buscó la forma de hacerse presente en la vida de la futura actriz. "Todos los domingos pasaba por mí, me llevaba a Chapultepec", le contó a Yordi Rosado.

Su madre, por otra parte, después contrajo nupcias con Ernesto Sodi y de esta relación nacieron sus medias hermanas, la arqueóloga Federica Sodi, la pintora Gabriela Sodi, la escritora Ernestina Sodi y la cantante Thalía. Entonces, la pequeña volvía a sentirse integrada en una familia.

Pero no fue así. En aquella plática con Rosado, la actriz de Pobre niña rica confesó que no creció cerca de sus hermanas porque el padre de ellas, Ernesto Sodi, la rechazó y cada vez que acudía a verlas o a su madre, vivía momentos de terror. "Por las vivencias, por la energía, por toda la agresión física, a lo mejor sin palabras. Era una persona alcohólica, transgresora, era muy fuerte. Era una persona a la que yo le tenía miedo, de la que yo me tenía que esconder cuando él llegaba", dijo.

Miranda entonces decidió que Zapata creciera al lado de su abuela, Eva Mange. "A esa edad ni piensas, todo mi mundo de niña fue padrísimo, de juego, de diversión, de teatro, vivía con mi abuela y era muy feliz con ella, aunque como dividida, mi cuerpo estaba con mi abuela pero el pensamiento estaba con mi mamá. 'Yo tengo una mamá, ¿dónde está?', mis hermanitas, yo las adoraba", dijo en una ocasión a Gustavo Adolfo Infante.

Años después conoció a Juan Eduardo Sodi, quien resultó ser primo de su media hermana Thalía. "Lo conocí en una comida de Pilar Pellicer (...) y le dije 'tú te vas a casar conmigo'". Nueve meses después, la pareja contrajo nupcias y estuvo casada por seis años. "Me arrepiento de haberme divorciado, pero ya no hubo marcha atrás", le dijo a Infante.

Su arrepentimiento se debió más a su ideal de tener algo que le negaron de niña, una familia.

"Yo sí me casé con la idea de estar para siempre y ser una familia de mamá, papá e hijitos; es uno de los dolores grandes que tengo en la vida, no haber logrado una familia clásica hasta que mis hijos tomaran su rumbo", dijo la también productora en el canal Pelayito y en la boca.

El anhelo se fue diluyendo con los años pues aunque tuvo dos relaciones importantes, ninguna cedió a las nuevas preocupaciones de Zapata que fueron sus hijos.

"Uno se quería casar; mis hijos y sus hijos se llevaban de maravilla, 'nos casamos, nos casamos, pero... te vienes a vivir a mi casa'", contó la actriz que su pareja le decía. Pero esa condición no le gustó, y planteó otra posibilidad: que cada uno vendiera sus respectivas casas y formar un nuevo hogar donde los hijos de ambos se sintieran aceptados. Sin embargo, aquel novio se negó y entonces Laura cedió, pero con la condición de que ante un notario se estipulara que el futuro nuevo hogar quedaría repartido en partes iguales.

"Le dije 'vamos con el notario y entonces ponemos el 50% de la casa a mi nombre y el 50% de tu casa a tu nombre, porque yo no me voy a echar el tiro de que un día uno de tus hijos —a los que quiero, amo y adoro—, voltee y le diga a mi Claudio y a mi Pato '¿y tú por qué estás en mi casa?' y se sientan mal. Entonces no me casé porque él no aceptó eso", contó.

Otra razón que le impidió cumplir con su sueño fue la idea de imponerles un padrastro que mirara mal a sus hijos, como le ocurrió con Sodi.

"Las madres también tenemos que sacrificarnos porque tú decides tener hijos, ¿para qué?, los vas a cuidar, los vas a ver crecer, los vas a educar, los vas a amar, los vas a hacer de verdad íntegros, que se quieran, que se respeten; o los vas a traer de un lado, o les vas a decir 'tu nuevo tío'. ¡No, qué es eso!".

Aún con esas oportunidades y anteponiendo las necesidades de sus hijos, Laura Zapata lamenta no tener esa figura, "añoré siempre tener una familia, porque nunca la tuve".

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