El multiverso según Coraline y la puerta secreta
El extraño mundo de Coraline y la Puerta Secreta (90%) cuenta con muchos elementos que la hacen especial entre las historias que hablan de mundos alternos o mundos espejo. La adaptación de la premiada novela de Neil Gaiman se convirtió en un clásico de culto de manera instantánea. De la mano de Henry Selick y el estudio de animación Laika, esta historia se conjugó con el stop-motion para convertirse en un oscuro cuento de hadas moderno.
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La trama nos cuenta la historia de Coraline Jones, una niña que intenta adaptarse —sin demasiado éxito— a su nuevo hogar, el Palacio Rosa, así como a sus curiosos vecinos. En este nuevo lugar tendrá que lidiar con el hecho de que sus padres la ignoran, priorizando su trabajo y otras “cosas de adultos”. Pero también contará con aliados, como un niño llamado Wybie —quien es el nieto de la propietaria de la casa— y un misterioso gato negro.
Pronto, Coraline descubre una puerta secreta oculta que conduce a un mundo espejo al suyo, donde no existen ninguno de sus problemas y ella es muy feliz. Mientras sus aventuras en ese mundo continúan, tanto el gato como sus vecinas le advierten sobre su estancia ahí y le aconsejan que deje de visitarlo. Finalmente el “mundo perfecto” se desmorona y cuando la niña trata de escapar descubre que en realidad esa realidad es controlada por una bruja que ha atrapado y asesinado a tres niños, cuyas almas continúan sin poder escapar de ese lugar.
Este encuentro con elementos mágicos y fantásticos desde lugares igualmente mundanos y extraordinarios, es un sello del autor, pero en esta historia es particularmente ominoso con una niña de protagonista, que se siente tentada por las ilusiones de un mundo perfecto para ella. Esta historia le contó a su autor diez años de creación, refleja en gran medida los miedos y ansiedades hacia lo familiar que de pronto se distorsiona hacia el terror. La "otra madre" de Coraline con botones en lugar de ojos es en realidad una representación de las maravillosas tentaciones que una niña de la edad desearía de un padre y lo inquietantemente terrible e inexplicable es el hecho de que ella desee que Coraline viva con ella para siempre una vez que se reemplacen sus ojos por botones.
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Los elementos fantásticos de esta narrativa recaen en el campo de lo gótico, donde el terror y la ansiedad cumplen una función primordialmente distinta, pues su empleo de la estética del horror se convierte en su firma por excelencia. En esta se presenta una percepción física de la mirada de un tema —y en este caso, su representación visual— que se combina con la imaginación subjetiva que se edifica con incidencias, incertidumbre y una identidad confusa como experiencias personajes enigmáticos y/o desconocidos, que a menudo son ominosos doppelgänger, como una metáfora del lado oscuro de la psique humana cohabitando en un mismo espacio.
El horror gótico reacciona al exceso en todo contexto y comportamiento, algo que es muy claro en la construcción del universo de Coraline y muy puntualmente en la corporalidad de sus personajes. Esta cualidad también convierte su significado en un elemento ambivalente, por lo cual sus representaciones del “mal” y el horror nunca llegan a ser definitivas y dejan un gran espacio a la interpretación de su espectador.
Las fantasías que transmiten una sensación de horror suelen ser denominadas como fantasía oscura mientras las ficciones sobrenaturales que poseen una sensación de terror como ficción extraña. El horror se presenta a través de la unión de dos elementos simultáneos: el reconocimiento de una amenaza para el propio cuerpo y/o la cultura y/o el mundo; y una sensación de que hay algo intrínsecamente monstruoso e incorrecto (otro) en forma de presencia invasiva al acecho.
Pero los autores John Grant y John Clute advierten que no basta con que el mundo mundano sea invadido, asaltado, seducido o engatusado desde otra esfera, ni que los monstruos existan fuera de la estructura del otro mundo, sino que lo que genera el escalofrío del horror es una abrumadora sensación de que los invasores son obscenos y transgresoramente impuros. Los monstruos del horror ensucian los límites que nos separan del “otro” violando las leyes naturales de una especie y su mundo propio.
En este sentido, la disrupción al mundo de Coraline representa esa transgresión tanto a lo que la niña considera demasiado ordinario y monótono, y su búsqueda quedará envuelta en el horror donde muy probablemente se encuentra la mayor virtud del género gótico, pues este incesante desconcierto dentro de un mundo ominoso obliga al espectador a cuestionar todas las normas de su realidad, y tira del hilo del unheimlich — todo lo que según la convención social debería haber quedado secreto y oculto, pero ha salido a la luz.
El investigador Javier Torres-Fernández señala que, mientras que las historias góticas a menudo enfatizan y cuestionan la moralidad humana, la literatura infantil suele tener un valor moralizador. En el caso de Coraline se presenta a una audiencia de todas las edades una historia dentro del género de la literatura infantil que parece estar profundamente arraigada en la tradición gótica. Así, la presencia de fantasmas, seres grotescos y la existencia de un universo paralelo y oscuro, sirven como lienzo para exponer a las ansiedades con las que lidia la protagonista y que se encuentran relacionadas con su propio desarrollo personal, su crecimiento y el entorno que la rodea.
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El autor afirma que tanto libro como filme intentan poner en entredicho la idealización de la familia, a la par que se profundiza en su proceso de crecimiento y su forma de afrontar un nuevo hogar. Así, el horror gótico es usado para alumbrar su coming-to-age y el conflicto familiar que la rodea y asfixia. En el mundo espejo o mundo alternativo recae el peso de la alteridad que se crea con base en las experiencias de la diferencia y lo extraño. Suele ir de la mano al referirse a lo otro y su otredad, ese “yo otro” que crea rupturas e incertidumbres en la concepción de la realidad. El espejo aparece como instrumento de encarcelamiento para las almas de los niños, puesto que los espejos suelen mantener una relación estrecha con otros mundos como portales, frecuentemente a un mundo reverso.
Asimismo, la historia tiene claras influencias de los cuentos de hadas de la tradición oral donde los finales felices no eran ni comunes ni necesarios. Estas historias oscuras de aleccionamiento eran cuentos populares comúnmente conocidos como märchen o volksmärchen en Alemania —cuna del horror gótico— , donde también fue creado el término wundermärchen —cuento maravilloso— para describir aquellos cuentos de hadas que involucran lo sobrenatural y se inspiran en las mismas raíces míticas o folclóricas pero ambientadas en un mundo alterno o en un pasado atemporal.
Aquí la figura de la bruja cobra especial importancia, pues su función en la historia es por momentos igualmente ambigua e intrigante, hasta el momento en que Coraline descubre la verdad por la voz de sus propias víctimas. En este estricto sentido, ella es el monstruo perfecto para ocupar su lugar en una narración del terror gótico, pues cumple con todas los elementos necesarios para desestabilizar al realidad de la protagonista, he incluso cuando la verdad sale por fin a la luz, su función muda a nuevos elementos de horror, esta vez más puros ya como amenaza directa sanguinaria. Así, el mal también muta se adapta junto con la percepción de la realidad de Coraline.
El mundo alterno de la puerta secreta termina siendo una conceptualización fiel al los componentes maps clásicos de su género, con lo que no sorprende su éxito y seguidores en todo el mundo. Si bien sus fans han estado esperando una secuela desde que la película llegó a las salas de cine en el 2009, no habría problema en considerar a esta historia como autoconclusiva, justamente por su gran manejo del mundo alterno y el horror derrotado al final de la misma.
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