La mala suerte de ganar la lotería

'Doña Manolita' lottery shop owners and employees celebrate after selling the winning ticket number of Spain's Christmas lottery named 'El Gordo' (The Fat One) during the second wave of the COVID-19 pandemic on December 22, 2020 in Madrid, Spain. This year's winning number is 72897, with a total of 4 million euros for the top prize to be shared between ten ticket holders. Due to the coronavirus pandemic spectators are not allowed in the theatre this year and the event maintains all sanitary measures (Photo by Oscar Gonzalez/NurPhoto via Getty Images)
(Photo by Oscar Gonzalez/NurPhoto via Getty Images)

Ganar la lotería, o como en estas fechas toca, el gordo de Navidad, es el sueño de muchas personas. Pero en algunos casos ese sueño se convierte rápidamente en una pesadilla.

Todos sueñan con ganar dinero, pero nadie se da cuenta de los problemas”, dijo William Post tan solo cinco años después de haber ganado 16,2 millones de dólares en la lotería de Pensilvania.

Tras ganar su fortuna hizo lo que muchos: abrir un negocio y ayudar a sus hermanos a montar sus propios negocios. También se compró una mansión y un avión privado. Pero los problemas no tardaron en aparecer.

Los negocios fueron mal, uno de sus hermanos contrató a un asesino a sueldo con la esperanza de quedarse con su dinero, perdió toda su fortuna y terminó en prisión tras disparar a un cobrador que le reclamaba una deuda. “Me sentía mucho más feliz cuando estaba en la ruina”, reconoció Post.

Su caso no es único. La lista de quienes han terminado en la ruina tras ganar premios millonarios mientras se hundían en la angustia es larga e incluso hay quienes han llegado al suicidio. ¿Cómo el cuento de hadas se transforma en una película de terror?

La trampa de la adaptación hedonista

En 1978 por psicólogos de la Universidad de Massachusetts Amherst echaron por tierra el mito de que ganar la lotería brinda una gran felicidad. Los ganadores de la lotería no fueron más felices que el resto de las personas. De hecho, incluso reportaron disfrutar menos de las pequeñas cosas de la vida, como conversar con un amigo o desayunar relajadamente.

Eventualmente, la emoción que genera ganar la lotería desaparecerá. A medida que los ganadores de la lotería se acostumbren a los placeres adicionales que su nueva riqueza ha hecho posible, experimentarán esos placeres con menos intensidad y ya no contribuirán mucho a su nivel general de felicidad”, concluyeron.

Los investigadores se referían al fenómeno de la “adaptación hedonista”. En práctica, valoramos nuestras experiencias partiendo de una línea basal. A medida que lo que vivimos se aleja de esa normalidad, puede generar una gran felicidad o una gran tristeza. Pero pasado un tiempo, cuando nos adaptamos a las circunstancias y estas pierden su novedad, volvemos a nuestro “punto de ajuste” de la felicidad.

Ganar la lotería provoca una euforia instantánea, pero a medida que nos acostumbramos a la nueva situación, dejamos de experimentar la alegría y excitación iniciales. Volvemos a la configuración de felicidad basal y, si no tenemos el autocontrol suficiente, podemos caer en una espiral de gastos con el único objetivo de volver a experimentar esa euforia.

De hecho, muchas de las personas que gastan en poco tiempo todo el dinero del premio suelen caer en un bucle de compras por impulso. Al tener un mayor crédito disponible y creer que no deben preocuparse por el dinero, no se ciñen a un presupuesto mensual y terminan gastando incluso más de lo que tienen.

Por eso no es extraño que algunos ganadores de la lotería no solo despilfarren ese capital, sino que terminen contrayendo deudas cuantiosas, un fenómeno que suele agudizarse a medida que aumenta la cuantía del premio.

La “maldición de la lotería” se extiende a las relaciones

"La vida es una lotería que ya hemos ganado. Pero la mayoría de la gente no ha cobrado sus boletos" - Louise L. Hay [Foto: Getty Creative]
"La vida es una lotería que ya hemos ganado. Pero la mayoría de la gente no ha cobrado sus boletos" - Louise L. Hay [Foto: Getty Creative]

Ganar la lotería es un golpe de buena suerte, pero también puede tener repercusiones dramáticas para los ganadores y las personas que les rodean. De hecho, las relaciones pueden convertirse en una inmensa fuente de alegría o en un gran dolor de cabeza. Para Roger y Lara Griffiths fue lo segundo. Tras ganar 1,8 millones de libras esterlinas, el matrimonio de 14 años que una vez fue feliz se desmoronó por completo. Y no han sido los únicos.

Cuando la fortuna nos sonríe de manera inesperada, puede sacar a la luz las diferencias de la pareja en la manera de gestionar y gastar esa nueva riqueza. Eso puede causar nuevos conflictos que, si no se resuelven asertivamente, terminan provocando discusiones y reproches que pueden ponerle el punto final a la relación.

Las relaciones de pareja no son las únicas que pueden verse afectadas tras ganar la lotería. Las relaciones con la familia y los amigos también pueden resentirse. Una fortuna inesperada puede hacer que los demás cambien la percepción que tienen sobre el ganador: deja de ser esa persona con la que compartían momentos de la vida cotidiana y se convierte en una especie de “cajero automático ambulante”.

Algunas personas pueden pensar que el ganador tiene la obligación de compartir su buena suerte y ayudarlas. Creen que tienen derecho a recibir una parte del premio. También es posible que reaparezcan viejos amigos o familiares más interesados en el capital que en mantener una relación.

En este punto se abren diferentes escenarios. Algunos de los ganadores que deciden compartir su buena suerte pueden terminar “desangrados” por las demandas excesivas de dinero. Otros pueden negarse a compartir el premio, de manera que es probable que muchos le vuelvan la espalda. Y es que en materia de relaciones humanas, encontrar el punto de equilibrio con el que todos se sientan satisfechos puede ser bastante complicado.

La felicidad no depende del premio, sino de cómo lo usamos

"La suerte es el sentido de reconocer una oportunidad y la capacidad de aprovecharla" - Samuel Goldwyn [Foto: Getty Creative]
"La suerte es el sentido de reconocer una oportunidad y la capacidad de aprovecharla" - Samuel Goldwyn [Foto: Getty Creative]

Aunque no soy partidaria de los juegos de azar, no es menos cierto que ganar la lotería no tiene que convertirse automáticamente en una condena. Un estudio realizado a 576 ganadores de lotería reveló que la mayoría de las personas estaban “bien ajustadas y contentas con la experiencia”. El secreto, como todo en la vida, consiste en la sensatez y el equilibrio.

La psicóloga Sonja Lyubomirsky descubrió que existe una manera de “burlar” el mecanismo de adaptación hedonista. Comparó el nivel de felicidad de personas que habían vivido cambios circunstanciales, como comprarse un coche nuevo o recibir un aumento de sueldo, con aquellas que experimentaron cambios intencionales que demandaban un esfuerzo sostenido, como comenzar una carrera universitaria o escribir un libro. Descubrió que todos se sentían más felices inmediatamente después del cambio, pero la felicidad fue más duradera para quienes se involucraron en un cambio intencional.

Eso significa que tras ganar la lotería es importante no dejar que ese premio nos defina como personas o que cambie las pequeñas cosas de las que disfrutábamos antes de ganar. Deberíamos tomarnos un tiempo para explorar cómo queremos que sea nuestra vida a partir de ese momento y pensar cómo el premio puede ayudarnos a conseguirlo. Ese tipo de decisiones conscientes y comprometidas son las que hacen que ganar la lotería realmente nos cambie la vida - para bien.

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