Lost: la mentira de J.J. Abrams, la partida de Michael Keaton y el éxito que le costó un despido al presidente del canal
En septiembre de 2004, una pantalla en negro y un perturbador sonido sumergían a millones de espectadores del mundo adentro de una saga adictiva. Se trataba de Lost, un título que combinaba drama, suspenso, aventura y ciencia ficción, y cuyo eje giraba alrededor de qué sucedía en una isla en la que todo parecía posible. Lost fue uno de los mayores éxitos de la pantalla chica, aunque detrás de esta producción rodaron cabezas, guionistas mintieron y hasta algunos actores se apartaron de una propuesta que cambió las reglas de la televisión.
La inspiración a partir de un reality
A comienzos de 2000, Survivor era un verdadero fenómeno en materia de rating en los Estados Unidos. Dicho reality consistía en un grupo de personas que debían competir en una isla desierta (algo de ese formato llegó a nuestro país con Expedición Robinson). Con la intención de capitalizar el interés del público por esa temática, el presidente de la cadena ABC, Lloyd Braun , puso en marcha una serie que -en sus propias palabras- iba a ser una mezcla “del film Náufrago, de Survivor, y de La isla de Gilligan, con un toque de El señor de las moscas”, y sobre eso detalló: “¿Qué sucedería si un avión se estrella en una isla y sobrevivieran varias personas que no se conocen entre sí? Tu pasado sería algo irrelevante y todos podrían reinventarse como quisieran. Lo único que deberías preguntarte es cómo sobrevivir”.
Por lo bajo, los rumores en los pasillos del canal indicaban que no había muchas esperanzas puestas en una idea que mezclaba elementos tan disímiles, pero Braun confiaba en esa premisa y por ese motivo se puso en contacto con Aaron Spelling (responsable de muchos éxitos televisivos entre los que se destacaban Beverly Hills 90210 y Los ángeles de Charlie). El veterano productor le encargó entonces la realización del guion para el piloto a Jeffrey Lieber, quien entregó un libreto que no convenció. Desencantado pero sin intención de bajar los brazos, Braun recurrió entonces a J.J. Abrams, una promesa en ascenso dentro de la televisión, y creador de la popular Alias. El guionista aceptó el reto, aunque su abultada agenda le impedía dedicarle demasiado tiempo a ese proyecto y por ese motivo debió reclutar a un ayudante, que se convirtió en el hombre clave en la construcción de eso que iba a llamarse Lost.
Damon Lindelof era un guionista de televisión, cuyo sueño era trabajar en Alias. Con un currículum no muy extenso, Lindelof movía cielo y tierra para ponerse en contacto con J.J.Abrams, de quien era un gran admirador. Finalmente Lindelof recibió el llamado que tanto esperaba cuando un ejecutivo de la ABC le dijo que podía colaborar con Abrams pero no en Alias, sino en una nueva historia acerca de un grupo de personajes varados en una isla. Lindelof ni lo dudó, y comenzó a el proceso de escritura de un piloto para esa ficción. Su primera idea fue proponer que los protagonistas encontraran en la isla una misteriosa escotilla y que abrirla debía ser el eje de la primera temporada. Pronto se sumó a ese equipo otro guionista llamado Carlton Cuse, quien también se ocupó de seguir muy de cerca el proceso creativo de toda la serie.
Un final amargo para el primer responsable de Lost
En esas reuniones entre Abrams, Lindelof y Cuse no tardaron en aparecer conceptos ambiciosos, la idea de una trama gigantesca que debía desarrollarse a lo largo de al menos cinco temporadas, en la que esos sobrevivientes se encontraban en el corazón de un relato que combinaba ciencia ficción, viajes en el tiempo, filosofía, religión y un sinfín de interrogantes que no parecían tener ningún tipo de respuesta amparada en la lógica (la ciencia versus la fe, desde luego, fue el gran marco teórico de la saga). Pero cuando los guionistas se reunieron con los jefes de la ABC, se vieron obligados a mentir de forma descarada.
La sorpresa del trío creativo fue mayor cuando desde el canal les exigieron que la serie debía presentar episodios autoconclusivos porque los espectadores debían poder sintonizar un capítulo al azar y saber perfectamente qué sucedía. Nada estaba más lejos de los planes de los guionistas, que habían elaborado un relato extenso, que exigía ver todos y cada uno de los episodios de forma cronológica, pero dispuestos a seguir adelante a como diera lugar dijeron que Lost sería justamente eso, una ficción de episodios cerrados que no iban a guardar ningún tipo de correlatividad.
