Liam Gallagher revivió el espíritu de Oasis en el Movistar Arena
Más allá de la enorme repercusión generada alrededor de la visita de Coldplay y su indiscutido récord de diez conciertos en el estadio de River, lo cierto es que muchos otros grandes nombres de la música internacional continúan desembarcando en Buenos Aires como parte de una amplia cartelera que parece desconocer la palabra pausa. Y entre ellos, la figura del mismísimo Liam Gallagher emergía de un modo notable.
Con el pretexto de presentar oficialmente C’mon you know, su tercer álbum en calidad de solista, el reconocido cantante británico volvió a pisar suelo argentino para reencontrarse con sus fans locales en un colmado y fervoroso Movistar Arena. Las críticas por demás favorables en torno a su más reciente trabajo discográfico, descripto por los medios especializados como el más convincente, osado y experimental de su carrera y de “extraño” por el propio Gallagher, volvieron a colocarlo en el centro de la escena, generando a su vez una renovada expectativa por verlo en vivo.
Sin embargo, el show de esta nueva escala porteña estuvo signado por el marcado acento nostálgico que caracterizó a una lista de temas conformada mayoritariamente por los grandes clásicos de Oasis, otorgando especial énfasis a sus dos primeros, fundamentales e indispensables discos. Recorrer parte del exitoso cancionero del grupo que supo compartir con su hermano Noel es algo habitual de sus presentaciones en vivo. No obstante, en esta oportunidad sorprendió por su cantidad, algo que el público disfrutó y agradeció con creces.
Precedido por el popular cántico futbolero del Manchester City (cuadro del cual es hincha fanático) y “Fucking in the bushes” (Oasis) sonando de fondo, tal cual estaba previsto, y con puntualidad inglesa, a las nueve de la noche Liam Gallagher y su banda irrumpieron en el escenario y a través de furiosas versiones de “Morning glory” y “Rock’n roll star” se colocaron al público en el bolsillo desde el primer minuto.
Tres pantallas verticales exhibiendo imágenes con tonos que viraron preferentemente del sepia al blanco y negro como telón de fondo, sumadas a una correcta iluminación, otorgaron el contorno ideal a una velada intensa, que prosiguió con “Wall of glass”, incluido en As you were, su debut solista de 2017, y pronto retomó el célebre sendero de Oasis mediante “Stand by me”, “Roll it over” y “Slide away”.
Los acordes del contagioso y festejado “Everything’s electric”, primer corte de difusión de C’mon you know compuesto junto a Dave Grohl (Foo Fighters) y con un cierto guiño a Los Rolling Stones, inauguraron el segmento dedicado a su presente en solitario. Así se sucedieron “Soul love” (única referencia a Beady Eye, su primer proyecto post Oasis), “The river” (que decidió detener de golpe y retomarla tras un inconveniente sonoro) y “Once”, ambas de su segundo disco Why me? Why not (2019), más las recientes “Diamond in the dark” (con un pulso rítmico que remite a los Arctic Monkeys de sus primeros años) y “More power”, una emotiva balada de comienzo acústico en la que, entre otras cosas, pide disculpas a su madre por su carácter hosco y difícil.
Luciendo una parka camuflada de estilo militar y colocando como siempre ambas manos por detrás de su espalda más el mentón en alto frente al micrófono, el bravucón Liam se adueñó del escenario destilando su típica e inconfundible estampa provocadora y pendenciera sin dejar nunca de observar al público con gesto desafiante.
Si bien las canciones de su flamante tercer álbum lo muestran un tanto más sólido, inquieto y curioso en el rol de compositor, es sabido que, hasta el momento y en líneas generales, su material solista carece del vuelo, la creatividad y la inventiva que supo rodear al repertorio de Oasis. No obstante, el fuerte y el sello distintivo del menor de los Gallagher descansa fundamentalmente en su desempeño escénico y en esa voz áspera y rasposa que ya es toda una marca de fábrica desde que irrumpió en el rock a mediados de la década del noventa.
Las saturadas bases pergeñadas por la batería, el bajo y los teclados conformaron un colchón sonoro sobre el que se apoyaron tanto las voces de dos coristas femeninas como el trío de guitarras abrasivas que convirtieron al estadio en una auténtica usina de rock abrasador e incandescente. Tal fue la atmósfera cuando el poderoso sexteto tomó por asalto a la multitud mediante las coreadas “Some might say”, “Cigarettes & alcohol” (desatando un frenético pogo en el sector más cercano al escenario) y ese himno fabuloso llamado “Wonderwall” que el anfitrión dedicó a Sergio “Kun” Agúero, uno de los máximos ídolos de los citizens.
“Cuídense; feliz Navidad; nos vemos en cualquier momento”, expresó a modo de saludo final no sin antes arrojar sus maracas a la platea. Las eternas e inoxidables “Live forever” y “Champagne supernova”, en contundentes versiones, anunciaron el epílogo de un concierto enérgico y entretenido. Apenas noventa minutos le bastaron a Liam Gallagher para revivir sin tapujos el espíritu de Oasis a lo largo de una noche en la que su glorioso pasado le ganó por goleada al presente.