Misfits, Iggy Pop, The Damned y otras leyendas del punk justificaron exponerse al tráfico descomunal
El punk no ha muerto, y eso quedó más claro que nunca a lo largo del sábado pasado, cuando cerca de 40 mil personas se reunieron en Pomona Fairplex para asistir a la primera edición de un festival que, con una que otra excepción, se encontraba completamente dedicado al género y, lo que es más interesante, a su vertiente tradicional, lo que implicaba que el cartel incluía a muchos músicos que empezaron a hacer de las suyas a mediados de los ‘70.
Eso no quiere decir que, en el 2024, y en medio de un país controlado por las corporaciones, sea posible ver a todas estas bandas reunidas por un precio de corte popular, como sucedía en los viejos tiempos. Claro que, para ponerse un poco del lado de Goldenvoice -la compañía que organizó el evento y que hace también Coachella-, este fue sin duda el festival más ambicioso de su tipo en mucho tiempo, con una multitud de bandas absolutamente legendarias y una cantidad de artistas probablemente inigualable.
Por supuesto, como ocurre en espectáculos similares que se desarrollan en una sola jornada (¿alquien dijo Bésame Mucho?), era imposible ver no sólo todo lo que presentaba, sino incluso todo lo que uno quería ver, porque eso hubiera implicado desplazarse a velocidades poco recomendables entre multitudes inmensas con la finalidad de llegar a todos los escenarios disponibles y, además, no disfrutar de sets completos, porque los horarios terminaban cruzándose de manera inevitable.
En el No Values, el asunto se complicó todavía más debido a unos problemas de logística que hicieron que los asistentes que no llegaron en horas de la mañana (el evento en sí empezaba a las 12 p.m.) se vieran sometidos a unas filas larguísimas de acceso generadas por la falta de personal y la disposición de unos espacios de estacionamiento que nadie parecía entender.
Estando ya casi a las puertas del lugar, nosotros tardamos más de 2 horas en conseguir un lugar donde dejar el vehículo, fuera del tiempo que nos tomó llegar hasta la entrada desde nuestro punto de partida; y la internet está llena de historias mucho peores, sobre por parte de gente mayor o con problemas de movilidad (porque estamos hablando de un género que se inició a mediados de los ‘70, ¿recuerdan?).
La noche de los muertos vivientes
Pero hablemos mejor de lo que vimos, no de lo que no vimos (aunque siga doliendo en el alma haberse perdido a The Adicts y Black Flag), y vayamos de paso hasta el final. El puesto estelar fue para The Misfits, los pioneros del horror punk, que han funcionado de algún modo como grupo desde 1977 pero que, a partir del 2016, retomaron a sus integrantes más clásicos (Glenn Danzig en la voz, Jerry Only en el bajo y Doyle Wolfgang von Frankenstein en la guitarra) mientras sumaban al baterista Dave Lombardo (ya legendario por su participación en Slayer) y al guitarrista Acey Slade con la idea de realizar una serie de presentaciones especiales que se han prolongado hasta el día de hoy.
The Misfits (que en esta encarnación se llama realmente The Original Misfits) se distinguen de muchos de sus compañeros de género por no hablar en sus letras de problemas sociales, sino de historias de terror y de ciencia-ficción, como lo probaron en la tarima de Holt Ave. mientras desgranaban “I Turned Into a Martian”, “Teenagers From Mars”, “Halloween” y “Last Caress” (sí, el tema que dice “Tengo algo que decirte… maté a tu bebé hoy”, y que fue retomado luego por Metallica).
Su mezcla todavía impetuosa de punk y hardcore una variación más rápida de esta corriente) fue lo suficientemente intensa como para convocar a una multitud impresionante y desatar varios círculos de pit que, por razones inexplicables, no se salieron completamente de control.
Se piense lo que se piense de Danzig (quien no deja que los medios le hagan fotografías en vivo a causa de su actual sobrepeso, quien ha apoyado ocasionalmente a Donald Trump y que, esta ocasión, llegó a decir que la pandemia fue falsa), ver a estos tipos sobre un tabladillo no es algo que genere precisamente indiferencia.
Los ingleses originales
Sin embargo, quienes habían asistido ya varias veces al show actual de Misfits y/o no toleran la actitud de Danzig (que ha perdido además una buena parte de su potencia vocal) prefirieron dirigirse a la tarima de 2nd St para ver a Steve Ignorant interpretando canciones de Crass, un combo inglés formado el mismo año que The Misfits, pero caracterizado por su posicion antifascista, anarquista, feminista y ambientalista (es decir, en el espectro ideológico opuesto).
