Martín Rejtman, entre las marcas de autor de su cine, el regreso de Silvia Prieto y el estreno de La práctica
Hay más de una celebración en estos días alrededor de Martín Rejtman, uno de los nombres fundamentales del cine argentino de las últimas tres décadas. La llegada a los cines argentinos de su nueva película, La práctica, coincidió con un pequeño fenómeno de enorme repercusión creado alrededor del reestreno de uno de los títulos esenciales de su filmografía, Silvia Prieto (1999), con funciones en todos los casos a sala llena en el cine Gaumont durante las últimas semanas. Allí sigue en cartel, al menos hasta el miércoles 18, todos los días a las 22.15.
La práctica, mientras tanto, puede verse todos los sábados de septiembre, también a las 20, en el auditorio del Malba, a las que se sumarán esta semana dos funciones especiales en el Cine Arte Cacodelphia (Diagonal Norte 1150), el viernes 13, a las 19.45, y el domingo 15, a las 14.30, dentro del MUBI Fest. Rejtman estará presente después de la función del viernes para dialogar con el público.
A la vez, el MUBI Fest presentará en su programación de este año otro trabajo reciente de Rejtman, el documental El repartidor está en camino, cuyo estreno mundial se produjo en el festival Visions Du Reel, que se realiza todos los años en la ciudad suiza de Nyon. Allí obtuvo un premio especial del jurado en la sección Burning Lights. El repartidor está en camino se anuncia como el registro documental en plena pandemia de la vida de algunas personas que se dedican al delivery de comida y mercaderías a través de aplicaciones y fue filmado en la Argentina y en Venezuela. Se exhibirá en carácter de preestreno dentro del MUBI Fest en el complejo Cacodelphia este sábado 14, a las 16.30 (con la presencia de Retjman para un debate post-función), y el domingo 15, a las 18.30.
¿Cómo hace alguien que no tuvo contacto hasta ahora con el “mundo Rejtman” y el estilo que distingue a este realizador tan apreciado en todo el mundo para asomarse a su obra? “Empezar por mi última película sería una buena manera. Puede ser muy útil en ese sentido viajar de lo último a lo primero. Además, me parece muy aburrido seguir una línea cronológica”, responde Rejtman en la conversación que comparte con LA NACION en un bar de Palermo.
Dice Rejtman que La práctica condensa toda su obra previa. “Pero lo hace quizás de una manera más veloz que en el resto de mis películas. Y con un poco más de vértigo. Después, si a alguien le interesa, puede ir para atrás. O mejor no. Es la impresión que tengo”, dice con una sonrisa.
Una distancia de diez años exactos separa a La práctica del estreno de la anterior película de Rejtman, Dos disparos. En ese momento, octubre de 2014, Javier Porta Fouz definió desde estas páginas con precisión la mirada sobre el mundo expresada por este notable autor. “El toque Rejtman quizás consista en hacer un cine de perpetuo movimiento que parece constituirse y regenerarse una y otra vez desde la aparente quietud. Es un cineasta obsesivo y también un escritor obsesivo”, señaló allí.
La práctica se asoma a un momento de la vida de Gustavo (Esteban Bigliardi), un profesor de yoga argentino que vive y trabaja en Santiago, Chile. Le toca atravesar la separación de su esposa trasandina, por la que asume unas cuantas pérdidas. Entre ellas, junto al estrés acumulado, entran y salen otros personajes: alumnos, exalumnos y hasta su madre (Mirta Busnelli, presencia permanente en las películas del realizador). Todo ocurre en clave de comedia, pero desde la perspectiva singular con la que Rejtman observa el mundo.
Rejtman dice que pasó 25 años de su vida practicando yoga y que desde hace tiempo viene pensando en llevar al cine las peripecias de un profesor de esa disciplina. “La práctica tiene que ver con cosas que me sucedieron a mí en todo ese tiempo, aunque no se trata en absoluto de una película autobiográfica. Siempre unos cosas que me pasaron, que atravesó a gente muy cercana o que me contaron. También pasé un tiempo en un retiro del norte chileno, parecido al que se muestra en la película, aunque con una escenografía más árida”.
“Escribo siempre un mismo tipo de historias –explica-, con personajes que están disponibles a todo lo que pueda pasar y que no tienen tanto control de su destino. Unos se van encontrando con otros y entre todos arman y desarman pequeñas historias. En este caso me tocó filmar en otro lugar, en Chile, algo que no me había tocado nunca hasta ahora porque todas mis películas se hicieron acá”.
