Melissa Gilbert ahora vive como Laura Ingalls tras años doblegándose a las presiones estéticas de Hollywood

Melissa Gilbert ha dicho basta. La actriz de 58 años a la que todos recordamos como la eterna Laura Ingalls de La casa de la pradera ha decidido abandonar las presiones de Hollywood y los prejuicios estéticos para abrazar una rutina más simple. No solo proclama haber renunciado al bótox y los tratamientos de belleza, sino también al glamur de los focos y sus exigencias físicas, a cambio de vivir como su personaje en la aclamada serie.

En una casa pequeña en plena montaña, rodeada de simplicidad y naturaleza, siendo ella misma mientras disfruta del paso del tiempo con otra perspectiva.

PARSIPPANY, NJ - ABRIL 29: Melissa Gilbert en Chiller Theatre Expo Spring 2022 el 19 de abril de 2022 en Parsippany, New Jersey. (Photo by Bobby Bank/Getty Images) - Melissa Gilbert como Laura Ingalls en 'La casa de la pradera', episodio 3, emitido el 10/11/1976 (Photo by Ted Shepherd/NBCU Photo Bank/NBCUniversal via Getty Images via Getty Images)
PARSIPPANY, NJ - ABRIL 29: Melissa Gilbert en Chiller Theatre Expo Spring 2022 el 19 de abril de 2022 en Parsippany, New Jersey. (Photo by Bobby Bank/Getty Images) - Melissa Gilbert como Laura Ingalls en 'La casa de la pradera', episodio 3, emitido el 10/11/1976 (Photo by Ted Shepherd/NBCU Photo Bank/NBCUniversal via Getty Images via Getty Images)

El cambio habría sido radical después de darse cuenta que necesitaba un estilo de vida más sencillo y natural, tras llevar una vida entera doblegándose a las exigencias y presiones de su industria. A sus 58 años quiere ser libre en su propia piel, sin sentir la necesidad de estar al corriente con los tratamientos estéticos ni seguir los estándares de belleza que le pide su industria a raíz de su edad. Quiere, sencillamente, libertad.

De esta manera, abandonó su mansión en Los Angeles para mudarse con su marido a las colinas de Catskills, al otro lado del país en el estado de Nueva York. Dejaron atrás las grandes viviendas y condominios valorados en millones de dólares para comprar una cabaña de 14 hectáreas por $98.000.

Esta soy yo ahora, sin tintura en el cabello, sin fillers ni implantes, sin Bótox. Simplemente me cuido. Intento comer tan sano como puedo. Bebo mucha agua. Y por todo esto, estoy realmente disfrutando el proceso de envejecer” dijo a Fox News.

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Gilberg comenzó su carrera como actriz desde muy pequeña, alcanzando la fama con tan solo 10 años a través del papel de Laura Ingalls, la segunda hija de Charles (Michael Landon) en La casa de la pradera. Creció bajo la atenta mirada del mundo, formando parte de la serie entre 1974 y 1983. Es decir, hasta que cumplió los 19 años. Y si bien su carrera no volvió a vivir un éxito igual, nunca dejó de trabajar. Mientras grababa el famoso drama familiar también participaba en películas, y al terminar la serie siguió con todo tipo de trabajos en teatro, cine y televisión. Hasta fue concursante de Bailando con las estrellas en 2012 y gracias a su larga trayectoria en Hollywood fue presidenta del Sindicato de Actores entre 2001 y 2005.

Vivió tantas experiencias en la industria que escribió sus memorias a los 45 años e incluso se adentró en el terreno político como candidata demócrata para el Congreso en 2016. Sin embargo, aunque había ganado las elecciones primarias tuvo que abandonar por problemas de salud. No obstante, toda esta presencia activa en los focos la llevó por el mismo camino que viven la gran mayoría de actrices: el de la presión estética. Sumado a la batalla personal que padeció durante muchos años contra el alcohol y las drogas.

Lo contó en sus memorias publicadas en 2009, revelando que llegaba a beber dos botellas de vino cada noche a solas, hasta que admitió que tenía un problema cuando una mañana se despertó de resaca en la cama del perro. Contó, también, que llegó a sentirse atraída por hombres que olían a alcohol por culpa de trabajar tantos años de su juventud junto a Michael Landon. Según la actriz, quien fuera su padre en la ficción bebía vodka en una taza de café, siendo de las primeras que señaló públicamente al intérprete de actitud inapropiada. Le siguió Karen Grassle -la madre Ingalls- quien terminó de hundir el recuerdo del actor al exponer una faceta sexista y cruel que el mundo nunca llegó a conocer.

El reparto de La casa de la pradera en el set a mediados de 1970s. Melissa Gilbert, Michael Landon (1936 - 1991), Karen Grassle, Melissa Sue Anderson, y Lindsay o Sidney Greenbush. (Photo by Fotos International/Getty Images)
El reparto de La casa de la pradera en el set a mediados de 1970s. Melissa Gilbert, Michael Landon (1936 - 1991), Karen Grassle, Melissa Sue Anderson, y Lindsay o Sidney Greenbush. (Photo by Fotos International/Getty Images)

Toda la presión externa que rodeaba a Melissa Gilbert y sus propias batallas la llevaron a sentir la necesidad de ajustarse a los cánones de belleza de su industria. Se hizo tres rinoplastias cuando tenía 20 años después de darse cuenta de que la maquillaban para crear la ilusión de que su nariz era más pequeña.

Pero ahora, por fin, después de toda una vida bajo el escrutinio de los focos y el personal, decidió decir basta. Ya no quiere rodearse de prejuicios, ni caaer en ellos con Bótox e inyecciones, sino disfrutar del paso del tiempo. Tuve que encontrar un lugar dentro mío donde podía dejar de intentar, o sentir, que debía ser lo que todo el mundo quería que fuera y ser exactamente yo mismasentencia ahora.

En su caso, todo sucedió en un día. Dijo a People que se despertó y pensó ‘¿Qué estoy haciendo?’, dándose cuenta que no era feliz, y decidiendo entonces que era hora de un cambio de vida. Aunque le llevó un tiempo conseguirlo. Después de vivir con su marido durante los primeros años de matrimonio en Michigan, se mudaron a Manhattan por trabajo hasta que en 2018 encontraron la cabaña. Necesitaba todo tipo de arreglos, pero consiguieron darle un cambio radical. Y a pesar de contar con una fortuna conjunta estimada en 500.000 dólares (según Celebrity Net Worth), ahora viven rodeados de naturaleza y simpleza, haciéndolo todo ellos mismos, cuidando de gallinas y cultivando sus propias hortalizas.

Incluso, con este cambio de vida, ha revivido la inspiración en ella, escribiendo un nuevo libro durante la pandemia que trata, justamente, de esta nueva libertad descubierta en la naturaleza y su cabaña. “Nuestras vidas son simples ahora, y hay una dulzura en esa simplicidad. Y con esa simplicidad viene un verdadero amor por la quietud y por vivir mi vida en un lugar pacífico” dijo a Fox News.

Para Gilbert, que no había disfrutado de rodearse de naturaleza en su rutina diaria desde las grabaciones de La casa de la pradera, la decisión “despertó su alma en una manera que nunca antes había sentido”. Y no, no echa de menos Hollywood para nada.

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