La mítica NDT inaugura el Grec con tres pequeñas joyas de danza contemporánea

Barcelona, 29 jun (EFE).- Una pieza poética y rupturista de la valenciana Marina Mascarell, otra energética y detallista de la aclamada Sharon Eyal y una tercera de William Forsythe, que ya es un clásico de la danza contemporánea, han inaugurado este miércoles el Grec Festival de Barcelona.

Tres pequeñas joyas de menos de media hora cada una que han deslumbrado al público por su fuerza y la maestría de los bailarines de la primera compañía de la Nederlands Dans Theater (NDT 1).

Curiosamente, hoy hace justamente 34 años esta prestigiosa compañía holandesa visitó por primera vez Barcelona, y lo hizo también para inaugurar el Grec, en aquella ocasión con una coreografía de Jiří Kylián y Nacho Duato, en la que el español también bailaba.

Más de tres décadas después, otra española, Marina Mascarell, ha logrado el difícil privilegio de ser llamada por la NDT 1 para coregrafiar una producción propia y el director del Grec ha aprovechado la feliz coincidencia para volver a inaugurar el festival con danza contemporánea.

Una decisión no exenta de riesgo, porque en un acto social como el de esta noche no todos acuden atraídos por el cartel artístico, y la danza contemporánea todavía es cosa de minorías en nuestro país.

A pesar de que entre el público había más de uno que hoy han vivido su bautismo contemporáneo, los presentes han aplaudido al final de cada uno de los montajes, apabullados por su potencia.

El espectáculo ha empezado en el escenario al aire libre del anfiteatro del Grec pasadas las diez, ya de noche, con "How to cope with a sunset when the horizon has been dismantled" ("Cómo hacer frente a una puesta de sol cuando el horizonte ha sido desmantelado"), un montaje que precisa de oscuridad para que se aprecie el juego de luces que se proyecta sobre el suelo y la pared de piedra del fondo, en lo que su autora describe como "una puesta de sol de ciencia ficción".

Los bailarines han empezado bailando sin música en un escenario poblado por figuras geométricas con diferentes pesos y solideces, que han dado mucho juego cuando ha entrado la música y la coreografía ha transitado del individuo al grupo.

Las primeras notas que han sonado han sido las de "Das Rheingold", de Wagner, un referente repleto de simbolismo, con el que Mascarell ha querido romper, con una coreografía en la que ha invitado a los bailarines a subvertir dinámicas y buscar nuevos movimientos.

Tras cortar "Das Rheingold" en seco, han llegado otros tres autores que han hecho historia en la música occidental: John Cage, György Ligeti y Jean Sibelius; y con ellos la iluminación ha ido ganando en calidez y el baile se ha hecho más coral y orgánico.

La fuerza del grupo hacia la que se ha dirigido Mascarell ha sido recogida por Sharon Eyal en la segunda pieza de la noche, en la que la israelí ha optado por un montaje menos fluido y más binario, con seis hombre y seis mujeres claramente identificables por el vestuario.

"Bedroom Folk" es una coreografía de Sharon Eyal con Gai Behar, de movimientos mecanizados y frontales, que ha transportado al público a un mundo duro y cruel, al ritmo de la música electrónica e hipnótica de Ori Lichtik.

Esta pieza enérgica y contemporánea tiene, sin embargo, conexiones que lo tradición clásica de la danza y guiños que el público ha apreciado y aplaudido.

Tras una parada para cambiar la escenografía, como también ha pasado entre la primera y la segunda obra, ha cerrado la noche "One Flat Thing, reproduced", una coreografía creada por William Forsythe en el 2000 y que en estos últimos 22 años se ha convertido en una de las más estudiadas por los bailarines, por su complejidad técnica.

Catorce interpretes han danzado entre otras tantas mesas grandes, como si quisieran convertir en caos el orden de una clase de escuela, en un frenesí agotador que ha entusiasmado a los espectadores.

Un gran comienzo para un festival que ofrecerá hasta el 27 de julio 86 espectáculos.

Rosa Díaz

(c) Agencia EFE