Entusiasmado con su proyecto, Lloyd Braun autorizó un presupuesto de catorce millones de dólares para el piloto doble de Lost , una suma astronómica que superaba por mucho los cuatro millones que salía un piloto promedio. Por este motivo cuando los inversores de la ABC se enteraron de esa decisión, ordenaron que Lloyd Braun fuera despedido en el acto, a causa de un gasto exacerbado para un proyecto que tenía todas las chances de ser un paso en falso. De este modo, el ejecutivo debió despedirse de su cargo, culpado de cometer un error imperdonable, darle luz verde a Lost.
Jack y una muerte prematura
El guion de los dos primeros episodios de Lost sufrieron toda clase de modificaciones, pero hubo una que fue central. Lindelof y Cuse habían resuelto matar a Jack Shepard en el primer capítulo. De hecho, ya tenían a Michael Keaton comprometido para interpretar a ese personaje. Sorpresivamente, desde la ABC les exigieron modificar eso porque consideraban que el público iba a perder el entusiasmo si asesinaban al héroe de modo tan abrupto. Los guionistas aceptaron esa modificación, pero en el camino perdieron a Keaton, que no quería comprometerse a trabajar en una serie que podía durar años. Rápidamente la producción buscó a un nuevo Jack y luego de entrevistar a conocidos (y no tanto) como Justin Theroux y Jon Hamm apareció Matthew Fox y se quedó con el rol.
Para el personaje de Sawyer, un sureño estafador aunque de corazón noble, Forest Whitaker era la primera opción, pero el actor renunció cuando le surgió la posibilidad de dirigir un largometraje. Originalmente Sawyer iba a ser un hombre mayor y la producción buscaba un actor en esa línea, pero cuando apareció Josh Holloway , que en el casting confundió sus líneas y no tuvo mejor idea que patear una silla por la bronca, a los guionistas les gustó esa actitud, y decidieron cambiar al personaje para adaptarlo a ese intérprete.
El trío principal lo completaba Kate , una mujer de un pasado enigmático que se convertía en el objeto de afecto de Jack y Sawyer (al menos, al principio de la historia). Una actriz desconocida llamada Evangeline Lilly le gustó a los directores de casting y le ofrecieron el rol, pero el problema surgió cuando Lilly, oriunda de Canadá, no pudo obtener a tiempo la Visa para trabajar en los Estados Unidos, un motivo que demoró el inicio del rodaje . Y el elenco central se completó con Terry O´Quinn, quien interpretó a Locke, y que fue el único en no hacer el casting porque Abrams ya lo conocía por su trabajo en Alias.
Un éxito que hizo escuela
La historia es sabida. Cuando Lost aterrizó en las pantallas el 22 de septiembre de 2004, la fiebre fue casi inmediata. La ficción se prolongó a lo largo de seis temporadas, que se emitieron hasta mayo de 2010 y si bien su popularidad descendió notablemente hacia su final, es indudable que se trató de un fenómeno que revolucionó la forma de consumir televisión.
El desfile de interrogantes y los fenómenos que ponían en una encrucijada a los protagonistas abrían puertas hacia todo tipo de lecturas que promovieron en el público un consumo activo, que se traducía en infinidad de foros web en los que se debatían teorías de todo tipo. Lost cacheteó a un público dormido y aunque no fue una serie con el pedigree de Los Soprano o The Wire indudablemente marcó tendencia en lo referido a la respuesta de los televidentes frente a una ficción. De hecho, con el tiempo muchas teorías de los fans (¡la isla es el purgatorio!) terminaron siendo más ingeniosas que las brindadas por la propia trama.
El cierre de Lost supuso una decepción para una gran parte del público. Ese rasgo que era su virtud y que tenía que ver con los interrogantes alrededor de lo que pasaba en la isla, eventualmente fue su punto débil y los fans sintieron que la conclusión dejaba varios cabos sueltos. Al respecto, Calrton Cuse expresó: “Preferíamos contar una historia emocional sobre qué le sucedía a esos personajes porque lo que más nos importaba era el viaje de cada uno y qué le había pasado a cada protagonista”. Pero su respuesta no alcanzó porque lo cierto es que los fans estaban más interesados en saber qué sucedía en esa isla misteriosa, que en descubrir si Kate se quedaba con Jack o con Sawyer.
Durante los años que estuvo al aire y después de su final, Lost planteó una estructura que rápidamente hizo escuela y de esa forma surgieron otros títulos, que en mayor o menor medida, bebían de ese mismo molde. Se puede enumerar a Heroes, The 100, Jericho y Flashforward como hijos directos de esa estructura. Y ese fue apenas uno de los muchos legados de Lost , una ficción que se instaló con una fuerza inusitada dentro de la cultura popular.
Para muchos se trató de una serie que dejó un gusto amargo; para otros, una saga dueña de una mística que aún hoy es irreproducible. Y aunque haya voces en contra y otras a favor, es innegable que Lost se ganó un puesto de privilegio en el olimpo de la televisión.