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López Tarso, la vida de un actor multifacético que dominó todos los escenarios

Ignacio López Tarso durante la puesta en escena
Ignacio López Tarso durante la puesta en escena "El de la triste figura".FOTO: Iván Stephens/CUARTOSCURO.COM

“El teatro justifica mi vida”.

El que quizá fue el mejor actor mexicano merece un tratado él solo, pero por espacio vamos a dar solo un vistazo a Ignacio López Tarso. ¿Por qué el seudónimo Tarso? ¿Conoce usted a otra persona de apellido Tarso? Seguramente no. El que se llama así es un célebre pueblo, (en realidad son dos, uno en Colombia y el que nos ocupa: pero el colombiano es desconocido).

Tarso es la tierra de un personaje central del cristianismo, san Pablo, Pablo deTarso de acuerdo con la costumbre de unir el nombre al lugar natal; en este caso la capital del pueblo romano de Cilicia (no confundir con Sicilia).

¿Y cuál es la relación entre el santo e Ignacio López Tarso? De joven, Ignacio estudió en un seminario católico y Pablo es fundador de la Iglesia católica, de ahí que el mexicano, en su arranque, ligara su nombre al del apóstol.

A partir de eso ya Ignacio sólo le propuso el seudónimo al poeta Xavier Villaurrutia, profesor de teatro en Bellas Artes, a quien pareció buena la elección. Nacía el singular nombre artístico de un singular actor. (Por cierto que el seminarista no se estaba preparando muy bien que digamos para el celibato: frecuentaba a una vecinita, ¿cómo?: saltando la barda de la casa de formación).

Multifacético, como todo actor, pero más todavía fue una muestra viviente de un actor polifacético: por haber encarnado una infinidad de papeles, pero además por plantarse magistralmente en todo tipo de sets tanto del cine como de la televisión y por sus tablas teatrales. De manera que cada uno de los medios donde ha paseado su dominio de la escena le debe una o más de sus mejores páginas en toda su historia.

Con “Cri-Crí, el grillito cantor” López Tarso hizo creer -sin querer- que él es Francisco Gabilondo Soler, que el compositor era el actor de sí mismo. Eso fue consecuencia de que Francisco Gabilondo Soler, Crí-Crí, quien finalmente aparece por momentos en la cinta, había optado por una actitud completamente ermitaña y era desconocida hasta su cara por el gran público.

Otra actuación en la que uno se queda con que Ignacio es el personaje que representa es en su papel de Orozco, el muralista mexicano, en, precisamente, En busca de un muro. Si bien el artista plástico hizo grupo con Siqueiros y Diego Rivera, fue el menos protagónico, y la sinceridad de su trabajo está a la vista gracias a la caracterización de nuestro actor.

En una palabra, todas las actuaciones de López Tarso hacen que nosotros creamos que al personaje realmente le pasa lo que aparece ante nuestras miradas. Con los mejores directores, y lo de Goyo Cárdenas

Durante un homenaje en el Teatro Guadalajara/ FOTO: Fernando Carranza/Cuartoscuro.
Durante un homenaje en el Teatro Guadalajara/ FOTO: Fernando Carranza/Cuartoscuro.

Se dice también que fue dirigido por los mejores directores. Sí y no. Le hicieron falta nombres más que nada del siglo XXI. Por ejemplo Luis Estrada, pues no lo dirigió el famoso realizador mexicano de “La ley de Herodes”, pero sí su padre, José Estrada. Fue en “El profeta Mimí”.

Ahí se recrean la vida y crímenes de Goyo Cárdenas, el estrangulador de Tacuba. (Goyo fue un criminal que se hizo célebre por haber despertado alarma entre la población de la ciudad de México en los ’40 por asesinato serial, usando el mismo medio de estrangulamiento: un cordón. Siempre a mujeres y en su mayoría a prostitutas. A medida que se cometía un nuevo crimen la expectativa de la sociedad aumentaba, hasta que luego del cuarto de ellos se detuvo a un sujeto presuntamente religioso, con gran influencia materna, que en la cárcel hizo estudios de derecho y, ya libre, aprovechó en su favor, explotando su biografía, su dominio de cierta técnica legal. Por ejemplo cuando fue invitado a la puesta en escena de una obra sobre su vida del prestigioso Víctor Hugo Rascón Banda no le gustó el enfoque, demandó y ganó 8 milloncitos de pesos… de los de entonces.)

