Leticia Calderón y la llamada que cambió su vida para siempre gracias a un extraño sueño

Leticia Calderón . (Photo by Luis Marin/ Eyepix Group)
Leticia Calderón . (Photo by Luis Marin/ Eyepix Group)

Mientras que muchas actrices eligieron esa profesión porque soñaban desde niñas con las cámaras, o porque crecieron en sets, Leticia Calderón lo hizo por una acción fortuita cuando era una adolescente. Una llamada telefónica a destiempo que le cambió la vida.

Su padre fue un hombre que quiso ser actor pero no lo dejaron, y para cumplir esa ilusión y no quedarse con las ganas, aceptó participar como extra en películas de Angélica María y Enrique Guzmán. También participó en el programa de cuentos infantiles de Cachirulo.

Ese fue el antecedente de la familia Calderón con la actuación, una carrera que a Leticia no le interesaba ni le atraía. Tampoco le llamaban la atención las telenovelas, contenidos que eran vistos por su mamá al grado de ponerle Yara a una perra de raza pastor alemán por la telenovela que protagonizó Angélica María en 1979.

Un anuncio en la televisión alteró su destino. El productor Valentín Pimstein jóvenes para la telenovela Chispita y la familia Calderón vio una oportunidad para que Lety probara suerte. Asistió al casting y compitió contra Mariana Levy, Usi Velasco, Nailea Norvind y Lucerito, quien fue la seleccionada para quedarse con el rol estelar.

"1982 fue el año de las audiciones. Me acuerdo que la directora del Centro de Capacitación Artística, Mireya Asúnsolo, dijo 'si no les hablo en septiembre, ya, olvídenlo'. Las audiciones fueron en mayo. Total, pasa septiembre, octubre y mi mamá me dijo 'oye Lety, yo creo que ya no'. No era algo que me quitara el sueño, no era mi objetivo", le cuenta la actriz a Isabel Lascuráin en su programa Abre la caja de.

Contenta por haber participado, Calderón se dio por bien servida con intentarlo en un medio que no le llamaba la atención. Sin embargo, en un hecho inusitado, previo a despedir 1982 sonó el teléfono de su hogar para recibir una noticia que parecía sacada de una película.

"En diciembre, me acuerdo que llamó Mireya Asúnsolo a la casa y dijo que una noche anterior había soñado con mi nombre en una marquesina, que ya tenía a sus 20 adolescentes, pero que iba a hacer una excepción en aceptarme a mí en el grupo de adolescentes en el CEA. Entré en enero (de 1983)", recordó.

El sueño de Asúnsolo fue un augurio al que quiso hacer caso. Lo tomó como una revelación para que Calderón se convirtiera en actriz y fuera una de las egresadas más destacadas del CEA de Televisa, institución que en ese momento dirigía. Lety aprovechó la superstición para integrarse al Centro de Capacitación Artística.

Tras su ingreso a clases recibió inmediatamente una oferta laboral a su corta edad, 14 años. Lo de menos era debutar sin preparación, lo que preocupaba era violar una regla establecida por Televisa: los estudiantes del CEA no podían contratarse para laborar como actores y actrices mientras cursaban el primer año. Tocada por la diosa fortuna, Calderón recibió un permiso especial.

"Lo primero que hago es (la telenovela) Amalia Batista. (...) Llegó el señor Valentín Pimstein a hacer una audición, porque quería lanzar a alguien, y quedé yo. Estaba prohibido trabajar antes de terminar ese año, que era todo el 83, porque los del CEA estábamos estudiando. Dieron la autorización. Mi primer cheque lo cobré a los 14 años. Salí de la hija de Susana Dosamantes, me pintaron el cabello de negro", contó.

El contrato inicial fue de 30 capítulos pero el éxito de la telenovela se extendió a 300 episodios, lo que causó un conflicto en Lety, porque también estudiaba la educación media. Al cumplir 15 años culminó la secundaria para ingresar a preparatoria, esto al mismo tiempo que cursaba actuación.

El cansancio, la presión por sacar adelante ambos universos formativos y el estrés estaban pasándole factura en los planos físico y emocional hasta que su padre habló con ella. Sin imponerle, la conminó a tomar una elección sobre su porvenir. Estaba abierto a la posibilidad de que su hija decidiera renunciar al futuro de una carrera universitaria, aunque igualmente se sentía tranquilo si renunciaba a actuar después del buen comienzo que estaba teniendo.

"Mi papá me vio y dijo 'Leticia, veo que te estás matando, así que escoge ya si vas a ser actriz o seguir en la escuela, pero a algo tienes que renunciar ya'. Cosa que otro papá hubiera dicho 'a mí me terminas primero la escuela'", comentó.

Bien dicen que elegir es renunciar. Leticia Calderón tomó la batuta de su porvenir en una profesión que la tiene en el lugar que está, como el de una primera actriz. Para ella no hay imposibles, así que no descarta la idea de algún día cumplirse el propósito de obtener un título universitario.