Mónica Scapparone: el recuerdo de Antonio Gasalla, su nuevo rol detrás de cámaras y el amor que la llevó a vivir en Italia

Mónica Scapparone: su recuerdo de Antonio Gasalla, su nuevo rol detrás de cámaras y el amor que la llevó a vivir en Italia
Mónica Scapparone: su recuerdo de Antonio Gasalla, su nuevo rol detrás de cámaras y el amor que la llevó a vivir en Italia

Hace cinco años y medio, Mónica Scapparone se mudó a Palermo, en Sicilia, Italia, donde se casó con Paolo Iraci, un director de fotografía al que conoció en las redes y con quien hizo una serie documental que, según afirma, le cambió la mirada. En diálogo con LA NACION, la actriz habla de su nuevo rol de autora y directora de obras sobre la búsqueda de la identidad, dice por qué decidió irse de nuestro país y recuerda que Antonio Gasalla le dio una gran oportunidad.

-¿Cómo se conocieron con tu marido?

-Por Facebook, porque Paolo también tiene que ver con la profesión: escribe, es director de fotográfica, hizo muchos documentales. Chateamos durante un tiempo hasta que nos conocimos personalmente .

-¿Quién viajó primero?

-Yo. Así somos las mujeres, nos mandamos (risas). También tenemos otro proyecto de trabajo con Paolo, y él hace las luces de mi unipersonal. Nos llevamos muy bien, pasamos mucho tiempo juntos y también somos muy independientes.

-¿Se casaron?

- Nos casamos por civil el 20 de diciembre del 2017. Hicimos algo muy íntimo, con veinte personas, en un lugar muy antiguo, hermoso. No pudo viajar nadie de mi familia, en realidad iba a venir mi mamá, pero hacía mucho frío y le dije que no se preocupara, que viniera unos meses después, y vino en marzo. Mi testigo fue Ángelo Ficarra, una de las personalidades importantes del ANPI, que es la asociación nacional de los partisanos, y fue un honor. Me gusta vivir en Palermo porque es un lugar mágico.

-¿Extrañás?

-Mucho. Argentina es maravillosa, hermosa y estoy orgullosa de ser argentina. Tenemos una gran capacidad de reinventarnos, y acá hay mucha gente que quiere trabajar con argentinos. No me fui por falta de trabajo, de hecho en ese momento estaba haciendo Cuéntame cómo pasó, en la TV Pública, una serie muy premiada. Allá está mi familia, mis amigos, mis colegas divinos. Pero me vine a Italia por mi compañero, que nació en Palermo y esa es la razón por la que estoy acá. En un momento nos preguntamos si viajaba yo a Italia o él a Argentina y me fui yo porque, sinceramente, no soportaba lo que estaba pasando políticamente en ese momento. No es fácil vivir en otro país, y acá también hay conflictos económicos y sociales. Durante la pandemia me quedé varada en Buenos Aires y estuve un año, y viajo cuando puedo a visitar a mi gente y me encantaría volver a trabajar allá. Ojalá. Claro que extraño, y por suerte ahora hay WhatsApp, videollamadas, Skype. No es lo mismo, pero ayuda.

-¿Estás trabajando en Palermo?

-Cuando vine empecé a trabajar en algo que me cambió la mirada. Hicimos un film documental que se llama La orquesta de inmigrantes, que dirigió Paolo junto con Marco Barone; yo hice la asistencia de dirección y de producción, y la foto fija del making off. Y moverme del lugar de actriz y trabajar detrás de cámara fue una experiencia maravillosa; trabajamos durante más de un año y medio con la supervisión del Conservatorio de Palermo, uno de los más prestigiosos de música. Trata sobre los inmigrantes que llegan en barca desde África, con historias muy fuertes, todos chicos de entre 17 y 25 años, más o menos. También estoy escribiendo, algo que siempre me gustó pero que no le había dedicado tiempo.

-¿Qué estás escribiendo?

-Escribí dos obras de teatro, una de ellas es Sabés quién sos, ninguno puede vivir con una identidad que no es la suya, pero si la hago en español el título va a ser Levantemos los pañuelos. Investigué mucho porque tiene que ver con la identidad y la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Voy a dirigir esa obra que ya está lista y solamente falta la producción. Y después escribí otra obra, 24 de marzo de 1976. Argentina, que es un monólogo de una desaparecida que hoy se levanta en la memoria y cuenta todo lo que sucedió cuando la llevaron a ese centro clandestino hasta su destino final. La escribí, la produzco, la dirigí y la protagonizo, todo yo (risas). La escribí pensando en muchas cosas, sobre todo colaborar con la búsqueda de nietos que podrían estar en diferentes partes del mundo.

Scapparone en 24 de marzo de 1976. Argentina, obra que escribió, protagoniza, produce y dirige
Scapparone en 24 de marzo de 1976. Argentina, obra que escribió, protagoniza, produce y dirige

-Estás muy involucrada con el tema de desaparecidos durante la última dictadura militar, ¿te toca de cerca?

