La música electrónica se transforma: de las grandes fiestas al formato de show

David Guetta en el Movistar Arena, en enero de este año
David Guetta en el Movistar Arena, en enero de este año - Créditos: @Gerardo Viercovich

No es una novedad, pero no por eso es un fenómeno que pase desapercibido. En el último tiempo, la Argentina fue testigo de una masificación definitiva de la música electrónica, ya no como un fenómeno a la misma vez convocante pero de culto, sino más cerca de un formato que trasciende los nichos y equipara a los DJ sets a experiencias en vivo similares a conciertos en su dinámica. Artistas como David Guetta, Calvin Harris y Tiësto han pasado por el Movistar Arena y el Luna Park de manera más que victoriosa, algo que parece tener su correlato en el plano local de la mano de las experiencias con las que Hernán Cattaneo llevó su música lejos de las pistas de baile.

“No es algo que me sorprenda, aunque sí es sorpresivo que en la Argentina funcione tan bien como en otros lados. En las principales capitales de Europa y en las grandes ciudades de Estados Unidos, la electrónica tiene una historia mucho más masiva de la que se puede llegar a tener acá”, explica Oliverio Sofía. El DJ y productor es también una de las dos mitades de Soundexile, el dúo que completa su socio Baunder y que hace más de quince años acompaña a Cattaneo tanto en vivo como en estudio. Se trata de una alianza que se tradujo también a más de un centenar de composiciones y remixes.

Hernán Cattaneo durante su Sunsetstrip en Ciudad Universitaria
Hernán Cattaneo durante su Sunsetstrip en Ciudad Universitaria - Créditos: @Esteban Salino

Sofía vislumbra una de las claves de esta masificación en el giro que varios de estos artistas encontraron la manera de saltar la barrera del nicho. “Guetta y Calvin Harris hace ya bastante que dejaron de ser artistas electrónicos y hoy en día son artistas pop. Seguramente, si les preguntás, a muchas de las personas que van a verlo, seguramente su último concierto fue el de Coldplay”, dice. La comparación no es fortuita: en más de una ocasión, la banda liderada por Chris Martin buscó renovarse a partir de alianzas con DJ y artistas pertenecientes al mundo de la música electrónica, como lo fueron The Chainsmokers, Avicii, Galantis o incluso el propio Guetta. Cada una de esas incursiones terminó siendo una win win situation para las dos partes involucradas: al grupo británico le permitió mantenerse vigente y al invitado de turno le abrió las puertas a un nuevo público.

Para Marco Viera, de Peces Raros, el presente de la electrónica no es un fenómeno fugaz, sino un paso más de un proceso que tuvo su comienzo con el nacimiento de la electrónica como subcultura y espacio de militancia queer en los ochenta y que sufrió una estigmatización en la década siguiente con la proliferación de los ravers. “Hubo una caricaturización que fue calando en el imaginario popular, pero la electrónica no es más que música. Después es también un montón de cosas: es una movida, es un lenguaje y es una escena”, dice el integrante del dúo platense que mejor supo encontrar el punto de equilibrio entre los códigos de la electrónica aplicados al formato de una banda de rock.

Tiësto en el Luna Park, en febrero último
Tiësto en el Luna Park, en febrero último - Créditos: @TOMAS CUESTA

Con sus dos últimos discos, Peces Raros convirtió a sus presentaciones en vivo en una suerte de DJ sets interpretado en vivo, un continuum en el que el factor humano replica el funcionamiento de bandejas y mixers. “Había algo en esa ceremonia que nos parecía disruptivo”, dice Viera para explicar cómo la banda se sumergió en un mundo que en algún momento le era ajeno. “Nos pareció novedoso cómo las luces y la música potenciaban los climas, junto con otra cantidad de factores. La electrónica para nosotros rompió y abrió universos posibles que fuimos explorando con tiempo, tuvimos que aprender a mezclar primero como DJ y después a producir tracks para entender mejor las formas, las texturas y las sonoridades y cómo funcionan en cada género”, explica. El resultado final tiende un puente entre el mundo dance y el indie, con shows que tienen lógica de boliche, con apertura y cierre a cargo de DJ y con la banda tomando por asalto el escenario bien entrada la madrugada. La propuesta se volvió un fenómeno en sí mismo, al punto que Peces Raros agotó las entradas para su próxima presentación en Complejo Art Media en abril antes siquiera de publicar la fecha en sus redes sociales.

