Los cinco años de guerra de Loren Daniel contra la transfobia de una universidad mexicana

Loren Daniel, el hombre transgénero que lleva cinco años peleando contra la Universidad Autónoma de Nuevo León por haberlo despedido por supuesta transfobia
Loren Daniel, el hombre transgénero que lleva cinco años peleando contra la Universidad Autónoma de Nuevo León por haberlo despedido por supuesta transfobia/Foto cortesía

Loren Daniel ha luchado contra la ignorancia y la discriminación toda su vida, pero ninguna experiencia ha sido tan traumática como su despido como docente de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UNAL), en el norte de México. Ocurrió a pocas semanas de terminar su doctorado en Psicología y pocos meses después del trámite que legalizó su transformación de mujer a hombre. Antes lo había hecho físicamente. En lo psicológico y emocional no había hecho falta. Desde que tiene conciencia sabía que era un niño, más allá de lo que su cuerpo le dijera a la sociedad.

Con unos padres muy conservadores en una comunidad orgullosa de ser católica, Loren Daniel tardó años en acceder a información que le permitiera entender bien qué era esa desconexión entre su identidad sexual y su biología. Más aún en asumirse públicamente. Eso provocó heridas emocionales profundas, pero "nada me ha hecho tanto daño como la situación con la universidad. El despido y la reacción que ellos han tenido a la demanda que interpuse por despido injustificado y discriminación", dijo en una entrevista con Yahoo Vida y Estilo.

"Estos cinco años han estado llenos de altibajos y situaciones que han afectado todas las áreas de mi vida con consecuencias que nadie que no haya estado en mis zapatos o cerca de este proceso podría imaginar", destacó.

Loren Daniel es un símbolo en su comunidad. Cortesía Loren Daniel
Loren Daniel es un símbolo en su comunidad. Cortesía Loren Daniel

El trauma de crecer en una familia cerrada

A sus 37 años, Loren Daniel es un hombre con el vocabulario que se puede esperar de un Doctor en Psicología. Usa los términos con precisión, hasta para narrar sus propios traumas. Se entiende y entiende la situación de los que lo rodean, incluso la de aquellos que le arrebataron la vida que llevaba años construyendo y la estabilidad que tuvo al alcance de las manos.

"Yo crecí en una familia muy cerrada. En mi casa mi papá era muy controlador. De hecho, hasta que me fui mi vida era de la casa al colegio y del colegio a la casa", recordó Johannes, quien durante mucho tiempo pensó que era una chica lesbiana que no entendía bien a su cuerpo. "Eso, aunque yo desde el kínder sabía que era niño. No recuerdo haber tenido dudas, solo que no tenía nombre o entendía intelectualmente lo que vivía. Solo sabía que yo no era eso que veía en el espejo", explicó.

Al salir de casa para estudiar en la universidad encontró una comunidad de todo tipo de personas con identidades y preferencias sexuales fuera de las definiciones y relaciones de hombre y mujer. "Aún con ellos me costó decir públicamente que era parte del colectivo LGBTQ", confesó. Tras acercarse como “aliada” por un buen tiempo, "en 2009 me enamoré de una amiga y eso fue lo que impulsó todo", reveló. Ese todo fue el aceptarse como una persona trans y decidirse a iniciar el proceso transgénero".

900 kilómetros o 900 años

El proceso que viven las personas transgénero para cambiar de sexo es doloroso figurativa y literalmente. Es costoso y complicado. En la ciudad de Monterrey, donde nació, creció y vivía Loren David era prácticamente imposible. Tanto que debió transitar los más de 900 kilómetros que lo separaban de la Ciudad de México para avanzar en el proceso, especialmente la parte legal de cambiar su nombre.

"Estamos en el mismo país, pero en algunas cosas estamos tan lejos que podría ser otro planeta u otro siglo", expresó. "Cuando presenté mis nuevos documentos en Monterrey me ponían obstáculos hasta porque había decidido cambiarlos allá".

Paralelamente al proceso, Loren Daniel terminaba los créditos que le faltaban para su doctorado y, como muchos de sus compañeros, fungía como docente en la universidad. "Era lo que hacían muchos de mis compañeros", indicó.

Una vez que el banco aceptó su cambio de nombre, Loren Daniel fue a la administración de la universidad a pedir que hicieran lo mismo. "Yo solo quería que me reconocieran el nombre para que los cheques de mi salario salieran con ese nombre y no tener problemas con el banco", explicó. Cinco días después, todo cambió. Primero le suspendieron las horas de docencia, "alegando que era demasiada carga de trabajo", a pesar de que sus compañeros hacían lo mismo. Luego, tras poner una queja por lo que estaba viviendo, vino el despido. "Sin ningún tipo de causa", destacó.

