León Gieco: cuál es el problema de salud que le impide subir a los escenarios y el testimonio de su socio musical, Luis Gurevich
Si no hubiera un León Gieco, habría que inventarlo. La célebre frase patentada por Mercedes Sosa hoy la repite Luis Gurevich, su alma mater musical, cuando habla del presente del cantautor santafesino.
Es un nuevo año sin presencia de León en los grandes festivales de música popular del verano. En su entorno íntimo -el artista suele hablar poco con los medios- revelaron a este diario que aún no tiene fecha prevista para retomar agenda y que se encuentra en pleno descanso, abocado a tratar un trauma acústico. O sea: que este año está por armarse en base a cómo se sienta con sus oídos, afección por la que suspendió sus últimas presentaciones en Uruguay.
Consciente de su figura pública, como lo hizo notar el Papa Francisco, a quien el año pasado le cantó en el Vaticano, en los últimos días se expresó en contra del desfinanciamiento del Instituto Nacional de la Música. A su vez, Javier Milei musicalizó un video en el que mostró su viaje a la Antártida Argentina con su canción “En el país de la libertad”.
“Lo veo bien, estuvo haciendo varias cosas últimamente. Viajó a los Latin Grammy, tocó en el CCK el ciclo De Ushuaia a La Quiaca, hizo el show Alza la Voz con Lito Vitale, se vinculó con Agarrate Catalina. Hablo con él con frecuencia, cuando nos juntamos escuchamos cosas viejas y viendo qué sale de nuevo”, cuenta a LA NACION el pianista y compositor Luis Gurevich, con el que hace tiempo produce sus discos.
Una de sus recientes colaboraciones fue la musicalización del poema “Séptimo vuelo” de Hamlet Lima Quintana, para el proyecto Canciones para no morir, a cien años del natalicio del poeta y escritor en una producción conjunta junto a Manu Sija. En estilo de ranchera, el tema salió en las plataformas en el cumpleaños 72 de León, en noviembre de 2023, a poco de inaugurarse el museo Espacio León Gieco en su pueblo de Cañada Rosquín.
Pero no fue su última grabación. En su tren de frecuentes colaboraciones, grabó con Barbarita Palacios, Javier Casalla, Maggie Cullen, David Tagger y tiene otras en curso, como con Rubén Goldín para su próximo disco. A comienzos de diciembre del año pasado, salió con la canción “Lágrimas de Hielo” junto al uruguayo Sebastián Olivera. Allí León cantó a dúo y tocó la armónica.
“Solo veo propagandas de regalos de bombones/espumantes rebajados, cohetes, bombas y turrones/calles llenas de oportunos con fantásticas ofertas/de productos ordinarios, descartables y berretas/y a Jesús poco lo nombran, es un ángel en la sombra/sus palabras en el viento hacen eco en un desierto/y en la mesa habrá comida, también copas con bebidas/y en la gente con conciencia, la tristeza contenida/y lágrimas de hielo me saca la Navidad”, interpretó en una de los tramos más potentes del tema.
El mismo diciembre en el que recibió la noticia de que Israel recuperó los restos de su sobrino nieto, Ron Sherman: tenía 19 años, era hijo de un sobrino de León y desde hace un año cumplía el servicio militar obligatorio en su país. “Que te eleves en paz. Bien lejos del horror”, escribió el músico en sus redes sociales, donde compartió una foto de su familiar fallecido. En octubre, a través de una publicación en Instagram y con los acordes de su popular canción “Sólo le pido a Dios” como introducción y cierre, Gieco había pedido por la paz entre árabes e israelíes y dijo que en este tipo de conflictos “los que sufren siempre son los pueblos, tanto judío como palestino”.
“Pido -agregó- por una salida pacífica en este conflicto milenario y cruel, pido por el regreso de todos los rehenes a sus lugares y en mi caso particular pido por la vuelta de mi sobrino Rony Sherman, por el amor que nos une como familia y por el amor universal que no debe morir jamás”.
Poco después grabó “Sólo le pido a Dios” en una mezquita del barrio porteño de Colegiales con la participación de Gastón Saied en representación de la comunidad judía, y de Nuri Nardelli, del Alma Sufì Ensamble por la paz en Medio Oriente. Lo singular del registro es que lo hizo en hebreo, árabe y castellano.
“Con León siempre viajábamos a Estados Unidos para hacer sus discos y volvíamos a los quince días, pero la pandemia cambió las cosas”, rememora Gurevich sobre la grabación colectiva de su último disco, El hombrecito del mar (Universal-EMI), editado en 2022.
León no tiene banda propia desde 2017 y además suele grabar con músicos de Estados Unidos desde los noventa. Durante la pandemia con Gurevich desarrollaron una dinámica más de largo plazo, más relajados. Luego se vieron barbijo mediante en Buenos Aires y se conectaron por Zoom con el ingeniero y mezclador argentino Gustavo Borner, que vive en Los Ángeles, para hacer sesiones de grabación con los músicos elegido. Así se fue armando El hombrecito del mar: grabaron con Emma Shapplin desde Francia, con Lila Downs en México, con músicos de Carlos Vives en Colombia, con Silvio Rodríguez en Cuba, con Roger Waters en Inglaterra, con Agarrate Catalina en Uruguay, con Carlos Núñez en España. “Para mí siempre es un honor que me vuelva a elegir, el último disco vuelve a reflejar una amistad entrañable”, suelta Gurevich tras once años sin publicar un disco con canciones nuevas.