La reinvención nació también fruto de la necesidad luego de la tragedia de Time Warp, en la que cinco jóvenes murieron y otros varios debieron ser internados por drogas de diseño adulteradas en un predio sobrevendido, sin ventilación ni acceso al agua corriente. Con los festivales masivos en el centro de la tormenta, la alternativa fue empezar a buscar ámbitos a los que recurrir, y este fenómeno generó una extraña paradoja: lo que antes era de culto pero movilizaba espectadores de a decenas de miles, ahora parece haber reducido su convocatoria, pero ganó su medalla de espectáculo popular. La diferencia no la da la cantidad de tickets vendidos sino la transversalidad del público.

Peces Raros hizo bailar al público.
Peces Raros - Créditos: @Agustín Dusserre

Si bien no pareciera haber todavía una réplica local a este fenómeno, en la Argentina la excepción a esa regla tiene nombre y apellido y es Hernán Cattaneo. El DJ insignia del progressive house trascendió las fronteras del estatus de culto a través de una serie de pasos calculados con precisión quirúrgica. El primero de ellos fue Connected, la serie de conciertos con la que en 2018 desembarcó en el Teatro Colón acompañado por una orquesta de 50 músicos. Con ellos reversionó clásicos de Moby, Depeche Mode, Giorgio Moroder y Underworld, con colaboraciones de Leandro Fresco, Javier Zuker y Richard Coleman. Después, mientras el mundo de la música en vivo hacía un regreso en slow motion tras el encierro pandémico, Cattaneo y Soundexile llevaron su propuesta al teatro Gran Rex con Future Memories, un show de latencia más bailable para un público que todavía debía respetar el distanciamiento. Su última estocada ocurrió días atrás con Sunsetstrip, un tándem de presentaciones en Ciudad Universitaria en el que celebró sus cincuenta y ocho años con sets de más de seis horas en cada jornada, con una convocatoria de más de treinta mil espectadores.

“Hernán fue el último que agarró el tren de los DJ superstar”, dice Oliverio para entender el despegue del pinchadiscos local más convocante. “Él nunca quiso acercarse al pop ni al público rockero. Tenés que coincidir en la idea con quien quieras colaborar y a veces sale bien, como nos pasó con Richard Coleman (se refiere a la versión de “Heroes”, de Bowie, que grabaron con el ex Fricción), pero así como pasó eso, muchas veces nos acercamos a un montón de artistas con los que nos dimos cuenta de que lo que nos gustaba a nosotros, a ellos no, y viceversa”, completa. En tiempos en el que el feat es la norma imperante, a veces el camino al éxito parece ser ir por el carril contrario. “Todos sabemos que Shakira y Bizarrap no son los mejores amigos del mundo, alguien les dice que tienen que hacer un tema juntos y van. A Hernán nadie le dice que tiene que ir a hacer un tema con tal”, sostiene Sofía.

Parte de esta expansión de la música electrónica por terrenos impensados se dio en febrero, cuando Tiësto cerró uno de los escenarios del Cosquín Rock, una presencia que partió aguas en el ámbito local. “Me sorprende, porque la producción no apunta a traer a una banda como Tame Impala, pero trae del dance a un artista igual de convocante. No lo digo como crítica, pero me parece raro, sobre todo porque al ser un festival meramente argentino quizás se podría haber llamado a algunos artistas argentinos de la escena”, dice Sofia. Viera, en cambio, ofrece una lectura más abierta: “Me parece que la reivindicación del rol artístico del DJ permitió que ciertos referentes se fueran acercando a espacios inusuales como pasó con Tiësto, o también con Nick Warren, que estuvo en Cosquín hace unos años. Que un festival de rock le abra las puertas a un DJ me parece que es posible porque ya no está esa discusión sobre la mesa”.

Aunque esta oleada de acceso al mainstream sea también una puerta de acceso a los recursos que otorga la mayor exposición, para Oliverio Sofía la mejor estrategia es no dejarse llevar por las mieles del éxito y usar los recursos para construir algo nuevo: “Cuando tenés limitaciones vas a terminar sacando lo mejor de vos, porque tenés que romper con lo básico con lo que tenés a tu alcance”. Sin necesidad de confrontar, Viera ensaya una lectura más conciliadora: “Los últimos diez o quince años fueron parte de un proceso que se fue dando y que termina en este momento, donde tenemos a estos referentes llegando a estos lugares que hubiesen sido impensados para un DJ hasta hace no mucho tiempo. La verdad es que sacaron la música electrónica de su contexto de rave nocturna, de fiesta y de pista y lograron emanciparla de esa funcionalidad y reivindicarla como lo que es: música”.