Su vida se vino abajo.

"Me robaron mi futuro"

Loren Daniel es un hombre guapo. Se ve joven para su edad, 37 años. El lunar de nacimiento a un lado de la parte superior de la cara desaparece cuando sus ojos verdes se llenan de luz. Pasa a menudo, pero aún más cuando habla de todo lo que aprendió del proceso y está usando para ayudar a personas como él. Su historia le ha dado protagonismo entre los que hacen activismo a favor de la comunidad LGBTIA, pero para llegar hasta ahí sufrió fuertes depresiones, peleas y hasta serias rupturas con personas importantes en su vida.

"Estoy en terapia y sé que todo esto se llevará mucho tiempo. El daño que me ha hecho esta situación es irreparable. Todas las universidades en México están enteradas de mi caso y no he encontrado espacio allí. Para eso me formé y es lo que más me gusta, enseñar. Me robaron mi futuro", denunció. Según él, la transfobia también le ha cerrado otras puertas laborales. Por eso, trabaja ahora en una empresa de un familiar. "Es algo que me da para vivir. Le estoy muy agradecido", afirmó.

Loren Daniel con sus títulos universitarios rectificados con su nombre. Cortesía Loren Daniel.
Loren Daniel con sus títulos universitarios rectificados con su nombre. Cortesía Loren Daniel.

Un Goliat universitario

Loren Daniel se encontró con el Goliat que le obligó a convertirse en David en donde menos esperaba, en la facultad de Psicología de la UNAL.

Cuando llevó sus documentos de identidad con su nombre masculino -tras haber cumplido con todos los trámites necesarios, que incluyen hasta entrevistas con psicólogos y médicos- la universidad comenzó a ponerle problemas y hasta rechazaron emitir su título con su nombre legal. "No podemos cambiar las reglas por un solo estudiante trans fue su respuesta", recordó.

Eso le enardece y le duele porque "demuestra que están ignorando a un colectivo que tiene derechos. El que no haya pasado antes solo demuestra los grandes obstáculos que tenemos los trans para vivir dignamente". Es la razón por la que sigue peleando y se ha prometido a sí mismo no parar hasta lograr su objetivo de recuperar su trabajo como docente en la universidad y, por encima de todo, "que reconozcan que actuaron mal".

Las pruebas siguen apareciendo

Después de un largo silencio Loren Daniel se reunió con representantes legales de la UNAL hace unas semanas. "Pensé que habría un avance en el caso, pero lo único que hicieron fueron demostrar una vez más su transfobia", manifestó. La líder del equipo de abogados (el cuarto o quinto, "los viven cambiando") reconoció que no sabía mucho del caso. Le ofrecieron un año de salarios perdidos, pero aunque el dinero no le sobra, lo que más necesita no fue ni considerado.

"Mis representantes piensan que comenzaron a moverlo porque las leyes en su estado han cambiado. Hasta ahora ese tipo de casos los llevaban juntas de conciliación, pero pronto serán juzgados, lo que les podría complicar las cosas", indicó. Loren Daniel no tiene idea cómo se podrían complicar más para él. "Las agresiones por parte de la UNAL no paran como el uso de los pronombres y nombres equivocados, el excusarse con ignorancia y no prepararse", dio como ejemplo.

Para él, la universidad sigue esperando que se rinda, pero "no pasará. Esto ya no es solo por mí, aunque lo necesito para limpiar mi nombre y recuperar mi vida. Esto es por todos los trans en México que sufren inseguridad física y económica por no encontrar trabajo, por ser rechazados por su familia y por la sociedad".

La resolución del caso también le permitiría reunirse con su novia, quien debió mudarse de ciudad y hasta de país para mantenerse. "Ella ha hecho todo por mí y ha soportado mis crisis, se merece lo mejor", declaró.

Loren Daniel está convencido de que la pandemia ha sensibilizado a la gente y la ha hecho más empática. "Nos ha hecho mejores humanos", expresó. Por eso siente que las cosas mejoraron para él y para el colectivo LGBTQIA en México y en el resto del mundo. Para él, la pelea "ya no es de un solo David contra Goliat. Cada vez somos más entre personas trans y aliados. El movimiento a favor de la equidad y la igualdad es indetenible".

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