‘Mamá, no eres lo suficientemente grunge’: Los aficionados de Olivia Rodrigo roquean en el desierto

Emmanuel, un aficionado de 19 años con una camiseta de tirantes casera que alude a la canción de Olivia Rodrigo “Bad Idea Right?” en el exterior del Acrisure Arena antes del primer concierto de la estrella del pop de su gira mundial Guts, en Palm Springs, California, el 23 de febrero de 2024. (Molly Matalon/The New York Times)
Emmanuel, un aficionado de 19 años con una camiseta de tirantes casera que alude a la canción de Olivia Rodrigo “Bad Idea Right?” en el exterior del Acrisure Arena antes del primer concierto de la estrella del pop de su gira mundial Guts, en Palm Springs, California, el 23 de febrero de 2024. (Molly Matalon/The New York Times)

PALM DESERT, California — El viernes, a las afueras de Palm Springs, California, uno pensaría que había aparecido un extraño espejismo: uno o dos millones de preadolescentes fueron a un estadio, todos calzados con botas Doc Martens de plataforma.

¿Se había emitido algún comunicado oficial, en una frecuencia imperceptible para los mayores de 25 años? ¿Se había convencido inconscientemente a todo el mundo a combinar las botas con medias de rejilla y calentadores?

A nadie parecía importarle que hiciera calor. Lo que sí importaba era que las botas, símbolos punk de rebeliones musicales de antaño, eran el uniforme no oficial aunque evidentemente formal, de la gira mundial Guts de Olivia Rodrigo, que empezaba esa noche.

Parece que cada gira nueva de una gran estrella del pop crea un microclima estético que sigue a la artista de concierto en concierto y que suele evaporarse cuando termina la gira. Disfrazarse para los conciertos no es algo nuevo —véase a los aficionados de Grateful Dead con sus corbatas teñidas de colores, a los seguidores de Madonna de los 90 con sus atuendos de gala—, pero las grandes giras del verano pasado han llevado la cosa un poco más allá. Imagínate asistir a la gira Eras de Taylor Swift sin un sombrero de vaquero o a la gira Renaissance de Beyoncé sin verte aunque sea un poco como una brillante bola de discoteca.

Estos uniformes surgen del deseo de los aficionados de emular a sus artistas favoritos e identificarse visualmente con ellos. Ahora, las redes sociales ofrecen a la gente la oportunidad de compartir y ver lo que llevan los demás. Y no está de más que sitios de comercio electrónico como Amazon y Shein faciliten encargar y recibir un par de botas de lentejuelas hasta el muslo en el tiempo que tarda Beyoncé en volar de Vancouver a Seattle.

Para los aficionados de Rodrigo, la actual poeta laureada de la vulnerabilidad adolescente, ¿cuál iba a ser el estilo? Llegaron a la primera parada de su gira mundial Guts ya completamente coordinados con el mismo tipo de vestimenta.

Ahzalina, a quien le regalaron entradas para el estreno de la gira mundial Guts de Olivia Rodrigo por haber cumplido 10 años, en el exterior del Acrisure Arena de Palm Springs, California, el 23 de febrero de 2024. (Molly Matalon/The New York Times)
Ahzalina, a quien le regalaron entradas para el estreno de la gira mundial Guts de Olivia Rodrigo por haber cumplido 10 años, en el exterior del Acrisure Arena de Palm Springs, California, el 23 de febrero de 2024. (Molly Matalon/The New York Times)

En el estacionamiento antes del concierto, los aficionados esperaban en largas filas que se extendían en todas direcciones —para el camión de mercancía, para las entradas VIP, para los baños portátiles—, cada una de ellas convertida en una pasarela que se movía con lentitud. El morado estaba por todas partes. También las mariposas. Muchos siguieron el ejemplo de la cantante y se inspiraron en la moda “riot grrrl” y desaliñado de los años 90, como Lucy Elfelt, de 14 años, que le dio algunos consejos a su madre sobre cómo vestirse para emular una década que solo una de ellas dos había vivido.