Crass no existe desde hace 40 años, pero Ignorant, que tiene 67, se encuentra ahora de gira con su propia banda para ofrecer un repertorio completo de canciones compuestas por la emblemática agrupación que encabezó en el pasado.
Pese a que no queríamos perdernos a The Misfits (al fin y al cabo, estamos muy familiarizados con su música), vimos la primera parte de este set, que le hizo honor a las raíces contestatarias de Crass, que encontró a la vocalista y tecladista Carol Hodge interpretando las partes originales de Eve Libertine y Joy De Vivre y que, por supuesto, incluyó al clásico “Punk Is Dead”.
Curiosamente, antes de esta presentación, se escuchó en el mismo escenario un tema titulado “Punk’s Not Dead”, procedente por su lado de otro legendario grupo británico, The Exploited, que fue invitado también a la fiesta y que volvió a estar encabezado por el infatigable Wattie Buchan, cuyo peinado mohicano sigue siendo uno de los símbolos más reconocibles del punk.
The Exploited ha visitado frecuentemente el Sur de California, por lo que tenerlo en el festival no fue realmente una novedad; en este caso, escuchamos incluso al grupo -que solo conserva a Buchan como integrante original- con un sonido menos intenso que en ocasiones recientes, aunque esto pudo deberse a deficiencias de sonido que no fueron ajenas al festival. Sin embargo, escuchar en vivo piezas como “Chaos Is My Life”, “Beats the Bastards”, “F… the System” y la que mencionamos arriba sigue siendo una experiencia esencial para cualquier seguidor del movimiento.
El maestro
Evidentemente, si hablamos de antigüedad, no podemos dejar de lado a Iggy Pop, el ídolo de 77 años que anticipó lo que vendría en el plano histórico al formar parte de The Stooges, el grupo de Michigan que, en 1968, estaba tocando ya ese estilo sucio y agresivo que fue definido luego como proto punk. El mismo Iggy se dio a conocer desde entonces por unas performances agresivas y arriesgadas que se mantienen de algún modo hasta el día de hoy, cuando sigue saliendo a escena sin camiseta y bailando de manera inagotable.
Acompañado por una banda en la que había presencia femenina y mucha juventud, el veterano cumplió con creces las expectativas al dedicar la mayor parte del tiempo que se le había encomendado a la interpretación de cortes de The Stooges, desde “T.V. Eye” hasta “1970”, pasando por “I Wanna Be Your Dog” y “Search and Destroy”, aunque no faltaron piezas de su cosecha solista como “The Passenger” y “Lust for Life”.
El mismo Iggy ocupó uno de los lugares estelares en el festival Cruel World de hace un año, por lo que tampoco se trataba de una presentación rara; pero verlo en acción es siempre un placer. Bajo su amparo, el slam fue realmente gozoso, y contó con una apreciable cantidad de jovencitos que saben apreciar el legado.
El inicio de la noche nos encontró en el escenario de Garey Ave., atentos a lo que sucedería con L7, una banda mucho más moderna (se fundó en 1985) que no responde completamente a los requisitos del punk en términos musicales, pero que ha poseído siempre una actitud desafiante y un rollo decididamente feminista.
Con la misma alienación que lo dio a conocer, el cuarteto de mujeres que fue metido de manera incorrecta en el saco del grunge superó las deficiencias de sonido comunes a esta tarima con un repertorio breve pero conciso de sludge metal que le dio pie a pequeños clásicos como “Shitlist”, “Andres” y el infaltable “Fast and Frightening”. En cierto momento, la vocalista y guitarrista Donita Sparks aprovechó la posición para resaltar que ella y sus compañeras eran algunas de las pocas féminas invitadas al festival, lo que tenía tanto de agradecimiento como de crítica.
Las chicas y los ruidosos
Antes de L7, el mismo escenario fue entregado a Jesus Lizard, y no pensábamos perdernos el espectáculo. Aunque la presencia de público fue mucho más escasa de lo que se merecian (a fin de cuentas, Sublime -o lo que queda del grupo californiano de ska punk- se presentaba a la misma hora en el estrado principal), los músicos que se unieron en Texas pero consolidaron su propuesta en Illinois a fines de los ‘90 ofrecieron una impecable lección de noise.
Contrariamente a lo que podrían pensar quienes no los conocen, el acto se encontró lleno de variaciones rítmicas y de aportes vocales originales, respaldado por la labor del vocalista David Yow y el bajista David Wm. Sims, ambos integrantes originales.No faltaron “Mouth Breather”, “Nub” ni “Hide & Seek”, la estupenda canción nueva que lanzaron tres días antes de este concierto.
