Mirtha Legrand, el año más doloroso de la Reina Madre a la que detestan los kirchneristas

Mirtha Legrand volvió a conducir sus programas a los 94 años y luego de la pérdida de sus dos hermanos
Malcolm MacGibbon

¡Volvió la Chiqui! El último sábado, luego de su más larga ausencia de las pantallas, Mirtha Legrand volvió a conducir en soledad su legendario programa. Durante esta espera, Mirtha cumplió 94 años. Estos dos últimos deben haber estado entre los más difíciles de su vida. En el transcurso de su reclusión obligatoria sufrió la pérdida de la persona más cercana: su hermana gemela Silvia, también conocida como Goldy. En agosto de 2019, había fallecido el hermano mayor, José Martínez Suárez, otro personaje fabuloso. Siempre pensamos que su retiro era algo que sucedería en un futuro mediato, que se prorrogaría una y otra vez y que conviviríamos por siempre con ella en la televisión. Por primera vez la posibilidad de que dejara los Almuerzos era mucho más concreta, con lo que eso implicaba en una persona que trabajaba a destajo desde que era menor de edad. Mirtha en su retorno contó que, para combatir la tristeza, el médico le dijo que sería bueno no quedarse encerrada y salir a trabajar. Y Mirtha se puso sus mejores galas y fue a trabajar.

Si en vez de una maltrecha e intermitente democracia de poco más de dos siglos de edad fuéramos una venerable monarquía, seguramente Mirtha Legrand sería nuestra Reina Madre. Chiquita tiene una de esas trayectorias que están más allá de cualquier evaluación. Cuando el cine argentino era una industria, ella era una de sus más grandes estrellas. A los catorce años, en 1941, ya tuvo un protagónico, en Los martes, orquídeas, de Francisco Mugica. Filmó en total treinta y seis películas y sus personajes fueron desde la muchacha ingenua hasta la mujer madura sexualmente activa.

Mirtha, almorzando con Alcón y la Tana Rinaldi
Mirtha, almorzando con Alcón y la Tana Rinaldi


Mirtha, almorzando con Alcón y la Tana Rinaldi en sus legendarios programas

Cuando terminó la época de los grandes estudios de cine y comenzó el reinado de la televisión, la Señora inventó un programa basado en una idea a la que se le podía aplicar el clásico “No va a andar”: gente almorzando en vivo, charlando entre masticada y deglución. Eso fue hace cincuenta y tres años. Un cálculo rápido, ponderando temporadas e invitados nos lleva a concluir que Mirtha debe haber almorzado en público con aproximadamente quince mil personas. Y a diferencia de otras candidatas a divas, Mirtha siempre supo con quién estaba hablando, desde el presidente de la Nación (pasaron varios) hasta cualquier médico especialista.

Goldie junto a Mirtha Legrand y Julio Bocca, en el festejo de su cumpleaños número 91
Goldie junto a Mirtha Legrand y Julio Bocca, en el festejo de su cumpleaños número 91


Goldy junto a Mirtha Legrand y Julio Bocca, en el festejo de su cumpleaños número 91

Mirtha tuvo en la pandemia a su más tenaz enemigo, quizás el primero que la pudo enfrentar como iguales cara a cara. Un virus que se ensañaba especialmente con los mayores y un clima social (impulsado desde los gobiernos y buena parte del periodismo) tendiente a atemorizar a la población. El encierro fue tan riguroso que no pudo despedir a su hermana. Hoy queda claro que el hecho fue imperdonable. En un ambiente rigurosamente controlado, tomando la distancia correspondiente, ella tendría que haber estado ahí despidiendo a su alma gemela, compañera y amiga de toda la vida. Se lo dijo al doctor Quirós en su reencuentro el último sábado, pero lo importante es que sirva de reflexión para todos. ¿Cuántas medidas que aceptamos mansamente fueron producto del exceso de celo y de la falta de perspectiva? Las consecuencias de muchas de esas decisiones han sido irremediables, como ese adiós demasiado a la distancia de una hermana a la otra.

Su ausencia durante la última temporada fue felizmente cubierta por su nieta, Juana Viale, al mismo tiempo, hermana del productor del programa, Nacho. Juana salió al ruedo haciendo un trabajo muy difícil y lo llevó adelante con armas propias: una frescura única, inteligencia natural y respeto por los espectadores y por su antecesora. Verla entrar a cada almuerzo -o cena- era como abrir la ventana en una mañana de primavera: la música, la ropa, su estilizada figura y una cara como no hay otra en el país poniéndole marco a su encanto natural hacían salir del televisor una luz distinta. Juana preguntó tan incisivamente como su abuela y hasta se dio el lujo de editorializar con fuerza y sin perder la elegancia cuando las fotos de Olivos colmaron la paciencia pública. El reencuentro entre abuela y nieta vía Zoom el último sábado fue un momento emocionante para cualquier espectador. ¿Qué otro reemplazo podría haber tenido Chiquita que la dejara así de orgullosa y feliz?

El programa del retorno generó una gran expectativa. Una mesa marcadamente política opositora y la presencia deslumbrante de Pampita sostuvieron el interés, pero lo fundamental pasaba por la conductora. Por un lado, superó a su competidor directo en Telefe en el rating. Por otro lado, las redes celebraron su vitalidad interminable.

A pesar de ser la máxima representante de nuestra realeza, Mirtha no ha quedado al margen de la grieta. Los kirchneristas la detestan porque ella jamás se ha privado de expresar sus opiniones políticas, no muy favorables al peronismo. En su archivo está haberle hecho una de las preguntas más memorables que alguien le haya espetado a Cristina Kirchner: “¿Se viene el zurdaje?”. Aún así, cuando el invitado fue el entonces presidente Macri, lo arrinconó con una serie de preguntas que desembocaron en el develamiento de su ignorancia respecto de lo que ganaba de mínima un jubilado.

Es que Mirtha Legrand, más allá de sus ideas políticas -o quizás gracias a sus ideas políticas- es una persona libre, como pocas personas lo son en la Argentina. Es una libertad conquistada a lo largo de los años, siendo consciente del lugar que ocupa y del rol que juega. Mirtha ya no recuerda lo que es no ser una estrella y no estar en el centro de la atención de sus compatriotas. Nosotros, por nuestra parte, no concebimos la vida sin ella.