Mariano Bertolini, el galán de Marcela Kloosterboer en Chiquititas, sobre los altibajos del actor: “Hay que estar preparado emocionalmente”

Mariano Bertolini, el galán de Marcela Kloosterboer en Chiquititas, sobre los altibajos del actor: “Hay que estar preparado emocionalmente”
Mariano Bertolini, el galán de Marcela Kloosterboer en Chiquititas, sobre los altibajos del actor: “Hay que estar preparado emocionalmente”

Mariano Bertolini entró al mundo del espectáculo por la puerta grande: a los 10 años filmó El verano del potro con Héctor Alterio y China Zorrilla, siguió en televisión con De poeta y de loco, junto a Oscar Martínez y Mercedes Morán, y formó parte del boom Chiquititas -donde interpretó a un galán adolescente que conquistó el corazón de Marcela Kloosterboer- y de Rebelde Way. Hizo más de cien publicidades, es músico, forma parte de SAGAI (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes) y ahora estrena Sumergidos para toda América Latina, una coproducción con Brasil, de 13 episodios que y se verá en A&E a partir de este 27 de enero, de lunes a jueves a las 22.

En una charla con LA NACIÓN, Bertolini habla de la gran exposición que vivió con Chiquititas, de la tarea del actor que también es adaptarse al subibaja emocional de los baches laborales, y de la importancia de la industria audiovisual.

-¿Es verdad que para Sumergidos tuviste que aprender a hablar portugués y a hacer surf?

-Sí, algo de eso hay. Primero hicimos el piloto de la serie y luego se armó la coproducción; en el medio pasó casi un año y tuve tiempo de estudiar portugués porque el personaje lo exigía. Mi personaje nació en Brasil y luego se mudó a Argentina, así que no tenía que tener un acepto perfecto pero sí fluido, porque en la mitad de la serie hablo portugués. Y en cuanto al surf, tomé algunas clases pero no soy muy habilidoso (risas); tuve poco tiempo, además, pero estuvo muy lindo. F ue un desafío hermoso, hicimos un trabajo enorme y muy gratificante porque compartí con excelentes actores y personas . Filmamos en Córdoba y en Florianópolis, donde tuvimos una experiencia enriquecedora con colegas de Brasil. Fue algo hermoso, de verdad. Y contentos con el resultado de la serie que pasaron muchas veces en Brasil, se estrenó en Argentina en la TV Pública y ahora tiene un lanzamiento en toda Latinoamérica y el Caribe.

-Tu personaje es muy misterioso porque parece una cosa, pero es otra….

-Sí, mi personaje, Gabriel Fontán, tiene una doble personalidad y en un momento alguien lo presiona para que traicione a Nando, su mejor amigo, que está metido en el tráfico de drogas. Es un thriller muy bien escrito que tiene muchas historias paralelas que finalmente se entrecruzan. Hay un misterio que te atrapa . Es un personaje complejo, con una trama ágil.

Mariano Bertolini junto a Liz Solari, en una escena de Sumergidos
Mariano Bertolini junto a Liz Solari, en una escena de Sumergidos

-Empezaste de muy chico a trabajar en televisión y cine, con algunos altibajos laborales. ¿Es difícil sostenerse en un medio tan inestable como el audiovisual?

-De chico trabajé muchísimo, entré por la puerta grande porque tuve mucha suerte y oportunidades que pude aprovechar. Después el trabajo fue mermando de una manera considerable. Hoy estamos en el peor momento de la industria audiovisual en nuestro país. Cuando empecé había producción de cine, tiras y unitarios en todos los canales. Con el tiempo fui eligiendo lo que quería hacer, y mi desafío fue tratar de hacer más series y películas y no tanta televisión, pero no era difícil porque había un gran volumen de producción. Hoy está todo muy complicado, ya casi no hay producción audiovisual nacional, y muchos proyectos no se pueden realizar; es casi imposible trabajar si no es en una coproducción. Sumergidos tardó unos tres años en desarrollarse. Esperemos que las autoridades de turno entiendan que la industria audiovisual se puede promover, fortificar y hay mucho talento en nuestro país. Como colectivo luchamos para eso.