En cambio, sí alcanzó nuestro personaje a ser dirigido por Luis Buñuel, aunque curiosamente no fue de sus actores estelares ni predilectos, como sí lo fue Silvia Pinal por ejemplo. El resultado fue una gran película: “Nazarín”. Premiada en Cannes. En la presentación del actor que precedió a la entrega de la medalla Salvador Toscano se dijo con justicia que muchas películas deben su éxito al trabajo de él. Nada más exacto (con una disculpa a sus grandes directores).…Y con los mejores escritores

Hace falta en esa semblanza asentar que los principales guionistas y adaptadores del cine mexicano también unieron su trabajo al de él: Vicente Leñero, Emilio Carballido, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez… y que obras suyas se basan en originales de Pérez Galdós, Juan Rulfo, Oscar Lewis y, por supuesto, su venerado Shakespeare. Sin olvidar que hasta Ionesco en persona –y en forma directa con don Ignacio- tomó parte en los prodigios.

Ese nexo de los grandes del teatro y del cine con el artista viene de más atrás,arranca con aquel su descubridor y maestro Xavier Villaurrutia; Novo, Seki Sano, Gorostiza, también participaron en su formación.

Curiosidades

-Tanto apreció los corridos que por hacer giras con un espectáculo basado en ellos abandonó diez años toda escena, estando en plenitud de forma (el corrido es un género musical mexicano en forma de historias donde la realidad se complementa con la ficción, transmitidas a la manera de las tradiciones orales, en el que se expresa vivamente el alma del pueblo ante un acontecimiento notable).

-En “Un Picasso“, una de las últimas obras de nuestro actor, toda la escena fue ocupada por Aracely Arámbula y don Ignacio. Acaso más por la bella que por él, pues aparece desnuda… de la espalda, y de espaldas al público.

-De los personajes que recordaba bien de sus tiempos de seminarista sobresale Méndez Arceo, al que evocaba por su cultura. (Como obispo este personaje destacó por su franca simpatía no solo con la izquierda sino con el comunismo de plano y, además, por su decidida aplicación de los acuerdos del Concilio en su diócesis: retiró a todos los santos de la catedral y acompañó la misa principal, la presidida por él, con mariachis).

-Mi vida en el teatro está basada en los clásicos, es lo que más he hecho, lo que más conozco, lo que más disfruto, lo que más me exige, lo que más me compensa. Dijo López Tarso.

-Lo de Ionesco inicia porque hago una película (“Pedro Páramo”) con el Estudio Clasa y es invitada al Festival de Cannes; a mí me invita el productor. Estando en Cannes hay mucho tiempo libre pues la película es un solo día. Era interesante ver a los invitados, pero me interesaba más ver teatro en París. Fui a ver El Rey se muere, de Eugene Ionesco. Dije ‘yo quiero algún día hacer este personaje’. Fui a la Embajada de México y ahí me ayudó una chica agregada cultural. Me llevó al teatro esa noche y, después de la obra, a conocer a Ionesco. Le enseñé un libro de lo que hacía en el teatro en México y (sic) Ionesco me pregunta que si ese teatro se hacía en México. Le digo que sí y que quiero llevar su obra. Me dijo: te la regalo. Yo me quedé verdaderamente asombrado. Pensé en Jodorowsky, el loco de la época que rompía botellas de leche y pianos en el escenario. Se la traje. Le encantó. Luego fuimos ambos a ver a la gran pintora Leonora Carrington y le encantó también; nos dijo que ella hacía la escenografía y vestuario. Fue un maravilloso episodio de mi vida.

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