En 'Maria', Pablo Larraín lleva a Angelina Jolie a las cumbres de la ópera
Para él, hacer películas basadas en las vidas o en experiencias puntuales de mujeres relevantes de la segunda mitad del siglo XX no es algo nuevo. De hecho, “Maria”, su nuevo filme, que debuta hoy en Netflix luego de haberse estrenado en cines selectos de los Estados Unidos, es el tercero que se inscribe en la misma línea.
Y es que, además de haber dirigido cintas tan relevantes del cine latinoamericano como “No” (2012), “El Club” (2015) y “Neruda” (2016), filmadas todas en su Chile natal, Pablo Larraín ha hecho hasta el momento cuatro largometrajes en inglés con repartos de talla internacional, y tres de ellos -“Jackie” (2016), “Spencer” (2021) y el actual “Maria” (2024)- han adoptado la perspectiva arriba descrita.
Pero eso no quiere decir que el tríptico haya sido intencional. En sus propias palabras, hizo “Jackie”, una recreación de lo que pasó con Jacqueline Kennedy antes y después de la muerte de su eminente marido, tras una invitación directa del aclamado cineasta estadounidense
Darren Aronofsky, quien fungió en ese caso como productor; decidió hacer “Spencer” guiado por la fascinación por la Princesa Diana que le inculcó su madre y, finalmente, decidió enfocarse en la insuperable cantante greco-estadounidense Maria Callas para poder entrelazar sus dos grandes amores en lo que respecta al mundo de las artes, es decir, la ópera y el cine.
“Sentí que había una gran oportunidad para lograrlo a través de alguien como Callas, que cambió la historia de la música para siempre, sobre todo en relación al canto lírico, y que tuvo una vida muy particular, muy bella y muy trágica”, le dijo el realizador sudamericano a Los Angeles Times en Español durante una reciente entrevista.
“Pero sí creo que hay cosas en común entre las tres películas, porque todas muestran a mujeres que estuvieron vinculadas a grandes familias o a hombres muy poderosos, que tuvieron una suerte de tendencia trágica y que, pese a todo, fueron capaces de tener una identidad propia, sin depender necesariamente de los que estaban a su lado”, agregó.
Lujos e infortunios
Desde cierta perspectiva, algunos de estos personajes pueden ser vistos como mujeres privilegiadas que son mostradas en entornos opulentos; pero lo cierto es que eran mujeres complejas que, en más de una ocasión, se enfrentaron a esos mismos entornos.
Además, la mirada que Larraín ofrece es inusual, porque, como él mismo lo dice, hay algo trágico en lo que les sucede, es decir, un nivel de conflicto que forma parte esencial de la narrativa. Sea como sea, los vastos ambientes de lujo le dan un marco muy cinematográfico a sus historias.
“Sin embargo, en el caso de ‘María’, estamos hablando de una artista, y eso la hace distinta a las otras historias”, observó el cineasta cuando le dijimos lo anterior. “Estamos ante una persona que de alguna manera se consumió a sí misma cantando y que tuvo una infancia muy difícil, una relación muy complicada con su madre, y que se sometió luego a una disciplina inmensa para poder arrastrar su carrera hacia algo inquebrantable, pese a que todas las expectativas estaban en contra”.
Según Larraín, cuando lo logró hacer, Callas llegó a presentarse en los escenarios más grandes del mundo, transformándose en la cantante más relevante de su época y una de las más notables hasta el día de hoy. Pero luego empezó a experimentar una degradación de sus capacidades vocales debido a factores internos y externos, relacionados no solo a su salud, sino también a la relación que tenía con el mundo.
De alguna manera, Jackie y Diana tenían la posibilidad de sobrevivir y de avanzar en la vida sin la presencia de sus esposos o de las personas negativas que las rodeaban, pero María no podía vivir sin su arte, al que le había dedicado sus mejores esfuerzos y que, en cierto momento, se convirtió en su razón de existir.
“No podía hacerlo, porque era ahí donde encontraba la verdadera paz”, justificó Larraín. “Entonces, una vez que no pudo volver a los escenarios, se fue encerrando cada vez más en su departamento, en sí misma, con las personas que trabajaban para ella, como se muestra en la película, que retrata la última semana de su vida y la presenta como la suma de las tragedias que interpretó en sus obras”.
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Entre dos mundos
Más allá de que “Maria” sea un reflejo de un momento determinado de la vida de este icono y de que responda a lo que sucedió históricamente, llama la atención que Callas sea mostrada mayormente dentro de su enorme apartamento al lado de representantes de la clase trabajadora, es decir, su mayordomo y su cocinera, interpretados respectivamente por Pierfrancesco Favino y Alba Rohrwacher.
Esta circunstancia la lleva a tocar tierra como personaje y le ofrece de paso un saludable balance al relato que se cuenta, salpicado además por extensos ‘flashbacks’ que permiten apreciarla en sus momentos de gloria, deslumbrando a sus seguidores en vivo o siendo seducida por el multimillonario Aristotle Onassis.
“Pero María nunca perteneció a la aristocracia; nació en Estados Unidos y creció en Grecia durante la [Segunda] guerra [Mundial], en medio de circunstancias muy difíciles”, detalló el realizador. “Por lo tanto, si bien existe una estructura de jerarquía en ese hogar -porque ella es la persona que los contrata y ella es la persona famosa-, también existe una cercanía, porque son sus pares. Y esa es una horizontalidad emocional que me parecía muy interesante”.