Poco antes, en la tarima de Mission Blvd., se escuchó a una de las propuestas más relevantes de toda la jornada: la de los históricos The Damned, encabezados por sus fundadores Dave Vanian (vocalista), Captain Sensible (primero bajista y luego guitarrista) y Rat Scabies (baterista), y acompañados también por Paul Grey (quien se unió como bajista en 1980). Reunidos por primera vez en Londres en 1976, estos tipos le dieron forma a un sonido cambiante que partió del punk clásico para darle luego cabida al hardcore, al post-punk y hasta a la psicodelia.
Esta es una formación que no se había presentado en los Estados Unidos desde hace 35 años y que, en el No Values, deslumbró por su calidad y su consistencia, con un Sensible que impuso alegremente sus grandes solos y un Vanian capaz de desafiar el tiempo con su enigmática presencia y su inconfundible voz. No faltaron en la faena clásicos de la talla de “Love Song”, “Machine Gun Etiquette” y “New Rose”, secundados por los teclados precisos de Monty Oxymoron, quien se unió al conjunto en 1996.
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Los demás
Pese a que tratamos de ver a todas las bandas que fuera posible y a que tenemos todavía los pies adoloridos por caminar tanto, preferimos ver sets más o menos completos en lugar de ir saltando de un lado a otro sin ton ni son, porque eso impide apreciar la manera en que cada artista desarrolla su espectáculo y, por supuesto, no es demasiado placentero.
De todos modos, en nuestras inevitables caminatas, vimos parte de otros actos, empezando por el de Suicidal Tendencies, el grupo de crossover (mezcla de punk con metal y hardcore) que sigue siendo un icono absoluto de la escena california -se creó en Venice Beach- y que, por ello mismo, hemos disfrutado en numerosas ocasiones.
A estas alturas, el vocalista Mike Muir es el único integrante original que queda, y sentimos que la formación actual (en la que figuran hasta tres miembros que se integraron en los últimos cinco años) no representa a cabalidad el espíritu original de la banda. Además, el mensaje libertario e individualista de Muir parece estarse reforzando con el paso del tiempo, aunque es imposible dejar de sentir la tentación de meterse al pit cuando suenan canciones tan aceleradas y estimulantes como “You Can't Bring Me Down”, “Memories of Tomorrow” e “Institutionalized”, que se integraron a la partida.
Tuvimos también la suerte de pasar cerca de las dos tarimas a las que fue invitado Jello Biafra para la interpretación de dos piezas memorables. La primera estaba ocupada por The Dillinger Escape Plan, un popular combo de metalcore (si, también hubo algo de eso) que secundó al ex vocalista de Dead Kennedys durante la interpretación del himno “California Über Alles” (adaptado a la gubernatura de Arnold Schwarzenegger), y la segundo era la elegida para el set de Agent Orange, una conocida banda californiana de punk y surf que tuvo al mismo cantante en el micrófono durante su rendición de “Police Truck”, perteneciente del mismo modo a los Kennedys.
Algo para los nuestros
Como lo ha escrito ya otro comentarista especializado por ahí, No Values desperdició la oportunidad de contar con un contingente mucho mayor de mujeres en sus cuatro escenarios de música en vivo (el quinto, donde estuvo también Biafra, era solo de DJs). Pero, en lo que a nosotros respecta, faltó igualmente darle cabida al punk en español, que tiene también una larga historia y muchas bandas que merecen ser escuchadas en eventos de esta clase.
Para poner un ejemplo, hace poco más de una semana, un promotor independiente organizó en el Teragram Ballroom del Centro de Los Ángeles un mini festival que fue protagonizado por Kaos Urbano, un gran combo español de Oi! Antifascista, pero que tuvo también en sus filas a Acidez, un excelente grupo mexicano de street punk con más de 20 años de experiencia y varias presentaciones exitosas en Europa.
Estas propuestas no hubieran estado fuera de lugar en un No Values donde se escucharon muchas voces en nuestro idioma -presentes en el público, claro- y que, por lo que hemos podido descubrir en línea, convocó a una generosa cantidad de personas hispanas procedentes no sólo de Estados Unidos, sino también de otros lugares del mundo, ya que estos eventos masivos atraen a gente del planeta entero.
Pero siempre hay oportunidades para hacer las cosas de mejor modo en las siguientes ediciones, por supuesto. Y no se olviden de hacer algo para evitar que se repita ese tráfico atroz, por favor.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.