La 'Mochila Emocional' de Jackeline Cacho y sus propósitos de vida

Jackeline Cacho es una de esas personas que lo tiene todo: Una belleza inocultable, -fue Miss Perú Internacional en 1994-, una carrera galardonada dentro del periodismo y el reconocimiento en las pasarelas de modelaje.

Además es presentadora de televisión, autora del libro "Mi Mochila Emocional", y ofrece conferencias para mujeres en todo el mundo en las que habla de la ansiedad y la depresión y de cómo erradicarlos de manera natural. Nada de eso sería posible, dice, si no contara con el apoyo de su madre y de un esposo que apoya cada uno de sus proyectos.

Detrás de ese rostro hermoso se esconde una mujer que conoce bien sus talentos y debilidades.

“Cuando llegué a Miami en 1995 para modelar, las puertas se fueron abriendo de par en par. Pasarelas, medios de comunicación, entrevistas y reconocimiento”, dice Cacho. “Era un ritmo intenso, como una espiral vertiginosa que me envolvía y en la que sentía que mis sueños se iban cumpliendo como si fueran parte de un plan divino”.

Hace una pausa. Veo en sus ojos el brillo de una lágrima.

¿Qué pasó?, le pregunto.

Ordena sus pensamientos y entonces desgrana los recuerdos de esa etapa determinante de su vida.

“Trabajaba en la estación de Univisión en San Antonio y hacía corresponsalías para el noticiero nacional, para Despierta América y Aquí y Ahora”. Era algo así como la estrella latina en ascenso. Su entrevista con Maturino Resendez, “el asesino del ferrocarril” y uno de los diez asesinos más buscados por el FBI hizo que los reflectores de la fama se posaran sobre ella y muy pronto se convirtió en una de las celebridades de la TV nacional.

Recuerda esos años con toda precisión, sobre todo el punto de inflexión que transformaría su vida el 31 de diciembre del 2004.

“Estábamos haciendo el informe de fin de año, y yo tenía que entrar a las 12, así que salí a las 10 para ir al banco y sacar dinero en efectivo para empezar el año con dinero en la mano. A las 11:15 me llama mi director y me dice que tengo que estar en la oficina ya. Le dije que sí, y salí corriendo a cambiarme… en ese tiempo nunca decía que no, me sentía la Wonder Woman. Así que aceleré y aceleré y cuando me di cuenta me había estrellado en la autopista más transitada de San Antonio en contra de cuatro autos”.

Entrecierra los ojos y parece como si la imagen de lo que ocurrió en esos momentos, estuviera pasando frente a ella.

“Cuando choqué con el primer auto pensé aquí me muero y entonces sentí que todo el mundo giraba en un caos absoluto”.

El auto empezó a dar volteretas y terminó incrustado en el muro de contención de la autopista.

“Me doy cuenta de que no estoy muerta, que no tengo fracturas ni heridas mayores”, dice todavía sorprendida de su buena suerte o de la intervención de su Dios.

Recordó la multitud de veces que había reportado accidentes y sabía que en cualquier momento el auto podía explotar. “Empecé a oler a quemado y sentí que debía salir de inmediato del auto. Entonces con todo esfuerzo logra salir del auto que se había convertido en una trampa.

Aturdida sale y siente como si estuviera envuelta en la niebla. Voltea y entonces alcanza a ver la magnitud del desastre que había causado. “Veo como en cámara lenta mi computadora, mi ropa, mis papeles y el dinero, todo esparcido en la carretera y me pregunto ¿qué hice?”

Entonces en su confusión ve en medio de la autopista que se acerca un señor muy amable vestido de negro, lentes y barba y le dice: Jacqueline, “no te preocupes, todo va a estar bien”.

“Me le quedo mirando y pienso que este señor seguramente ve las noticias y por eso me ha reconocido”.

Entonces el hombre le dijo: Has tenido un golpe muy fuerte, pero no te preocupes, todo va a estar bien, voy a orar por ti. Entonces le colocó una mano en la cabeza y le tomó de la mano.

“Y después de eso, veo al hombre alejarse en medio de la misma niebla blanca en la que llegó. Entonces escucho las sirenas, a los paramédicos a los bomberos y a todos los que acudieron a atenderme. Les pregunté si sabían quien era la persona que se había acercado y me dijeron que no, que ahí no había nadie”.

Todavía recuerdo la oración que hizo por mí, era una oración de salud, y tiempo después me enteré de que era un versículo de la Biblia, dice Cacho todavía maravillada.

La conversación es amena, llena de detalles, de momentos importantes y significativos.

Ese episodio que pudo haberle costado la vida le dio un vuelco a sus prioridades. Entendió que en ese ritmo vertiginoso en el que vivía no se había detenido a reflexionar en lo que quería. “Mi vida era como un río caudaloso que me iba arrastrando, pero no en la dirección que yo quería”.

Y entonces colocó un freno. Detuvo la marcha y se concentró en lo que quería para su futuro.

A pesar de que han pasado tantos años y de que ha recordado innumerables veces el episodio del hombre que la ayudó, no le queda ninguna duda de que fue un ángel. “Siempre he creído en los ángeles, no creo que tengan alitas ni que sean blanquitos, pero creo que ahí están. A todos en alguna vez algo nos han salvado de algún problema, dice convencida.

