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El multiverso según Avengers: Endgame

El multiverso según Avengers: Endgame
El multiverso según Avengers: Endgame

En cuestiones de multiversos ficcionales, siempre habría que tener en cuenta que el origen probablemente esté ligado a su función. Es decir, el modelo de multiverso basado en la teoría de cuerdas se adapta mejor a la mitología de DC comics, mientras el basado en la teoría cuántica es perfecto para relatar las historias del MCU. Este fue el caso de Avengers: Endgame (95%), aunque la explicación detallada de la ciencia detrás de esta historia tiene muchas aristas.

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Pero aunque este cierre de la saga del infinito se promocionó como una interpretación fiel a la ciencia, esto no es del todo verdad. La teoría cuántica nos dice que hasta que una partícula es medida y observada, en realidad existe en todas sus posibilidades dentro del espacio y tiempo —el rol del The Watcher podría estar relacionado en este sentido al MCU aunque con un valor inversamente proporcional. El modelo del multiverso de Marvel se apega a las leyes de la física cuántica. La paradoja del gato de Schrödinger es el ejemplo más común de este modelo. El gato de Schrödinger se refiere a un experimento mental propuesto por Erwin Schrödinger, quien lo usó para ilustrar las particularidades de la teoría cuántica.

En este experimento, se coloca un gato en una caja cubierta con una sustancia radiactiva que tiene un 50 % de posibilidades de descomponerse y matar al gato. Mientras la caja está cubierta, no tenemos idea si el gato está vivo o muerto y sólo una vez que la caja sea abierta será posible saber si el gato lo logró o no. Entonces, si pensamos en el gato como una partícula, usando el principio de superposición diríamos que mientras la caja estaba cubierta y el gato no estaba siendo observado, el gato permanecía en ambos estados: vivo y muerto.

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El gato existe simultáneamente, vivo y muerto, en dos universos distintos, ya que, de acuerdo a la cuántica, , si hay una probabilidad estadística de que esta partícula pueda encontrarse en un lugar en un estado, en otro lugar en otro estado y así subsecuentemente, entonces la partícula de hecho existirá en todos esos lugares a la vez. Este estado de la partícula se conoce como superposición. Cuando se mide la partícula, la superposición colapsa y la partícula elige un estado para estar sobre todos los demás y este es el estado que observará nuestro instrumento de medición.

Aunque a Schrödinger se le ocurrió el ejemplo del gato para demostrar lo extraño que es el comportamiento de las partículas tal como lo describe la teoría cuántica, esto sólo ha sido probado en partículas subatómicas, el concepto de multiverso en Marvel lo aplica a los objetos cotidianos que conocemos incluyendo al mismo ser humano cada una de las partículas que lo componen.

Cada potencial decisión de este crearía un nuevo mundo —otra Tierra en el caso de Marvel. Así, dentro de su multiverso se encuentran Tierras exactas a la nuestra, así como algunas muy distintas, tal y como lo pudimos ver en Doctor Strange en el Multiverso de la Locura (88%). Pero en este caso, el tiempo juega un factor importante, pues una línea temporal alternativa se convierte de inmediato en una variación al tiempo que conocemos. Esto se encuentra apegada a los principios de la física cuántica, en donde un pequeño cambio en un punto fijo en el tiempo es capaz de generar un mundo paralelo mediante un efecto mariposa.

En realidad, el uso de la ciencia en Endgame es malo… y mayusculamente. Por ejemplo, muchas —o todas— las conversaciones entre Tony Stark y Bruce Banner son en realidad un galimatías glorificado por los guionistas. Pero es justo el tiempo el factor que más cuesta entender a la audiencia, particularmente porque la narrativa de la película lo hizo propicio con sus impresiones en tecnicismos e inconsistencias en verosimilitud.

Las mismas teorías que proponen un plausible viaje en el tiempo tienden a producir una gran cantidad de paradojas temporales que volverían imposibles los mismo viajes. Es por eso que Stephen Hawking propuso en 1992 su Conjetura de protección de la cronología, en la que simplemente asegura que los viajes en el tiempo son imposibles, ya que la física siempre encuentra el equilibrio para evitar estas perturbaciones.

