Lo peor que te puede pasar en Nochevieja, según el cine

Cada país tiene sus propias tradiciones. En unos se toman doce uvas (una por cada campanada). En otros cenan lentejas (dicen que traen fortuna). Otros tiran la casa por la ventana con los fuegos artificiales. Otros hacen bajar una enorme bola repleta de luces en pleno centro neurálgico de la ciudad. Cada uno a lo suyo y todos a lo mismo: a celebrar la llegada del nuevo año. Porque aunque el 1 de enero es el día que siempre va después del 31 de diciembre igual que el 1 de abril va después del 31 de marzo, eso de cambiar de año tiene cierto efecto psicológico.

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(Foto: © 2000 - Alliance Atlantis and Miramax)

Sino que se lo digan a la buena de Bridget Jones con su larga lista de propósitos de año nuevo por cumplir. Así que, como manda la tradición, toca celebrar con alcohol y una buena fiesta de por medio el cambio de dígito en el calendario. Uno podría pensar que lo peor que le puede pasar en Nochevieja es que su archienemiga acuda a la fiesta del momento con el mismo vestido, que el alcohol sea de garrafón o no tener plan y verse obligado a pasar la noche viendo esos programas enlatados grabados semanas antes. Pues no, hay cosas mucho peores y el cine ha dado buena cuenta de ello.

Empezamos el repaso con un ejemplo muy drástico y reciente. Que un cámara más centrado en el trasero de quien pasa por delante que en estar a lo que está te golpeé con una grúa en medio de la grabación de uno de esos programas y quedarse tieso/aplastado en el sitio. Eso le pasaba a uno de esos extras que hacían de público en la disparatada Mi gran noche. No era Nochevieja como tal, pero lo pretendía.

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(Foto: © Sony Pictures Home Entertainment)

Esa muerte tonta en una pretendida Nochevieja es difícil de superar, pero hay que intentarlo. ¿Qué tal ser Sigourney Weaver y que un fantasma se encapriche de tu bebé? Como si ser madre soltera, bueno, divorciada, no fuese lo suficientemente duro, va un ente paranormal y se empeña en robarte a tu criatura obligándote a llamar a tu ex y a sus amigos frikis para que le den caza y poder tomarte el cambio de año con calma. Al menos en Los cazafantasmas 2 se lo tomaban con mucho humor.

De eso no había en Poseidón. Anda que no lo pasaban mal los pasajeros del imponente barco, ataviados con sus mejores galas cuando se iban a pique entre agua, cables y fuego en altamar. Si ya es difícil sobrevivir en una situación así, mucho más si encima ellos van de chaqué y ellas de vestido largo de noche. Que eso se empapa, se pega al cuerpo y a ver quien supera el reto por la supervivencia.

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(Foto: © Twentieth Century Fox)

Más fácil, en cuanto a vestuario, lo tuvo el durísimo John McClane en La jungla de cristal. Como hacía mucho calor allí dentro acababa en camiseta de tirantes. En realidad, la pesadilla de Nochevieja no fue para él, por mucho que esa fuese la idea. La verdadera pesadilla la vivieron Alan Rickman y su secuaces que cuando planearon su golpe maestro no contaban con que tendrían un invitado sorpresa como Bruce Willis.

Y luego está lo que todo el mundo querría, que en el cine queda muy bonito y muy romántico, pero que en la vida real no es nada práctico. A ver, en Noche de fin de año hay historias para todos los gustos. Una de ellas, de las más curiosas (por no decir menos creíbles) es la de Michelle Pfeiffer. Por mucho que se empeñen en afearla y en torcerle el gesto, no cuela como solterona amargada y timorata. Si ella acaba así de sola y triste…

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(Foto: © 2011 Warner Bros. Entertainment Inc.)

Eso por un lado, por otro está el hecho de que tienes que creerte su romance platónico con Zac Efron. Pues eso, que enamorarse está muy bien y es muy bonito, pero a veces a estos guionistas se les va la mano. Ejemplos de esto hay a puñados. Otro, lo de citarse la noche de fin de año en lo alto del Empire State como Meg Ryan y Tom Hanks en Sleepless in Seattle. Muy bonito, pero poco práctico y muy frío.

Y luego está lo de compartir piso con un tipo al que odias durante semanas y darte cuenta de que estás enamorada de él justo en una fiesta con cotillón incluido y llena de gente hasta los marcos de las puertas. A ver, pasar puede pasar, pero siendo Hugh Jackman el chico en cuestión, como que Ashley Judd ya se podría haber dado cuenta mucho antes, ¿no?

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Claro, que mucho menos agradable es que un asesino te persiga en medio de la locura generalizada por el cambio de milenio en la distópica Días extraños. Y, siguiendo con eso del nuevo milenio, que da mucho juego por lo de las profecías y tal, en El fin de los días Arnold Schwarzenegger tenía que parar al mismísimo Satán, llegado para engendrar al Anticristo. Menudo fin de año el suyo.

Lo positivo de todo esto es que si una Nochevieja se da mal, dentro de 365 días (366 si el año es bisiesto) habrá otra en la que resarcirse. ¡Feliz Año Nuevo!