En El hombrecito del mar aparecen, una vez, los temas recurrentes de León: las pequeñas historias de lucha, las iniquidades sociales, los flagelos del mercado en la vida cotidiana, el desarreglo climático, los avatares de la política. En el tema “Soles y flores”, cantado a dúo con Lila Downs, entona: “Dos clases de personas hay. Las que piden y las que dan, las que hacen y las que nunca hacen nada”. Como plus el disco trajo un complemento en una serie de videoclips. En “Todo se quema”, tema que abre el disco con la participación del mexicano Jaime López, se encuentra una bella resolución gráfica en las ilustraciones realizadas por el director, Daniel Marín, que a cada estrofa proyecta imágenes animadas en el papel.
El año pasado Gieco tuvo varias actuaciones públicas. En los Premios Gardel fue distinguido en el rubro “Álbum canción de autor” y no dudó en afirmar que era el mejor disco de su carrera. El autor de “Sólo le pido a Dios” le puso música a la muestra “Donde caen los sueños” en el Museo Malvinas, en el marco de la exposición de Laura Kornblihtt, y allí dio un concierto en julio junto a varios músicos invitados, donde interpretó clásicos como “Cinco siglos igual”, “Pensar en nada” y compartió escenario con Joana Gieco, su hija, con quien interpretó una versión de “Canto en la rama”.
En un intenso trajín compartió en el Teatro Colón junto al gaitero Carlos Núñez; después volvió sobre De Ushuaia a La Quiaca junto a Santaolalla como parte del ciclo Discos esenciales de la democracia en el CCK; con Ricardo Mollo y con Santaolalla estrenó “Tu razón de ser”, canción pensando en Conduciendo a Conciencia, la organización que desde la tragedia del Colegio Ecos lucha por una nueva conciencia vial. Una vez más no soltó la mano del compositor afincado en Estados Unidos, compañero de ruta a punto tal que en El hombrecito del mar cantaron juntos el tema “La amistad”. “No soy amigo de papeles/que se firman y prometen/que te amaré para siempre/prefiero la libertad/de amor y de pensamiento/eso es mucho más transparente”, canta León con la música de Santaolalla.
Cuenta León por escrito en el libro Crónica de un sueño (Planeta), compartido con Oscar Finkelstein: “Gustavo me hizo escuchar ‘The free weeling’ de Bob Dylan y me cambió la cabeza”. Poco después llegó el mítico viaje de Ushuaia a La Quiaca, y una fuente inagotable de canciones grabadas para siempre en la memoria colectiva. ¿Cuál fue la canción más escuchada durante la guerra de Malvinas? Según cuenta Patricio Zunini en su reciente Se va a acabar (Leamos), más que la “Marcha de Malvinas” estaba “Sólo le pido a Dios”, que se había grabado mucho antes en el marco del conflicto del Beagle.
Con su clásico espíritu solidario por las luchas sociales, el inquebrantable y multifacético Gieco sigue cantando con espontaneidad una canción folk, un rap, un blues, una vidala, una ranchera, un chamamé, una cumbia o un rock furioso. Todos los estilos, todos los géneros populares conviven creativamente en él, sin el ánimo del experto. “En todas mis canciones siempre hay un nudo esperanzado”, ha dicho en una de sus últimas entrevistas, reflejando su constante toma de posición política.
“Es uno de los músicos más queridos de la Argentina por su valioso aporte a la música popular, por su cercanía amorosa con el pueblo y por su manera de ser”, dice Teresa Parodi, que lo volvió a contactar para su último disco, Retrato de familia (Sony). “Cómplice de caminos, de sueños, de ideales, con el que siempre se disfruta mucho -lo definió-. Compartí muchos escenarios, conversaciones, puedo dar cuenta de la calidez de su amistad, como un viaje inolvidable que hicimos con Mercedes Sosa a Israel. Tiene una alegría para aglutinar que le sale naturalmente. León forma comunidad”.
Martin Sued es un joven bandoneonista argentino que tocó con la fadista portuguesa Sara Correia. A través del productor musical de Sara, llegó a colaborar en el último disco de León. “Fue una emoción participar porque evoqué el bandoneón de Dino Saluzzi en sus temas. Entonces meterle el fueye a un tema me llevó a tenerle un cariño especial a su enorme caudal compositivo”, recuerda Sued, que evidenció otra constante de León: la de colaborar con un amplio abanico de instrumentistas, cantores, compositores y músicos del mundo.
Usina inagotable de anécdotas y vivencias, el prolífico León Gieco no acostumbra a quedarse quieto y en su entorno saben que de su descanso saldrán nuevas canciones con sus llanas y creativas letras, esa mezcla de poesía, lucidez y sarcasmo para denunciar las injusticias de un mundo desigual. “Es una figura inigualable, uno de los músicos que quedan de su generación y que sigue vigente, inquieto, haciendo cosas y buscando nuevos sonidos. En un momento actual donde todo se sesga al individualismo, un artista tan solidario como él resuena muy importante con su palabra”, concluye Luis Gurevich, que tocó con el Chango Farías Gómez y otros grandes artistas pero cuya principal transformación musical la vivió en el camino recorrido junto a León. El trovador santafesino que una y otra vez ha repetido lo mismo: “Mis mejores respuestas están en mis canciones”.