“Me marcó la nobleza de la gente”: hablamos con Cristopher Rogel Blanquet, ganador del Word Press Photo 2023

Foto: World Press Photo
Foto: World Press Photo

El peligro de trabajar en el campo y la nobleza de las personas que se dedican a esto quedaron por siempre retratadas en la cámara de Cristopher Rogel Blanquet, que ganó el World Press Photo 2023 gracias a su fotorreportaje titulado ‘Beautiful poison’ (‘Hermoso veneno’).

El fotógrafo mexicano de 38 años ganó en la categoría “Proyecto a largo plazo” luego de mostrar a detalle la vida de las familias de Villa Guerrero, quienes sufren graves consecuencias en su salud por el uso constante de pesticidas tóxicos que emplean en el cultivo de las flores que venden.

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Rogel Blanquet, quien inició como fotoperiodista en diversos medios nacionales, lleva 6 años trabajando como freelance y ha llegado a colaborar con medios como el New York Times y el Courier Journal.

Ahora, con ‘Hermoso veneno’, Cristopher Rogel Blanquet captó el ojo del mundo entero, ganando diversos premios además del World Press Photo 2023, y en Animal MX tuvimos la oportunidad de hablar con él sobre este trabajo, la importancia de mostrar al mundo la vida de las personas del campo, sus próximos proyectos y su pasión en la fotografía.

¿Cómo nació la idea para hacer ‘Hermoso veneno’?

“Nació hace 3 años porque fui a pedir trabajo a una agencia y lleve mi portafolio con una editora. Ella me dijo que no había plazas, pero que mi trabajo era bueno y que por qué no hacía una historia para ver cómo me manejaba”.

“Me propuso hacer algo del medio ambiente y ahí fue donde me acordé que mi papá, desde hace más de 20 años, me mencionaba que conocía a alguien que fumigaba flores en Villa Guerrero. Él siempre decía ‘ay, a poco no le dará cáncer si todo el tiempo fumiga’ y ahí detonó ese recuerdo que tuve”.

“Pero cuando lo empecé a realizar cayó la pandemia. Yo tenía ya un adelanto y se lo quise presentar a la editora, pero me dijo que todo había cambiado porque ahora todo era coronavirus y dije ‘ya ni modo’”.

“A pesar de eso,  yo ya tenía la confianza de las personas que me dejaron entrar a sus casas y sentía que no estaba chido abandonar la historia porque además me parecía importante. Entonces la continué por mi cuenta, paralelo a mis otros trabajos, y así pasaron 3 años en lo que se daban las cosas”.

“El proyecto lo metí a la beca de Jóvenes Creadores, que ya había ganado hace tiempo, y  que me la ganó, luego me llevé la Eugene Smith que es otra beca algo parecida. De ahí fue cuando dije, ‘okay, esta historia es buena’ y por cuestiones de financiar el proyecto lo metía a cada convocatoria que salía y las cosas se fueron dando y pues aquí andamos, hasta el World Press Photo”.

¿Por qué importa esta historia?

“Lo que yo quería era evidenciar el problema de salud pública, pero descubrí que la gente de campo buena y con el cultivo de flor es la manera en la que mantienen a su familia. Entendí que la vida de campo es muy noble y te tratan con una confianza abismal, y que estos problemas que tienen por el uso de agroquímicos, que no solo ocurre en Villa Guerrero, sino también en Sinaloa y los estados donde haya relaciones del campo, pasa esto y lo ven como algo normal”. 

“Los trabajadores, desde su perspectiva, entienden que ese trabajo es un mal necesario, una especie de costo o de tributo que se le paga a las flores, porque las flores también les dan de comer. Me han dicho así de ‘pues sí, sabemos que está mal, pero es lo único que sabemos hacer, y si nos toca tener un familiar con padecimientos, pues lo asumimos’”. 

“Me marcó mucho la nobleza de la gente que por subsistir llega a normalizar estas afectaciones graves. La capacidad de resiliencia de las personas a través de de las actividades que realizan eso es algo que me marca más”.

“En el caso del World Press Photo lo importante son las historias. Uno gana el premio, pero lo que importa es contar la historia porque hay un problema de salud pública por el uso de agroquímicos y las autoridades deberían hacer algo. Yo busqué la postura del Gobierno, de la Secretaría de Salud, y tajantemente me negaron la entrevista, me dijeron ‘no vamos a hablar al respecto’”.

¿En qué otros proyectos trabajas ahorita?

“Ahorita estoy haciendo un proyecto que se llama ‘Invisibles’, que es con personas en situación de calle. Llego con ellos, platico con ellos, desayuno con ellos y les propongo un cambio de imagen”. 

“Entonces, si aceptan, me los llevo a que se bañen, que se corten el cabello y a una tienda de ropa para que ellos elijan cómo quieren verse. Entonces les tomo una foto en su casa, después de hacerles el cambio de imagen”. 

“Lo que yo pretendo es que la gente que vea este trabajo se pregunte qué hace una persona recién bañada posando en basura, cuando en realidad, estas personas están posando en su casa. Busco darle visibilidad y dignidad a su identidad que hace mucho decidieron abandonar”.

“Las personas en situación de calle tienen una historia, hay un contexto de por qué decidieron abandonarse y renunciar a su identidad. Ese es un lado de lo que quiero mostrar, el otro lado es más guajiro y romántico, pero me gustaría que al menos una persona de las que les cambio la imagen le vuelva a detonar esta necesidad de salir de las calles”. 

“Por lo que me han dicho, es muy difícil, la calle te consume y es muy difícil que llegue a pasar, pero mi sueño es que al menos una persona diga ‘ya no quiero estar en esta situación’ y lo haga porque es su decisión”.

¿Qué pasa por tu cabeza cada que agarras tu cámara y vas a tomar tus fotos?

“Pasan muchas cosas y pues depende de la situación. Hace poco hice una cobertura de la Brigada Nacional de Búsqueda para Desaparecidos, y un día antes estaba pensando en cómo hacerle, porque al final estamos hablando con personas que llevan años buscando a sus familiares y es súper triste”.

“Yo iba con una compañera y le decía ‘esta cobertura va a ser diferente, tal vez no será peligrosa, pero va a ser muy fuerte porque estarás en contacto directo con la tristeza más profunda que puedes encontrar’ y yo en esta dinámica de fotógrafo tenía la intención de mostrar esta rabia, dolor y búsqueda, pero sin humillar a las madres, pero cuando llegué ahí, empecé a ver que eran unas guerreras.

“Son como de la edad de mi madre, tienen diabetes y problemas en las rodillas, pero así bajan las barrancas, colgadas de las cuerdas y dije ‘órale, esto tengo que mostrarlo porque tienen fortaleza’ y empecé a hacer fotos que mostraran esa fortaleza”.

“Pero cuando me toca hacer fotografías comerciales también me gusta, porque cualquier tipo de fotografía me cataliza, lo necesito hacer para sentirme tranquilo. No necesariamente deben tener trascendencia social. Si voy a un estudio y veo todo el aparato que tienen para iluminar una escena, me pregunto cómo lo iluminaría yo desde mi visión. Es otra experiencia igual muy disfrutable, pero diferente. A mí todo eso me gusta”.