-No tengo familiares desaparecidos, por suerte. Pero tengo amigas que tienen familiares desaparecidos y una gran amiga que tiene a su mamá desaparecida, que estaba embarazada y gracias a Abuelas encontró a su hermana. Es un tema que siempre me conmovió, imagino que como a todos los argentinos. Siempre estuve en todas las marchas, haciendo lo que podía desde mi lugar. Y en la novela Montecristo [emitida por Telefe, sobre una adaptación de Adriana Lorenzón de la novela de Alejandro Dumas] hice un personaje muy interesante que me acercó todavía más al tema. Yo estaba a punto de firmar contrato para hacer otra serie, pero cuando leí el guion de Montecristo quedé impactada. No me equivoqué porque el programa fue bárbaro y me encantó hacer mi personaje. Es un tema que cala profundo y quiero seguir colaborando.

-Y llevaste el tema a Italia...

-Sí, está bueno poder seguir haciéndolo acá. Hago el monólogo en lengua española y la gente se conmueve muchísimo, se interesan, cuando salgo a saludar están llenos de lágrimas y hacen preguntas. Me parece buenísimo poder llegar a todos lados y contar nuestra historia. Es emocionante lo que sucede con personas que no hablan español, y evidentemente traspasa la barrera lingüística. Hice una función hermosa el 20 de julio en un espacio del año 600 y el 18 de agosto voy a estar en otro espacio muy antiguo que me conmueve porque es el Jardín de los Justos, donde se hace la fiesta de la memoria, en Palermo. Mi ilusión sería encontrar a más nietos y que un día alguien que esté en la platea y tenga dudas sobre su identidad, intente buscar la verdad. Siempre hablo después del espectáculo y a veces hay debates muy interesantes.

Mónica Scapparone
Mónica Scapparone

-¿Podés vivir de tu trabajo como actriz o complementás con otra actividad?

-Hice una masterclass, armé un grupo de personas con problemas para enfrentar público, y fue muy interesante. También me llamaron del Instituto Cervantes de Palermo para la semana del libro en la que se arman espectáculos en muchos lugares históricos y yo leí una parte del Quijote y tuve que entrenar a nueve adolescentes de un instituto lingüístico, chicos italianos que están aprendiendo español. Fue todo un desafío y salió re bien. Vivo experiencias muy interesantes siempre relacionadas a mi oficio. Ahora estoy escribiendo otra obra que se llama Cristiana. Mi compañero se ríe cuando digo que voy a mi oficina porque es un lugar que se llama Villa Giulia, un parque del 1700 y era el lugar preferido del escritor alemán Goethe y en su libro Mi viaje en Italia decía que ese lugar era el ángulo más hermoso de todo el mundo. Me gusta estar al aire libre, en la calle me pasaron cosas mágicas, conocí personas extraordinarias. Entonces decidí que mi oficina fuera ese parque.

-Sos descendiente de italianos, ¿sabías hablar el idioma o lo aprendiste para comunicarte con tu pareja?

-De chica estudié italiano. Una amiga me dice que estudié porque sabía que en algún momento iba a encontrarme con Paolo (risas). Mis abuelos paternos eran italianos y los maternos, españoles. Siempre quise conocer Italia y España, porque son mis raíces. Mi abuela y mis bisabuelos italianos tuvieron que escapar durante la época del fascismo y fueron a la Argentina. Y cuando llegué a Italia, una de las primeras manifestaciones a las que fui era antifascista y me encontré en la plaza cantando. Me acordé mucho de mi abuela… Lo que son las vueltas de la vida. Aprendí muchas cosas en esta etapa de mi vida. Como por ejemplo a producir, me dirigí a mí misma que es toda una experiencia.

La actriz durante su participación en el Instituto Cervantes de Palermo
La actriz durante su participación en el Instituto Cervantes de Palermo

-¿Por qué quisiste ser actriz?

-Desde que tengo noción quiero ser actriz, y no porque haya ido al teatro sino porque actuaba desde los 4 añitos. Hacía personajes, llegaba a la casa de mis tíos, por ejemplo, e improvisaba un personaje, les decía que era Josefina, que hacía tal o cual cosa. De adolescente empecé a estudiar teatro y fui a hablar con Pepe Cibrián. Decidí ir a verlo cuando hizo una obra sobre la escritora George Sand, que fue la esposa de Fréderic Chopin, de quien soy fanática desde que lo escuché por primera vez porque me traspasó el alma. A los meses empecé a trabajar con Pepe, hicimos Mágico burdel y después Los Borgia, el infantil Los pitufos.

-Trabajaste muchos años con Antonio Gasalla, ¿qué recuerdos tenés de él?

- Le voy a agradecer toda la vida el gesto que estuvo conmigo. Me dijeron que está delicado de salud y me da mucha pena. Conmigo se tiró a la pileta porque cuando me llamó yo tenía 22 años y había hecho pequeños personajes. Tenía amigos como (Atilio) Veronelli y (Carlos) Parrilla que trabajaban con él, y cuando se fue Georgina (Barbarossa) necesitaba a una actriz y ellos le hablaron de mí. Entonces me llamó, escuché su mensaje y no podía creerlo. Cuando le devolví el llamado me invitó a su casa, me dijo que había visto pocas cosas mías pero que quedaba en el elenco, que fuera a arreglar y pidiera mucha plata. Se jugó. Te daba una libertad enorme para trabajar y aprendí muchísimo con Antonio.