El mundo contra Boris Becker, el documental que cuenta los logros deportivos y los descalabros financieros del gran tenista alemán

El mundo contra Boris Becker, disponible en Apple TV+
El mundo contra Boris Becker, disponible en Apple TV+

El mundo contra Boris Becker (Boom! Boom!: The World vs. Boris Becker, Estados Unidos/2023). Dirección y guion: Alex Gibney. Duración: tres horas y media divididas en dos episodios. Disponible en: Apple TV+. Nuestra opinión: buena.

La historia de Boris Becker tiene todos los condimentos para un buen documental. Como muchos otros deportistas de élite, el tenista alemán fue protagonista de grandes hazañas en su carrera profesional y de algunos notorios desaguisados en su vida personal. La lista es larga e incluye casos diferentes de esa combinación que es oro en esta era de explosión de plataformas de streaming hambrientas de contenidos que capturen la atención de una audiencia globalizada: pensemos en O.J. Simpson, en Tiger Woods, en Carlos Monzón, en Diego Maradona...

Ganador de seis torneos de Grand Slam, Becker acumuló 49 títulos en torneos del circuito de la ATP y fue el primer alemán y el también tenista más joven (tenía 17 años) que ganó Wimbledon, el escenario de buena parte de sus mejores momentos. Allí fue campeón en 1985, 1986 y 1989. Su estilo de juego agresivo y su habilidad para volear con potencia lo hicieron particularmente efectivo en el césped. Mantuvo una estrecha relación con Wimbledon también después de retirarse: se convirtió en uno de los embajadores del torneo y fue entrenador de Novak Djokovic, el talentoso jugador serbio que ya lo ha ganado en siete oportunidades.

Ese vínculo importante con Wimbledon es apenas una de las aristas de El mundo contra Boris Becker, que ya desde el título preanuncia el foco que buscó Alex Gibney, su realizador. Experto en grandes referentes con pies de barro y escándalos de gran magnitud, este neoyorquino de 69 años es uno de los documentalistas estrella de la era del streaming: dirigió Enron: los tipos que estafaron a América, El cliente nº 9. La caída de Eliot Spitzer y Citizen K (sobre el conflicto entre Vladimir Putin y el magnate Mikhail Khodorkovsky, encarcelado por evasión de impuestos y transformado después en un disidente desde el exilio), fue productor ejecutivo del documental sobre la plataforma de contenidos para adultos Pornhub que está disponible en Netflix y prepara otro sobre el polémico millonario Elon Musk.

Gibney ha revelado públicamente que siempre fue fan de Becker, tanto del jugador de tenis como del agudo comentarista de la BBC. Se convenció de producir y dirigir este documental de tres horas y media divididas en dos episodios cuando observó la soltura con la que el alemán se expresó en Nick Bollettieri: el amor no vale nada, un documental sobre el mítico entrenador de tenis.

Más allá de sus logros deportivos, Becker ocupó más de una vez espacio en los medios por noticias problemáticas. En 2001, los resultados de unas pruebas de ADN lo obligaron a reconocer la paternidad de una niña nacida el 22 de marzo de 2000, fruto de una relación pasajera con una camarera rusa llamada Angela Ermakova. Antes de esa resolución judicial, negó la paternidad y sus abogados sugirieron que Ermakova formaba parte de un chantaje armado por la mafia rusa. Pero en julio de 2001, Becker acordó pagarle a la modelo cinco millones de dólares.

Boris Becker en 2019
Boris Becker en 2019 - Créditos: @Hannah Fountain - CameraSport

En la primera parte del documental se cuenta este momento difícil y luego hay un salto temporal que nos lleva a la gran victoria en Wimbledon en 1985. Becker sigue siendo hoy el ganador más joven de la historia del torneo. Cuando habla de tenis, hay que resaltarlo, suena más creíble que a la hora de narrar los líos en los que estuvo involucrado, incluyendo los desastres financieros que le trajeron muchos dolores de cabeza con las autoridades de su país y del Reino Unido y que están reflejados en la segunda parte de la película de AppleTV+.

También hay testimonios de familiares, de uno de los tenistas que más admiró, el sueco Björn Borg, de uno de sus principales rivales, el norteamericano John McEnroe, y del serbio Novak Djokovic, del que fue entrenador entre 2013 y 2016. Y habla el rumano Ion Tiriac, también entrenador de Guillermo Vilas y uno de los que tiene recuerdos más ambiguos de su relación con Boris: “No me casé con Boris Becker porque no soy homosexual”, señala para ser brutalmente elocuente a la hora de revelar la sensación que le ha quedado luego de dedicarle muchísimo tiempo al trabajo con el alemán y terminar en términos no del todo amables.

Boris Becker y su pareja Lilian de Carvalho Monteiro posan en la alfombra roja de los premios Laureus de 2023, en mayo último, luego de la salida del extenista de la cárcel
Boris Becker y su pareja Lilian de Carvalho Monteiro posan en la alfombra roja de los premios Laureus de 2023, en mayo último, luego de la salida del extenista de la cárcel - Créditos: @JULIEN DE ROSA

Pero lo más jugoso está sin dudas en las declaraciones del propio Becker, un personaje opaco, que por momentos puede generar confianza por la convicción con la que habla y en otros despertar serias dudas por sus contradicciones y sus evidentes maniobras discursivas, e incluso teatrales, para ocultar información.

En 2022 el alemán, que hoy tiene 55 años, pasó ocho meses en una prisión de Londres luego de ser condenado por la justicia inglesa por esconder activos por un valor cercano a los tres millones de euros para evitar el pago de impuestos. En el documental se refiere a ese trago amargo con un tono lúgubre. Se esfuerza por mostrarse arrepentido y tan atormentado como para romper en llanto, aunque la idea de esquivar sus compromisos fiscales no era nueva: ya en 2002 la justicia alemana lo había multado por la misma razón. Sostiene que consumió los más de 40 millones de euros que ganó durante su esplendorosa carrera deportiva “en un costosísimo divorcio y una serie de compromisos propios de un estilo de vida muy caro”, antes de ofrecer como parte de pago el anillo de una de sus bodas (se casó dos veces, primero con la modelo británica Barbara Felton y luego con la diseñadora de modas holandesa Sharlely “Lilly” Kerssenberg).

En un relato cargado de luces y sombras, Gibney elige cierto tono épico para narrar los tiempos de gloria (con música del gran Ennio Morricone incluida) y otro bastante más elusivo y prudente para todo aquello que legalmente podría presentarle la complicación de algún reclamo. Las entrevistas son interesantes, pero Becker es hoy tan hábil para escapar de las miradas inquisitivas como lo era dentro de los courts jugando al tenis. Si algo aprendemos sobre su personalidad en esta película es que sabe cómo usar la picardía y la retórica para evitar sentirse apremiado.