Memorias de una maga: coloridas pinceladas de una personalidad que bien vale conocer

El músico Pablo Viotti y Eugenia Alonso en Memorias de una maga
El músico Pablo Viotti y Eugenia Alonso en Memorias de una maga

Autora: Leni González. Dirección: Cecilia Meijide. Intérpretes: Eugenia Alonso y Pablo Viotti en música. Escenografía y vestuario: Gabriella Gerdelics. Iluminación: Ricardo Sica. Sala: El Extranjero, Valentín Gómez 3380. Funciones: sábados, a las 17. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: buena

En la década del 50, Delia Kamia se convirtió en una pionera de la magia. Escribió y publicó en 1952 su libro, Memorias de una maga. De ella se dice que fue discípula de Fu-Manchú y docente de su escuela, además de hacer shows, actuar en locales nocturnos y para niños, según lo destaca el estudioso Miguel Vitagliano, en el blog Escritores por el mundo. A todos dejaba sorprendidos con sus trucos de ilusionismo. Pero ¿quién era, en verdad, Delia Kamia? Delia era una de las hijas del sociólogo, médico y filósofo José Ingenieros, conocido por su libro El hombre mediocre. Delia Ingenieros, que adoptó el nombre de Kamia, primero fue bióloga, pero sintió que eso no tenía que ver con ella y la magia le abrió nuevos caminos, ¡mágicos, claro! Luego de una amplia investigación y atraída por la personalidad de esa mujer pionera en lo suyo, la periodista y crítica teatral Leni González le dedica esta pieza teatral. Hacerlo no deja de ser un hallazgo, porque a través de su texto, en formato de unipersonal, se percibe quizás la personalidad irónica, de una vastísima inteligencia y de una gran empatía con todos aquellos a los que trataba, de una mujer, prácticamente, desconocida para la gran mayoría.

Eugenia Alonso y Pablo Viotti en Memorias de una maga
Eugenia Alonso y Pablo Viotti en Memorias de una maga - Créditos: @ Juan Ferrari

La dramaturga ahonda en las distintas facetas de Delia Kamia, la hace coincidir en un salpicado popurrí de risueñas situaciones a la bióloga Delia y a la maga Kamia. Hasta que al final se impone esta última, a través de un gran derroche de histrionismo, muy bien resuelto, en el que una actriz, de amplia trayectoria como Eugenia Alonso le aporta una gama de recursos interpretativos, muy exigidos por cierto, para que el público se lleve una imagen lo más amplia posible de esa dama, que sabía varios idiomas, fue investigadora de lenguas germánicas con Borges, amigo de su hermana Celia, que era bailarina.

“Me gusta pensar que hay para mí, en alguna parte, un tesoro escondido y que, tarde o temprano, la campana sonará para alertarme”, dice el personaje de Delia, y agrega: “El heroísmo no garantiza éxito porque parte de su encanto es no prometer resultados, pero te asegura la gloria íntima de tu propia rebelión”. Y a través de esa amplia rebelión, de su tour de force, en el que actúa, canta, baila y hace trucos de magia, Eugenia Alonso (que en pocos días más debutará con Julio Chávez, en Lo sagrado ), nos propone un paseo por la vida de una mujer que se arriesgó a desafiar los cánones masculinos de la época y a la vez saber imponerse y perseguir su vocación.

Acompañada en escena por el músico Pablo Viotti, Alonso ilumina el exigente, farragoso y lleno de interesantísimos datos sobre la enigmática personalidad de Kamia, que la autora transmite con rica prosa en su pieza.

En la obra, en un abrir y cerrar de ojos, Eugenia Alonso se ve obligada a cambiar de vestuario y pasar de ser una maga en un cabaret, a un show infantil, o ataviada con guardapolvo blanco, imita la voz de su jefe, cuando trabajaba en el Instituto se Microbiología Agrícola y les hablaba a los microbios que habitaban en sus probetas. Divertida, atractiva, audaz, la pieza, por instantes perdió algo de su equilibrio escénico a través de la dirección Cecilia Meijide que, al menos, en la primera función no supo resolver muy bien los continuos cambios de situaciones -y muy variados, por cierto- que exige la pieza. Bajo estas circunstancias, la actriz se vio obligada a tener que “correr” en escena para entrar a tiempo a una situación y otra, mientras el músico que la acompaña no siempre la supo esperar, para disfrutar juntos de las pinceladas coloridas de una personalidad como la de Delia “Kamia” Ingenieros, a la que es muy válido conocer.