En medio de la crisis política peruana, este director busca darle satisfacciones a su país en el Oscar

Aldo Salvini nació en Bogotá, Colombia, pero se mudó a Lima cuando tenía solo 7 años. Ha desarrollado su larga trayectoria en la capital peruana, sigue viviendo allí y habla y siente como peruano, lo que hace que estuviera particularmente preocupado cuando, en medio de la campaña promocional de su nueva película en Los Ángeles, California, se enteró de que Pedro Castillo, todavía presidente de la nación andina, había dado (o había intentado dar) un golpe de estado.

Hablaremos de eso más adelante, porque, como es natural, la prioridad de Salvini durante el encuentro que tuvimos con él la noche del miércoles pasado era promocionar ese filme, “El Corazón de la Luna”, elegido por el Ministerio de Cultura Peruano para tratar de obtener un lugar en la competitiva categoría de Mejor Película Internacional de los Premios de la Academia.

Minutos antes de la entrevista y del cóctel que se ofreció -¡gracias por el pisco!-, habíamos podido ver en la pequeña pero sofisticada sala del hotel London West Hollywood una cinta que se ubica en la capital peruana para mostrarnos a una mujer mayor (interpretada por la gran Haydée Cáceres) cuyos numerosos problemas mentales, agravados por la soledad y la pobreza que la aquejan, la llevan a encontrar compañía no solo en una hormiga que cuida con esmero, sino también en un robot que solo ella puede ver.

La idea inicial para escribir esta historia se produjo en el 2008, cuando, estando a bordo de un taxi, Salvini vio a una hormiga y se puso a pensar en el futuro poco prometedor del mismo insecto. Representar a este personaje (porque termina siendo uno) planteó ya retos en el rodaje que lo obligaron a superponer a diferentes hormigas en diferentes tomas con la ayuda de la técnica del croma, aunque no recurrió nunca a trucos digitales, como no lo hizo tampoco durante las escenas que muestran al robot, quien tampoco tiene nombre en la película pero que es distinguido ahora como Yawarbot.

Una figura prodigiosa

“Usamos a Bruno Balbuena, [un actor] que mide dos metros, y para el que la facultad de Ingeniería de la Universidad de Lima hizo un traje especial con impresoras 3D”, nos dijo Salvini, quien estudió y enseñó en ese centro de estudios, encargado de producir la película. “Tuvo un ‘coach’ para todos los movimientos que hace, pero creo que su trabajo es muy bueno, porque no puede hacer gestos, pero logra generar de todos modos empatía con el público”.

Fuera de las secuencias que comparte con el personaje de Cáceres, Yawarbot es mostrado como parte de una serie de televisión ficticia que es vista constantemente por la misma mujer y que se inspira directamente en los programas japoneses que Salvini veía cuando era un niño. “Yo era fanático de Ultrasiete y de Ultraman, y cuando jugaba con mi hermano, dejaba que él fuera uno de ellos y yo era siempre el ‘malo’”, recordó nuestro entrevistado. “Me gustaba ser el monstruo. Cuando hicimos esto, lo único que le dije al diseñador del robot es que quería que fuera precolombino y que fuera un gato”.

Pese a que “El Corazón de la Luna” se encuentra completamente desprovista de diálogos, la fuerte impresión que deja Yawarbot se ve respaldada por el increíble trabajo de sonido de la cinta, que fue posproducido en Chile. “Necesitaba que sonara como una especie de RoboCop, pero ‘quiñado’ [maltratado]”, dijo el cineasta. “Que sonara pesado, oxidado. En realidad, yo he quedado muy satisfecho con todo el trabajo de sonido que se hizo”.

Las referencias de la película a trabajos emblemáticos del género fantástico se extienden a las tomas en las que las calles de Lima lucen como las del barrio chino de “Blade Runner”, el clásico de clásicos de Ridley Scott, sostenidas por el estupendo trabajo de la directora de fotografía Micaela Cajahuaringa.

“Eso no estaba el guion; se nos ocurrió cuando encontramos la locación, que estaba llena de hotelitos de 10 soles”, precisó Salvini. “Agregamos a los vendedores ambulantes de ‘fritangas’, porque es una calle que está normalmente vacía”.

Riesgos y entregas

En consonancia con su pobreza, el personaje de Cáceres se desplaza por los barrios populares de la capital, lo que hizo que la producción se trasladara a zonas como Mirones, El Rímac, San Juan de Miraflores y Los Olivos, que no son precisamente las más seguras de la capital para un proyecto de esta clase, pero a las que se llegó con el resguardado de agentes de seguridad pagados.

“No fue nada comparado a lo que pasó con ‘Dyango’, donde no tienes que pedir solamente protección a la policía, sino también a la pandilla del lugar”, señaló Salvini, en referencia al trabajo de dirección que ha hecho en dos películas pertenecientes a una popular saga de acción protagonizada por un asaltante de bancos inspirado en un personaje de la vida real.