Y es que existe una verdad sobre el mundo cuántico ignorada por el MCU, así como por cualquier ficción que haga uso de sus leyes: la mecánica cuántica es un campo de estudio nuevo del que aún se desconocen muchas cosas. Allá por finales del siglo XIX e inicios del XX, existía un entendimiento generalizado en el mundo de la física de que todo había sido descubierto. Un tal Albert Einstein pondría esto de cabeza con la publicación de su Teoría de la relatividad especial en 1905, pero para esta concepción de la física, el tiempo realiza una función de dimensión espacial, cosa que no sucede en la teoría cuántica. Este hecho ha hecho que ambas teorías se vuelvan antagonistas al tiempo de explicar el universo y las fuerzas que las mueven, aunque en muchos casos llegan a complementarse estupendamente.

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Es un hecho que el argumento basado en los viajes en el tiempo en Avengers: Endgame (95%), utiliza las leyes del mundo cuántico como punto de partida. Estas sostienen que, en distancias subatómicas las reglas físicas cambian, y pasan a ser las de la mecánica cuántica donde todo tipo de cosas increíbles pueden llegar a ocurrir.

Dentro del mundo cuántico las posiciones y la velocidades puedan lograr aparentar que una partícula se encuentra en varios sitios a la vez, el tiempo sigue funcionando con normalidad. Por lo que un viaje por el mundo cuántico representaría el mismo tiempo en nuestro mundo, algo que contradice totalmente a los hechos ocurridos a Scott Lang.

Bajo esta misma lógica, la ciencia del universo y sus bases teóricas actuales no son nada optimistas con la posibilidad de los viajes en el tiempo. De modo que, tal como lo expuso Hawkin, el universo parece crear escenarios en el que el viajero en el tiempo simplemente no podría existir al ser víctima de las consecuencias de su propio viaje. Esta es la célebre paradoja del abuelo, donde un viajero accidentalmente mata a su propio abuelo, lo que significaría que el primero nunca viajara en el tiempo, lo que significaría que nunca matara a su abuelo, lo que significaría que sí viajara en el tiempo, lo que significaría que matara a su abuelo... y así se crearía un bucle interminable que simplemente no es posible bajo las reglas de nuestro universo.

Pero en este punto, tanto la teoría científica como el MCU tienen una respuesta: múltiples líneas temporales. De esta manera se explica el funcionamiento del multiverso Marvel y se justifican las acciones en Endgame, en donde un personaje eliminaba a un ser del pasado. La realidad es que el universo de los Avengers no colapsó antes estos actos ya que las versiones pasadas de Thanos y Gamora en realidad pertenecen a otro universo, de tal manera el pasado nunca se ve afectado por estos hechos y no existe una paradoja temporal.

Pero la ciencia es contundente con este tipo de especulaciones, pues una vez rebasada la escala de Planck — de longitud por debajo de la cual se espera que el espacio deje de tener una geometría clásica—, el conocimiento actual no alcanza para explicar más. Como decepción total para los fanáticos de la ciencia ficción, estas teorías son tales porque no han podido comprobarse como verdad, lo que incluye al mismo multiverso en todas sus versiones. Y esto está muy bien desde un punto de vista narratológico que sólo necesita inspirarse a medias en una idea concreta de la realidad, y más importante aún, la ficción no tendría que pretender ser lo contrario.

Esta es la manera en la cual los mundos posibles de la ficción han operado durante cientos de años, y hoy más que nunca habría que recurrir a las bases de los mundos alternos quizá quitando un poco la carga a las historias sobre su “exactitud científica”, sin perder nunca de vista la coherencia narrativa —espacialmente en un universo tan amplio como el MCU. Pero claro, el mismo fenómeno ocurre a la inversa, ya que la ciencia suele inspirarse en la ficción para innovar experimentar, y con suerte, cambiar al mundo. Así que en algún lugar remoto del universo cuántico, muy lejano a la escala de Planck, las propiedades del tiempo quedan a merced de la imaginación humana.

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