Margarita de Dinamarca presta su castillo francés a su nieto mayor
Nicolás de Dinamarca, príncipe hasta el 2022 y desde entonces conde de Monpezat, no tiene claro su futuro, pero está disfrutando al máximo de su presente. El hijo mayor que tuvo el príncipe Joaquín con su primera mujer, la condesa Alexandra, combina sus estudios con sus trabajos de modelo y con una vida en busca de aventuras que le ha llevado en los últimos meses de Australia al sur de Francia, haciendo paradas en las semanas de la moda de París y Milán. Ahora, el nieto mayor de la reina Margarita ha recalado en el fabuloso Chateau de Cayx, donde está disfrutando en compañía de su novia y de sus amigos del castillo y los viñedos que son de su abuela y que tan feliz hicieron a su difunto abuelo, el príncipe Henrik.
En sus redes sociales el conde Nicolás besa a su novia Benedikte Thoustrup en el reconocible porche del castillo que la Familia Real tiene en la zona de Cahors, al sur de Francia, y prepara una cena con velas y vistas a los viñedos en donde se pueden ver las botellas con el monograma real del príncipe Henrik. Los atardeceres son espectaculares y el conde goza también de la compañía de un grupo de amigos con los que ha estado navegado por el río Lot, que pasa al lado de la residencia real, y también ha practicado sus habilidades con la petanca, un hobby muy francés.
Este castillo es propiedad de la Familia Real danesa desde 1974 cuando reina Margarita y su marido, el fallecido príncipe Henrik, lo compraron mientras veraneaban a 15 kilómetros de allí, en la casa en la que Henrik había pasado su infancia. El marido de la reina, que se cambió el nombre francés de Henri por una versión más danesa tras la boda, siempre estuvo muy orgulloso de sus raíces y fue este lugar el que le hizo verdaderamente feliz cuando empezó a dudar de su lugar en una monarquía que le había relegado únicamente al papel de consorte.
Mientras que el rey Federico y el príncipe Joaquín fueron niños, el matrimonio pasó aquí todos los veranos, volcados en la renovación de una propiedad que incluye los extensos viñedos que nutren a una bodega donde se fabrican los vinos que se sirven en las cenas de Estado más destacadas de los palacios daneses. Con el tiempo, el castillo se fue llenando de nietos y era aquí donde citaban a la prensa para hacer sus tradicionales posados de verano.
No es ningún secreto que dentro de la Familia Real danesa han habido en los últimos años tensiones y diferencias en cuanto a qué papel tiene que ocupar cada uno dentro de la representación institucional, alcanzo el conflicto el punto máximo en el año 2022, cuando la soberana decidió despojar a cuatro de sus ocho nietos (los hijos de Joaquín) del título de príncipes que ella misma les había dado al nacer. Por una cosa o por otra, hace tiempo que los hermanos Federico y Joaquín no juntan allí a sus familias y solo se tiene constancia de un encuentro allí cuando a Joaquín le dio el ictus en el verano de 2020.
Después de la muerte del príncipe Henrik y del conflicto citado, los que más han disfrutado de ese lugar han sido el príncipe Joaquín y la princesa Marie con sus dos hijos, los condes Henri y Athena. En parte es porque el príncipe Joaquín, que estudió economía agraria, siempre ha estado más ligado a la parte francesa de su familia, algo que se reforzó al casarse con su segunda mujer, la parisina, Marie Cavallier.
Ahora es su hijo mayor, que recuerda bastante a su padre en cuanto a aspecto físico y forma de vestir, el que se pasea por los viñedos en una etapa muy distinta de su vida. A punto de cumplir los 25 años y tras terminar su formación en una escuela de negocios, el conde, dice que no tiene claro a que se va a dedicar pero su presencia en el mundo de la moda no fue algo esporádico, ya que continúa acumulando trabajos y portadas cuando ya se ha pasado la novedad de ver desfilar al nieto de la reina.