Rejtman dice que sus historias podrían transcurrir en cualquier lugar, pero al mismo tiempo reconoce que hay ciertas cosas que nunca cambian en sus películas. “Cambiarlas de ámbito y llevarlas a otro país le dan un color diferente. Un personaje no se compone solo a partir de su interioridad. El actor que lo interpreta llega con todo su bagaje a cuestas, su propia manera de decir los textos, la ropa que lleva puesta, cómo interacciona con los demás. Eso es para mí mucho más importante que la psicología del personaje o la intencionalidad de sus acciones. Para mí todo lo exterior siempre es más importante”, detalla.
Otros paisajes
Filmar en Chile fue para Rejtman encontrarse con una “cierta novedad”: el castellano que hablan los trasandinos, paisajes distintos, actores que interpretan a sus personajes con otra música. “El hecho de que todas las locaciones sean chilenas y que los actores, también chilenos, tengan una forma de hablar tan diferente a la nuestra hace que la historia adquiera una personalidad distinta por más que repitan ciertos temas o conductas de mis películas anteriores”, explica.
A Rejtman le interesa mucho más lo que comunican sus películas que todo lo que puede llegar a decir de ellas: “Lo que opine de ellas o decir cuál fue mi intención cuando las hice me importa poco. Para que eso tenga sentido yo tendría que estar hablando de la película al lado de ella o antes o después. Lo importante es qué dice la película para las personas que la ven, independientemente de mis opiniones”.
Quien le pida a Rejtman una definición sobre La práctica recibirá una respuesta muy escueta. “Es una comedia. Punto”. Pero al mismo tiempo se encarga de aclarar que no hace comedias puras. “Mis películas en realidad juegan alrededor de la comedia –fundamenta-. Quizás porque hay elementos del género que no terminan de entrar o porque no tienen finales felices. Lo que a mí me gusta es la comedia americana de los años 30 y 40: Lubitsch, Howard Hawks, Preston Sturges. Sobre todo Sturges”.
Hace poco le preguntaron a Rejtman si La práctica podría ser su última película. “No lo sé todavía. ¿Por qué no? –contesta-. Nunca empiezo una película preguntándome qué voy a contar. Voy encontrando la historia a medida que voy escribiendo. Hacer una película lleva mucho tiempo, mucho trabajo. Y yo no me planteo la necesidad de hacer una por año. Las hago cuando puedo y cuando se dan las circunstancias. Están cambiando mucho las formas de exhibición y de producción, y al dificultarse todo uno nunca va a saber si conseguirá lo que necesita”.
Rejtman está muy pendiente del camino que recorrerá entre nosotros La práctica, que se estrena a casi un año de su lanzamiento mundial en la competencia oficial del Festival de San Sebastián 2023. Y disfruta al mismo tiempo de la enorme repercusión cosechada alrededor del regreso a los cines de Silvia Prieto. “El cine es dinámico. Que pase eso es algo muy bueno. No es lo mismo ver Silvia Prieto hace 25 años que verla hoy. Y tampoco es lo mismo cuando la ven una persona de 20 años y otra de 60. Que mis películas vuelven a darse con toda esa repercusión es lo mejor que me puede pasar. No podría estar más contento”.
En medio del entusiasmo abierto por el regreso a los cines de Silvia Prieto algunos se preguntaron si sería posible pensar en un nuevo capítulo de esa historia ambientada en los tiempos actuales. El director vuelve a sonreír ante el comentario y responde: “Lo que sí planeamos en un momento con Vicentico y con Valeria Bertuccelli es una posible segunda parte de Los guantes mágicos. Cuando les pregunté cómo lo imaginaban, Vicentico me dice: bueno, hagamos la misma película con los mismos actores, pero como estamos hoy. No desarrollamos mucho esa idea, pero me pareció genial. No es mía y no la terminé de pensar, pero podría hacerla”.
¿Tiene algo para decir Rejtman sobre la compleja actualidad y el incierto futuro del cine argentino? “Me resulta muy difícil contestar cualquier pregunta sobre ese tema –concluye-. Es un poco absurdo encontrar una respuesta. Cada uno tiene que hacerse una sola pregunta: ¿hay interés en hacer un cine nacional o no lo hay? No hay nada más que decir”.