Durante sus conferencias que ahora imparte por todo el país y en diferentes partes del mundo, el tema sale a la luz, y la mayoría de las veces su audiencia coincide en que hay algo divino que está ahí, dice Cacho, quien asegura que le tomó siete años hablar de este tema.

Así fue como nació el libro La mochila emocional. “Se llama así porque creo que todos cargamos una mochila, y muchas veces la cargamos con tanto peso, que empieza a afectar otras áreas de nuestra vida”, dice mientras me muestra la portada del libro.

“Uno tiene que limpiar su mochila y tenía que encontrar la razón de esos ataques de ansiedad que me venían, y descubrí que no había perdonado que mi papá se hubiera enfermado siete años, estuvo siete años enfermo, desde mis 11 hasta mis 17 hasta que un día lo encontré muerto de un ataque al corazón. Me enojé con la vida, ¿por qué se enfermó mi padre? Él era un hombre bueno y trabajador. Era como nuestro Superman, él lo era todo…”

La infancia de Jackeline en Perú estuvo marcada por una vida familiar amorosa, en la que la figura de su padre jugó un papel central en su formación. “Era la niña de sus ojos”, dice con una sonrisa. “Nuestro mundo se vino abajo cuando mi papá murió. Mi mamá se puso al frente de la casa, y siempre la escuché con un optimismo que hasta el día de hoy me contagia”, dice orgullosa.

Eran los tiempos de la lucha contra el terrorismo en Perú. “Frecuentemente se escuchaban las explosiones, y la intranquilidad estaba por todos lados por la presencia de Sendero Luminoso. “Fue entonces que tomé la decisión de salir del país. Mi sueño era llegar a Estados Unidos y trabajar en los medios de comunicación”, dice.

Cuando Cacho dejó Perú, pensó que todo ese sufrimiento había quedado atrás, que todo estaba resuelto en su cabeza y en su corazón.

Pero no era así. Ella también, como muchos venía cargando una mochila llena de emociones, que no sentía, que no percibía pero que ahí estaba, esperando el momento apropiado para aflorar y lastimarla.

Ya en Estados Unidos se dedicó a trabajar. “Me convertí en una maquina de trabajo, igual que miles de latinos que llegan y se ponen a trabajar, como máquinas, y nunca nos damos el tiempo de reposar y entender lo que nos está pasando”.

Fueron los años de dormir unas cuantas horas, de comer apurada y a la hora que fuera, de correr y correr. “Escribía para un periódico, daba el clima para Telemundo, tenía un show de radio en las mañanas. No paraba. Cuando llegué a Univisión, pensé que quería desarrollarme en la empresa y puse todo mi empeño en eso”.

Hasta que llegó el accidente y la vida la obligó a parar, a detenerse, a reflexionar y a buscarle un sentido más amplio a su vida.

Y entonces entendió que una de las misiones de su nueva vida era hablar de la ansiedad. “Es un tema tabú en nuestra comunidad. No se habla de eso, aunque muchas mujeres lo padecen, están muy enfermas porque han sacrificado tanto, han dejado tanto… probablemente no han llorado lo suficiente porque se lo han callado y los hombres igual, hay una necesidad de hablar y de sanar nuestro pasado para tener un mejor presente”.

“El libro reúne muchas de mis vivencias para decirles a otras mujeres que viven lo mismo que si hay esperanza, que se puede romper con el círculo de la depresión, que hay que aprender a valorarse y que la autoestima es el mejor aliado para salir adelante”.

De la depresión, entendió que era necesario perdonar. “En mi caso tuve que aprender a perdonar a la vida, a la que me arrebató a mi padre. Me llevó mucho tiempo entenderlo y aceptarlo”.

En la ausencia de su padre, Cacho ha desarrollado un vínculo especial con su madre. “Ella es mi guía, la que me da el rumbo, la que me pone los pies sobre la tierra, pero sobre todo es una gran amiga que me entiende perfectamente, dice con una sonrisa acerca de su madre.

El proyecto más reciente.

En los últimos años, Cacho ha combinado sus actividades de comunicadora en la cadena Vme TV, donde tiene el programa Jackeline Cacho Presenta Triunfo Latino (que acaba de cumplir 10 años), de empresaria (recientemente lanzó una línea de ropa), con conferencias a grandes públicos femeniles que la han llevado a diversas partes del mundo.

Recientemente se encontraba en Israel dando una conferencia, cuando la directora del programa femenil de las Naciones Unidas, que se encontraba allí, se le acercó para decirle que le había encantado su conferencia y que le gustaría que hablara en el foro de mujeres de las Naciones Unidas. “Me quedé sorprendida”, dice Cacho. Y debido a esa experiencia en la ONU, la periodista lidera la Iniciativa Global INSPIRE "Despierta tu poder interno mujer".

Y entonces entendió que estaba frente a una de las misiones que tenía en la vida: crear foros de mujeres para hablar con ellas, para escucharlas, entenderlas, pero, sobre todo, para guiarlas en un camino hacia la autoestima y el empoderamiento.

“Soy una persona afortunada”, me dice con una gran sonrisa que le ilumina el rostro. “Pero nada de esto lo habría logrado sin la ayuda de mi madre Carmen, de mi esposo y productor Thene Muciño, de la gente que me quiere, pero sobre todo, sin la ayuda de Dios”.

El dato

Libro: Mi Mochila Emocional

Autor: Jackeline Cacho

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.