En el Movistar Arena, Demi Lovato sepultó al pop y mostró una transformación que va más allá de la música

Demi Lovato en la presentación de su último disco, Holy Fvck, en el Movistar Arena
Demi Lovato en la presentación de su último disco, Holy Fvck, en el Movistar Arena

La última vez que Demi Lovato vino a la Argentina en 2014 hacía pop, cantó un tema de Disney (”Let it go”, de Frozen), se identificaba como mujer, estaba en pareja hacía cuatro años con el actor Wilmer Valderrama y faltaban aún cuatro años más para que se enfrentara cara a cara con la muerte. Anoche, el Movistar Arena fue testigo de su transformación. A tan solo un mes de la salida de su último disco, Holy Fvck, vuelve a Buenos Aires para presentar a una nueva Demi Lovato.

La expresión de ese resurgimiento es musical -a puro rock y pop punk-, pero el cambio que se atestigua desde aquel primer show es más profundo. En los ocho años que transcurrieron, la artista se sobrepuso a una internación por sobredosis que casi acaba con su vida en 2018. En sus propias palabras, le tocó “bailar con el diablo” (Dancing with the Devil... the Art of Starting Over, 2021).

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Tal vez consciente de ese episodio, una chica público alza un cartel con la leyenda “Agradezco que estés viva”. Y esas palabras resuenan en uno de los temas que marcan el clímax del show. Es que esta cantante casi no habla con el público durante el concierto. En cambio, deja que las canciones -y la potencia de su interpretación- lo hagan por ella. En los versos de “Skin of my teeth”, Demi no solo reconoce su vulnerabilidad, sino que va más allá y confiesa: “No puedo creer estar viva”.

Pero, ¿Cómo sigue alguien que vio su vida pender de un hilo? Pareciera que, de alguna forma, Demi Lovato encontró la respuesta en la lealtad a sí misma. Acompañada de una banda íntegramente formada por mujeres, la protagonista de la noche lleva un traje a rayas negro y blanco que refleja la dualidad que la habita. Es ángel y demonio, tal como dice “Holy Fvck”, el tema que da nombre a su último disco y el que eligió parar abrir el show.

Y entre esas líneas bicolores se esconde una provocación: “Eat me”, la canción con la que enterró su pasado como una “chica Disney”. Por eso, mientras otro cartel suplica viajar en el tiempo para verla cantar “This Is Me”, el dúo que hacía junto a su expareja, Joe Jonas, en la película Camp Rock, Lovato aclama: “Conozco a la chica que adoraban, se murió”.

De hecho, borró todas sus fotos y videos de las redes sociales hasta enero de este año, cuando le hizo un “funeral” a su faceta pop para abrir paso a su presente. Con su música como arma, Lovato batalla contra sus dolores y traumas, hace catarsis en pleno escenario y abraza a quienes sufrieron como sufrió ella. Ese sentimiento es el que sobrevuela el Movistar Arena, especialmente cuando antes de cantar “29″ dice: “Si se sienten identificados con esta canción, lo siento”. Hay quienes dicen que es una crítica velada a Valderrama, su pareja cuando ella tenía 17 años y él, 29.

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A lo largo del recital, sus letras reflejan la identidad que ha construido en sus 30 años; más concretamente, después de que hizo testigo al mundo de sus angustias, y se definió como pansexual y no binaria.

En otro tramo del concierto, le regaló al público argentino un cover de “Iris”, la canción que popularizaron los Goo Goo Dolls a finales de los 90, esa que dice “No quiero que el mundo me vea/porque no creo que me entiendan/cuando todo está hecho para romperse/yo solo quiero que sepan quién soy”.

Esa plegaria fue atendida. Después de ocho años, ese puñado de almas que fue a verla finalmente pudo conocer su verdadera cara.