“Ella decía: ‘Mamá, no eres lo suficientemente grunge’”, contó Alicia Elfelt, de 49 años. “Yo decía, mi pelo es púrpura”.

El uniforme evocaba la feminidad atada a unas botas de combate, como si quisiera equipar a su modelo para el territorio escabroso de la catarsis emocional. No faltaban los detalles femeninos, como lazos, corsés y minifaldas con lentejuelas, pero no sin un zapato grueso o una pincelada de delineador de ojos.

Para algunos, quizá fuera un reflejo de la habilidad de Rodrigo para transformar las humillaciones de la adolescencia en letales armas compositivas. “Es como si hubiera leído mi diario”, dijo Bridget Lee, de 20 años, refiriéndose a las canciones de la artista sobre sentirse ingenua, avergonzada, vengativa, insegura. “Cada canción es literalmente yo”, comentó Diego Soriano, de 19 años. Otros dicen que se identifican con ella porque es piscis, porque tiene ascendencia filipina o porque se enfada por las mismas cosas que ellos.

“Me encanta cómo grita”, dijo Val Mok, de 28 años. “Es la historia de mi vida”.

Lee llevaba un vestido escalonado de Betsey Johnson que había encontrado en la aplicación de ropa de segunda mano Depop, simplemente buscando “Olivia Rodrigo”. Ella y un grupo de otras nueve superaficionadas llevaban meses planeando sus atuendos en un chat grupal. ¿Seguían esas cuentas de redes sociales que publicaban actualizaciones sin parar sobre cada nueva pieza de promoción de la gira? Se rieron. “Nosotras somos las cuentas”, dijo una.

Muchos aficionados ven el estilo de Rodrigo como halagadoramente emblemático de la generación Z. Pero Tegan Astani, de 18 años, dijo que algunos estudiantes de su instituto de arte pensaban que Rodrigo era “básica”. ¿Qué música escuchan en su lugar? Prefieren artistas menos conocidos, dijo Astani: “¿Has oído hablar alguna vez de Led Zeppelin?”.

Cuando se abrieron las puertas a las 6 de la tarde, un desfile de lazos morados se filtró en el estadio. Natalia Adams, de 20 años, se acomodó en un asiento entre sus padres, maravillados por la juventud del público. Su padre, Matt, de 58 años, comentó que había una fila larga para comprar conos de nieve, pero ninguna para la cerveza.

Unos días antes, cuando Rodrigo había sacado a la venta vasos de chupito conmemorativos de su cumpleaños 21, un usuario de X, antes conocida como Twitter, respondió que nunca había visto a un seguidor de Rodrigo con edad legal para beber: “¿De qué van a tomar chupitos... de jugo?”. No exageraba: una niña de 7 años se sentó en la última fila con los oídos tapados por unos enormes auriculares morados.

Cuando los admiradores se visten igual, ¿cómo le hace uno para destacar? Mok construyó todo un atuendo en torno a la letra “Botellas de Coca-Cola que solo uso para rizarme el pelo” de una de las canciones de la artista. Astani cosió un traje de animadora basado en un disfraz del videoclip de Rodrigo para “good 4 u”.

Otros se conformaban con ir vestidos como los demás, con la sensación de pertenencia que pueden proporcionar tanto la comunidad de seguidores como el código de vestimenta. A veces, el empujón viene de arriba: Beyoncé animó a sus aficionados a usar prendas plateadas en su gira. Si Rodrigo no dio instrucciones tan específicas, sus publicaciones en Instagram y su ropa de color morado pálido daban pistas sobre el tipo de estilo que quería.

Sus seguidores interpretaron correctamente esas pistas. Cuando Rodrigo subió al escenario, llevaba las mismas Doc Martens de plataforma que los demás.

“¿Alguien se disfrazó?”, preguntó a un público que gritaba.

c.2024 The New York Times Company