-También trabajaste en el exterior...

- Sí, tuve la oportunidad de trabajar en México, España, Colombia y pude darme cuenta de los recursos que tenemos acá. La vida del actor es compleja, hay momentos de buenas rachas y otros de menos oportunidades . Y este es un momento crítico que, esperemos, se revierta y haya políticas de Estado que faciliten la actividad, como sucede en el resto del mundo. Nuestro cine tiene que seguir existiendo y tiene que haber muchas voces, y eso se tiene que mezclar con lo comercial. Hay un cambio de paradigma que todavía no está desarrollado y ojalá que si algo reemplaza a otra cosa sea para que lo maximice y no para que lo disminuya; estamos a la espera de que eso suceda, accionando y proponiendo. Hay que entender que lo audiovisual trae divisas, viaja por el mundo, promueve nuestro turismo, da trabajo genuino, y nosotros necesitamos contar nuestras historias, identificarnos, tener nuestra cultura.

-¿Siempre pudiste ganarte la vida como actor?

-En algunos momentos tuve que hacer otras cosas, pero por poco tiempo. Soy músico y he dado clases, he tocado también. Y con el tiempo me he desarrollado en la producción. Y hace diez años que soy miembro de la comisión directiva de SAGAI y ahí encontré una veta que tiene que ver con la gestión cultural, administrativa y de producción, lo que me da lugar a poder brindarles un servicio a mis compañeros y trabajar en conjunto para lograr políticas mejores para nuestro colectivo y defender nuestros derechos también. También tengo una productora con dos amigos de Córdoba y desarrollamos proyectos.

Mariano Bertolini
Mariano Bertolini

-¿Qué recuerdos tenés de Chiquititas, un boom en ese momento en la televisión que te abrió las puertas del mercado internacional?

-En la calle todavía me recuerdan Chiquititas y también Rebelde Way; fueron proyectos bisagras para mí. Chiquititas fue mi primera tira diaria, porque hasta ese momento había hecho solamente unitarios y películas. Fue un boom explosivo y una gran experiencia muy enriquecedora de la que aprendí muchas cosas, entre ellas un nuevo lenguaje. Y me dio un impulso a nivel masivo. Después hay que saber también que eso es un momento y que pasa y se diluye, y hay que saber adaptarse y estar preparado emocionalmente para entender que es un oficio que tiene altibajos . Hay que ser cauteloso con las decisiones para poder proyectarse a largo plazo y disfrutarlo. A veces no es fácil. Trato de nunca perder el juego, y la frescura.

-¿Para ese entonces tenías claro que querías ser actor?

-Sí, lo tenía bastante claro. Empecé a hacer publicidades cuando era muy chiquito, a los 5 años, porque mis padres tenían amigos que eran dueños de una agencia de publicidad y me presentaron. Hice más de cien; me acuerdo de que mi mamá llevaba la cuenta (risas). A los 10 años hice El verano del potro, con Héctor Alterio y China Zorrilla, y ahí viví un mes fuera de mi casa, en Las Heras, con un tutor. Después, mientras cursaba 5° año hice De poeta y de loco durante todo el año. Era un juego todavía, pero cuando terminé la secundaria estudié teatro y enseguida salieron proyectos. Lo que más me ayudó fue la relación con mis pares y aprendí de Jorge Marrale, de Darío Grandinetti, que eran mis compañeros de trabajo. Entonces tenía a quién preguntarle de qué se trata eso y me dio mucha contención.

-¿Tenés proyectos en marcha?

-Con Franco Fontanarrosa, vamos a volver con Los trenes matan a los autos, que es una obra basada en el primer libro de su papá, Roberto Fontanarrosa. Es una especie de musical dramático, de arte performático. Y también hay una película dando vueltas, que se llama Tormentas y es una ficción de realidades paralelas. Es un año muy flojo, sinceramente porque lo audiovisual está muy parado.