La diva por la diva
Tener como protagonista a Angelina Jolie -quien acaba de ser nominada a un Globo de Oro por este mismo papel- fue algo que se le ocurrió a Larraín casi desde el inicio del proyecto. “Me parece difícil que exista alguien que pueda haberlo hecho mejor”, afirmó. “Angelina es una actriz que es no solamente muy interesante, muy potente y muy bella, sino que tiene mucha disciplina”.
“Este es un trabajo que requería de un entrenamiento muy complejo y muy extenso”, agregó. “Y ella también entendió muy rápidamente a Maria Callas en todas sus dimensiones; probablemente, necesitábamos a alguien que comprendiera el bagaje de lo que significa ser una diva cultural”.
Hay muchas escenas de la película que muestran la voz original de Callas, pero hay muchas otras en la que se emplea realmente el canto de Jolie, editado y manipulado de distintas maneras. Para lograrlo, la estrella de Hollywood se sometió a una preparación que llegó a extenderse por siete meses.
“Me pareció desde el inicio que la voz iba a ser el principal elemento que iba a permitir que Angelina llegara no solamente de manera técnica al lugar correcto para interpretar al personaje, sino que le iba a permitir además entenderlo del mejor modo”, nos dijo Larraín.
Según el cineasta, una vez que Angelina empezó a cantar y a internarse en la ópera, con todos los tecnicismos y el nivel emocional que esta tiene, empezó a entender realmente al personaje. Pero esta fue solo la primera parte del entrenamiento.
“Cualquiera puede hacer algo relativamente decente en un karaoke con una canción de rock, pero en la ópera, el ‘pitch’, el color y la estructura de la melodía son muy difíciles, y para obtenerlos, hay que practicar muchísimo”, señaló. “Yo estuve ahí, tratando de ayudarla en lo que fuera posible”.
Larraín asegura que la voz real de Jolie mientras canta va desde una intervención que se limita al 1%, hasta una que llega al 60 %, sobre todo en los momentos en los que se muestra a la Callas debilitada, pero todavía impresionante. Y lo más sorprendente es que esto es lo primero que la actriz había hecho en el ámbito del canto.
Lo más personal
En lo que respecta a las apreciaciones que se hacen en “Maria” sobre el sentido de la música, llama la atención la línea de diálogo en la que el personaje asegura que la música nace del sufrimiento, es decir, una afirmación que ha sido discutida hasta el cansancio, sobre todo por quienes se oponen a la idea típica del poeta torturado.
“Maria Callas lo dijo realmente, y me imagino que tiene que ver con una perspectiva artística que es compartida por mucha gente, en donde ciertos estados de dolor producen no solamente la música, sino también la poesía, la literatura y la plástica en general, porque permiten llegar a cierta honestidad y a cierta pureza en la que las emociones se encuentran en un estado de riesgo”, manifestó el realizador.
“No es la única manera de llegar a lo que culturalmente se entiende como ‘belleza’, probablemente”, prosiguió. “Pero, para Maria Callas, era importante entender que desde el sufrimiento se podía construir algo si se tenía una voluntad totalmente inquebrantable. Y el sufrimiento es algo que todos los seres humanos compartimos”.
Tenía entonces sentido preguntarle al director si su propia aproximación al oficio que desempeña es siempre luminosa o si tiene momentos tortuosos. “Hay veces que sí; hay veces en que uno termina inevitablemente involucrado emocionalmente, y ese involucramiento tiene consecuencias personales”, respondió.
“Pero hacer una película, terminarla y compartirla es un ejercicio muy sanador”, advirtió. “Este es un viaje donde probablemente hay momentos muy difíciles, pero también hay momentos muy positivos. En general, el proceso termina siendo bastante revitalizante una vez que concluye”.
En las notas de producción, Larraín dice que esta es su película más personal hasta la fecha. “Es que he incorporado en ella temas con los que he trabajado durante muchos años”, explicó. “Y también lo es porque se trata de una película que tiene que ver con mis intereses más íntimos, ya que muestra a una artista que está sumamente expuesta a sus propios demonios”.
Creación compartida
Además de director, Larraín es guionista; ha coescrito el guión de casi todas sus cintas, a excepción de las que pertenecen al tríptico femenino. De hecho, “Maria” marca su segunda colaboración con el británico Steven Knight, quien hizo también el guión de “Spencer”. Pero la idea original no provino del creador inglés.
Luego de que se le ocurriera hacer una película sobre Maria Callas, nuestro entrevistado invitó a Jolie a participar, y una vez que ella aceptó, decidió que la trama se centraría en la última semana de su vida y se comunicó con Knight para que este la desarrollara.
“Le di lo que me parecía el corazón de la historia y él emprendió el proceso de escritura”, detalló. “Luego tuvimos algunas conversaciones para ir definiendo más las cosas, hasta llegar al guión que se filmó. Creo que Steven es alguien que entiende muy bien cómo organizar una historia desde el punto de vista emocional y cómo hacer hablar a personajes que son muy distintos entre sí”.
Sin embargo, lo más valioso para Larraín fue que Knight se mostró capaz de estructurar una narrativa donde el personaje va organizando su propio final de una manera que resulta tan sublime como entretenida y celebratoria.
“Es que, más allá de cualquier tragedia, esta es una película que intenta celebrar la figura y la vida de Maria Callas, que también funciona como un homenaje y que no oculta la fascinación que seguimos sintiendo por ella”, concluyó el director.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.