Martín Vaca, ante la carrera más importante de su vida

CIUDAD DE MÉXICO, julio 5 (EL UNIVERSAL).- Martín Vaca, el mecánico y restaurador de autos más conocido en México está por publicar un libro sobre su vida y celebra el décimo aniversario de su programa. El líder del programa Mexicánicos, cuya nueva temporada ya está disponible en Discovery y Max, adelanta que el texto llevará por título Mexicano, sí se puede.

"(Tendrá ) Parte de mi vida, mi experiencia en el trabajo, de cuando llegó el programa, ya sólo falta mandarlo a corrección", adelanta.

El tapatío, quien de pequeño dice jugaba "carreritas" con autos de juguete y en su pubertad le construyó a su mamá un carro de mercado, revela algunos de sus gustos.

¿Te gustan las películas sobre autos y carreras?

Últimamente he estado viendo, como Ferrari, que por ahí hasta se me salieron las lágrimas (risas). Cuando Shelby (Carroll, corredor de autos) le gana a Ferrari y este lo saluda con el sombrero, reconociéndolo.

¿Te atrae ver competencias como la Fórmula 1?

Sí veo, pero cuando hay en Guadalajara y México, y yo no corro, no me gusta ir. Desde luego, en EU y cuando hay un evento grande voy a aprender qué novedades existen.

¿En reuniones o la calle te piden consejos?

(Risas) Mucho, me enseñan fotografías o piden que les revise el auto.

¿Has perdido tu privacidad?

De pronto estoy en los tacos y me preguntan qué ando haciendo y pues les digo que "la vaca también come" (risas).

¿En estos 10 años ha habido alguna remodelación que no hayas sabido cómo hacerle?

Un montón (risas). Yo duermo tranquilo, pero si me llego a despertar a medianoche puedo permanecer tres o cuatro horas pensando en el problema. Y pasa lo mismo con carros nuevos, no sólo viejos.

¿Has perdido piso en algún momento?

No. Uso el mismo pantalón, los mismos zapatos y la misma mujer, me aguanta mucho (risas).

¿Qué impacto crees que ha tenido el programa en México, ves más gente queriendo ser mecánico?

Sí, pero sobre todo se ha incrementado mucho el costo de los carros viejos (risas). Yo llegué a comprar un Volkswagen en 600 pesos y ahora, por ejemplo, me vendían un carro que fue de mi padre en 80 mil, cuando estaba completamente desbaratado. El vehículo no tenía motor, ni tapicería y por supuesto que no lo compré.