No, los licores "digestivos" no te ayudan a hacer la digestión

Apenas falta un mes y medio para las navidades más atípicas de nuestra vida. Es posible que nos reunamos menos y, por extensión, comamos y bebamos menos. Un punto a favor de nuestra salud, si queremos ver el lado positivo. En Navidad se bebe mucho antes, durante y después de la comida, cuando ya nos hemos metido un trozo de turrón en el cuerpo y no podemos más. Es el momento en el que hace su aparición el cuñado y nos ofrece “un digestivo para quedarnos a gusto”.

Los digestivos, ¿hacen honor a su nombre realmente? Foto: Getty Creative
Los digestivos, ¿hacen honor a su nombre realmente? Foto: Getty Creative

La forma que puede adoptar esa bebida “digestiva” es múltiple. Puede ser una infusión, sí, pero es más que probable que acabe siendo un licor alcohólico en un abanico amplísimo, que va desde el brandy de Jerez hasta el pacharán, pasando por el licor de grapa o incluso el gin-tonic. Pero, ¿de dónde viene esta tradición de tomarse una copita tras la comida?

Al parecer, tiene que ver con la tradición de vincular el alcohol para usos médicos, ya desde época griega y romana. En la Edad Media, sin ir más lejos, nos encontramos con una bebida hecha a base de vino, azúcar y especias a la que se daba el nombre de hipocrás, en referencia a Hipócrates y que se consideraba que echaba un cable para facilitar la digestión. Desde ese momento el número de digestivos que se toman en todo el mundo se disparan. Ejemplos son el amaro italiano, el Jägermeister alemán o el pacharán español. También hay quien prefiere un vaso de whisky o una copa de coñac.

Un vaso de coñac, todo un clásico post-comidas. Foto: Getty Creative
Un vaso de coñac, todo un clásico post-comidas. Foto: Getty Creative

La pregunta que hay que hacerse hoy, en pleno 2020, es si estos digestivos pueden echar una mano realmente a la hora de hacer la digestión. “No encontramos estudios científicos que apoyen que el consumo de alcohol mejore la digestión. Tan solo hay un artículo de 1993 que explica que, en cantidades moderadas, podría aumentar la secreción de ácidos gástricos y de una encima digestiva llamada gastrina. El problema con esto es que la secreción de ácidos gástricos puede aumentar la inflamación y, por otro lado, el alcohol ralentiza el vaciado del estómago, con lo que en ningún caso podemos asegurar que el consumo de alcohol favorezca la digestión”, explica Álvaro Sánchez, nutricionista de Medicadiet.

¿De dónde sale entonces esta idea de que una copa de licor ayuda a sentirse mejor tras una copiosa comida? “Esa sensación de mejora relativa puede venir de la mano del efecto vasodilatador del alcohol, que hace que quizá puedes llegar a sentirte un poco mejor y notar más ligereza en el estómago, pero hay que tener en cuenta que lo que se produce con este es que notemos más calor porque la sangre se traslada a las extremidades, a la parte externa del cuerpo. Lo que sucede en el aparato digestivo en ese momento va por otro lado y lo que sí sabemos es que hay multitud de estudios y artículos que refrendan que el consumo de alcohol aumenta el riesgo de padecer gastritis, reflujo y cualquier tipo de cáncer del aparato digestivo”.

Las copas tras los banquetes navideños son un clásico. Foto: Getty Creative
Las copas tras los banquetes navideños son un clásico. Foto: Getty Creative

Además, Sánchez alerta de otro efecto colateral de un consumo de alcohol excesivo que es “la alteración de la microbiota intestinal, que tiene mucho que ver con todos los sistemas del cuerpo y va a incidir en problemas digestivos, pero también de cualquier otra índole”.

Lo que Sánchez recomienda para una mejor digestión es “cuidar la alimentación y no pensar que por tomar una copita vamos a mejorarla. Al contrario, se trata de cambiar la alimentación y consumir menos grasas y más fibras. Cuando un paciente con problemas digestivos cambia la alimentación la mejoría suele ser espectacular”. Y finalmente, una recomendación que sería el resumen en muy muy corto de por qué los digestivos no tienen sentido: “El consumo de alcohol nunca es beneficioso para la salud. Si hay que recomendar una cantidad, esta sería cero”, concluye Sánchez. No diga digestivo, mejor diga caprichito para la sobremesa, entonces.

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