Y es que su carrera ha oscilado siempre entre propuestas de autor y empresas completamente comerciales, como sucedió también en su extensa labor en el mundo de las telenovelas (ha hecho 15). “Estando en una realidad como la peruana, no me puedo quejar; la televisión me ha dado mucho oficio y me ha enseñado a resolver rápidamente los inconvenientes que se presenten, y además, es lo que me ha dado de comer”, retomó el realizador. “Nadie gana dinero haciendo cine en el Perú”.

Más allá de robots y de hormigas, la película destaca principalmente en el plano histriónico por el impresionante trabajo de Cáceres, una figura legendaria de la televisión, el cine y el teatro hechos en Perú, y que tuvo que someterse a diferentes desafíos físicos y emocionales para interpretar a un personaje que, fuera de la inmensa carga de sufrimiento que lleva, se gana la vida cargando bolsas de papas en un mercado.

“Es impresionante; creo que tiene que ver con el ENSAD [Escuela Nacional Superior de Arte Dramático], donde el ‘no’ no existe”, explicó Salvini, mencionando el centro de estudios al que acudió la actriz. “Son súper ‘mandados’ [atrevidos]. Trabajé muchos años con [el reconocido y ya fallecido] Aristóteles Picho, que estudió también allí, y era lo mismo. Aparte del talento que tiene, Haydée mostró una entrega absoluta”.

Temas de fondo

“El Corazón de la Luna” sigue la línea trazada por los célebres cortometrajes que Salvini hizo a inicios de los ’90, que manejaban ya un lenguaje cinematográfico insólito para la industria local de la época, que se enmarcaban en los terrenos del género fantástico y que lo convirtieron en un cineasta de culto.

De hecho, la nueva película se conecta directamente con “El gran viaje del Capitán Neptuno” (1991), donde dos hombres con trastornos mentales pretendían vengar la afrenta sufrida por los soldados peruanos en la ya lejana guerra con Chile -que se dio entre 1879 y 1884-.

Pese a ser la representante peruana en los competitivos Premios de la Academia y a la excelente recepción que ha tenido en diferentes medios, como sucedió en el SCI-FI London Film Festival, que le otorgó el trofeo a Mejor Película en octubre de este año, “El Corazón de la Luna” ha tenido detractores a su paso por las salas limeñas, y esto ha incluido a críticos que la han calificado de miserabilista y de haberse promovido indebidamente como una cinta de ciencia ficción.

“No es de ciencia ficción”, reconoció Salvini. “Esa confusión surgió después de lo que pasó en el festival de Inglaterra, cuando la prensa peruana anunció la noticia diciendo que pertenecía a ese género. ¡Nadie nos preguntó! Para mí, este es un drama psicológico, social y fantástico, con toques de terror y, si quieres, toques de ciencia ficción, porque hay un robot y una visualización de Lima que puede remitir a algo que no existe”.

En sus palabras, se interesa en esta clase de personajes porque, como estos se encuentran al borde de la realidad, le permiten fantasear. “Lamentablemente, en Lima he visto durante mi vida a muchos locos”, apuntó. “Cuando vivía en Jesús María, había un hombre de la calle que gritaba todos los días malas palabras, y ese fue el origen del Capitán Neptuno”.

“No me interesa ser miserabilista, no me intenta rebuscar en la miseria ajena; de hecho, en esta película, no quise hacer nada en los cerros, sino mostrar lugares que recorro habitualmente”, añadió. “No pretendo ser abanderado de nadie, pero me gusta que, al ver esta película, alguien tome conciencia de la gente que vive en el desamparo y a la que le damos la espalda, aunque me interesa mucho la puesta en escena”.

La situación actual

Ante de cerrar la conversación, le pedimos que nos diera sus primeras impresiones sobre lo que venía sucediendo en Perú. A esas alturas de la noche, Castillo ya había sido detenido y la vicepresidenta Dina Boluarte había asumido la presidencia, pero la situación seguía siendo incierta.

“Hay gente que dice que nos merecemos esto por los votos que se hicieron, pero yo no creo que el Perú se merezca esto”, comentó. “Estoy preocupado por lo que va a pasar, porque nadie sabe qué hay detrás de todo esto, qué poderes ocultos hay, quién está manejando toda esa mierda”.

“¿Por qué hizo [Castillo] lo que hizo justamente ahora, cuando lo habían podido sacar hace tiempo?”, prosiguió. “Voy a regresar a un país donde ya había problemas y donde mi gremio se vio profundamente afectado por la pandemia; yo no tengo ‘chamba’ desde entonces. ¿Qué va a pasar con Dina Boluarte? ¿Qué va a pasar con [Vladimir] Cerrón? ¿Qué va a pasar con el arte y con la cultura?”

En ese sentido, Salvini asegura no creer en las ideologías ni tener mucha fe en los seres humanos. “Cada vez que ido a votar, he dibujado un pene o he escrito 666”, relató. “Una vez me tocó ser miembro de mesa e hice lo mismo; después, cuando estaban contando los votos, alguien que se encontraba ahí se escandalizó al ver el mío, y yo me reí”.

Por lo tanto, no ve posible que Castillo se convierta en personaje de una próxima película suya. “Es un ladrón de poca monta que ni siquiera entró con la idea de robar millones; se contenta con 20 mil soles”, concluyó. “Django tiene más huevos”.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.