Margarita: la infanta ciega que renunció a reinar en España por amor
La infanta Margarita es uno de los miembros de la familia real española que mantiene perfil bajo en el día a día. Lejos de atraer atención mediática vive una vida tranquila y alejada de los escándalos monárquicos de los últimos tiempos que han salpicado a casi todos los miembros de la familia real.
Ni tarjetas black, ni comisiones de dudosa procedencia, ni amantes ni blanqueo… eso sí, adoración incondicional por su hermano Juan Carlos. Margarita acaba de celebrar su 83 cumpleaños lejos del rey emérito que es el niño de sus ojos desde pequeña.
La tía del actual rey, Felipe VI, nació el 6 de marzo de 1939 en pleno exilio de los Borbón y justo antes de que la Guerra Civil española llegase a su fin. Margarita vino al mundo en Roma, en el hospital Anglo-Americano y, desde que nació, fue invidente.
La infanta Margarita es ciega pero su increíble talento auditivo le ha permitido llevar una vida normal y sin limitaciones más allá de lo puramente físico que implica la privación de la visión. Margarita se subía de niña a las cornisas del Castillo de Normandia en el que estudiaba con sus primos y, gracias a las indicaciones de ellos, trasteaba como una chica juguetona aunque no podía ver.
Es una mujer culta y amante del arte, sobre todo de la música. La hermana de Juan Carlos I es una pianista excelente y, gracias a su fantástica audición y al don de sus dedos, fascina al piano con géneros clásicos aunque, como ella misma ha admitido, le encanta el rock y también el pop.
Además de cultivarse en las artes, la infanta también lo ha hecho en los idiomas y es que es una mujer políglota que habla perfectamente español, inglés, francés, portugués e italiano además de tener nociones de árabe y de otras cinco lenguas más.
Siempre ha sido muy querida en la familia y, de hecho, en 1981 su hermano le otorgó el título de duquesa de Soria. Margarita encontró desde bien joven en su hermana Pilar a su gran confidente y había estado íntimamente unida a ella durante toda su vida hasta que Pilar de Borbón falleció en enero de 2020.
Este duro varapalo la marcó profundamente y, décadas antes de esto, tuvo también que hacer frente a una decisión que marcaría su vida para siempre. La infanta Margarita tuvo que elegir entre permanecer en la línea de sucesión al trono o apostar por su amor.
Al más puro estilo de Mako de Japón, Margarita eligió a su hombre, a su amado, a la persona que le hacía sentir esas mariposas en el estómago y no, no era de sangre azul. Carlos Zurita no pertenecía a ninguna familia real, era un plebeyo que ejercía como médico.
A Margarita poco le importaba si era o no de buena cuna así que decidió casarse con él el 12 de octubre del año 1972. Ella tenía 33 años y esa unión hizo que la infanta renunciase a su derecho de sucesión al trono, lo hizo conscientemente y con gran orgullo.
Fruto de ese amor nacieron María y Alfonso que, al igual que su madre, siempre han preferido ser mucho más discretos que otros jóvenes ‘royal’ como Froilán o Victoria Federica que ahora es toda una influencer.
En las familias reales también hay historias de amor verdadero que contrarrestan aquellos amores amañados como el de Doña Sofía y Harald de Noruega que no siempre pueden ser realidad aunque a la reina emérita tampoco le fue de perlas con el querido hermano de Margarita, la verdad.