Murió la actriz y gestora cultural Valentina Fernández de Rosa, hija de Cristina Banegas

Valentina Fernández de Rosa, la actriz, la gestora, la luchadora de tantas batallas. Tal vez la última, en términos de compromiso con el teatro, fue la conducir Artei, la entidad que nuclea a las salas alternativas de la ciudad
Hernan Zenteno

A los 54 años, murió la actriz, docente y gestora cultural Valentina Fernández de Rosa, quien desde el año pasado ocupaba la presidencia de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (Artei).

La noticia fue confirmada este miércoles por la cuenta en Twitter de Multiteatro / Comafi: “ Hondo pesar ante el fallecimiento de Valentina Fernández de Rosa. Su prédica a favor del movimiento teatral independiente la llevó a ocupar la actual presidencia de la Asociación Argentina del Teatro Independiente. Vayan nuestras sentidas condolencias a toda su familia ”.

Valentina Fernández de Rosa fue parte de una verdadera familia de artistas: sus padres fueron Cristina Banegas y Alberto Fernández de Rosa, al tiempo que su abuela materna fue la actriz, locutora y cantante Nelly Prince -quien falleció en mayo del año pasado- y su abuelo, Oscar Banegas, fue productor de la televisión española. Desde muy chica se formó con referentes como Jorge Eines, Carlos Gandolfo, Ricardo Bartis y Augusto Fernandes, mientras estudiaba danza, clown y técnica vocal. Debutó como actriz a los 12 años en cine, bajo la dirección de Mario Sábato en El poder de las tinieblas. Luego protagonizó Te amo (1986), de Eduardo Calcagno, junto a Ricardo Darín, Ulises Dumont, Pepe Soriano y Betiana Blum, y Sostenido en La menor (1986). En televisión, en tanto, formó parte de ciclos como Los machos, Mesa de noticias, ¡Grande, Pa!, Nueve lunas, La extraña dama, Querido salvaje, Amor prohibido y Amándote, entre otros.

La actuación siempre fue lo suyo, pero también se atrevió a afrontar otros desafíos. Así, su título de maestra jardinera la animó a probar con la actuación en programas infantiles como Camby y Nuevelín, y durante algún tiempo dejó la actividad y se dedicó a animar fiestas infantiles. “En una animación me di cuenta de que todos me miraban porque era la de la tele y nadie le daba bola a lo que estaba pasando. Ahí dejé la tele”, comentó alguna vez. Se casó, se fue un tiempo a España y tuvo dos hijos, Martín y Sofía. Alguna vez la mordió un perro que le trajo complicaciones en su rostro. Tiempo después volvió a la actuación porque, sencillamente, extrañaba subirse a un escenario .

Su madre, Cristina Banegas, y Valentina en el festejo de los 30 años de El excéntrico de la 18, la sala de Villa Crespo fundada por Banegas y en la que vivió Valentina durante buena parte de su vida
Hernan Zenteno


Su madre, Cristina Banegas, y Valentina en el festejo de los 30 años de El excéntrico de la 18, la sala de Villa Crespo fundada por Banegas y en la que vivió Valentina durante buena parte de su vida (Hernan Zenteno/)

Su regreso fue en 2005 como protagonista de El país de las brujas, una obra para chicos escrita y codirigida por su madre que se presentó en el Teatro Nacional Cervantes. La prehistoria de esa historia seguramente estaba en su infancia, cuando su mamá le contaba cuentos con personajes fantásticos para que Valentina se fuera a dormir con esos seres imaginarios dando vuelta en sus sueños. Cuando Banegas advertía que algo de eso inventado estaba interesante, como contaron en un reportaje antes del estreno en un reportaje publicado en LA NACION, corría al papel y anotaba las ideas en un cuaderno. El país de las brujas ganó el premio ACE al mejor infantil en el 2006.

En abril del año pasado, Fernández de Rosa había asumido la conducción de Artei, una de las dos entidades que nuclean a las salas alternativas porteñas. Ella había llegado la entidad como representante de la sala El Excéntrico de la 18, el teatro de Villa Crespo que fundó su madre en 1986, y que también fue su hogar desde los 17 años hasta que se casó.

Desde hace algo más de dos décadas se ocupó de la dirección de ese teatro emblema del circuito. Desde ese rol de gestión, hacía 7 años que ya formaba parte de la conducción de Artei. “No siento que el cargo de ’presidenta’ cambie en algo lo que estoy haciendo de hace años. Quizás lo sea puertas afuera porque es un título fuerte, pero en el trabajo cotidiano no cambió nada. Somos un equipo que trabaja fuerte y que se pone la situación al hombro para todos los teatros independientes que forman parte de Artei ”, sostuvo en una entrevista publicada en la página El Caleidoscopio de Lucy, de Daniel Gaguine.

Asumió su cargo en tiempos duros de la pandemia, en medio de incertidumbres y una situación crítica para todo el circuito alternativo. Le puso el pecho siempre, nunca bajó los brazos. En reportaje citado se le consultó cómo se imaginaba el día después de la pandemia, ella dijo: “Me imagino trabajando con la misma fuerza que hoy, celebrando que estemos todos sanos y libres de riesgo así como abriendo el teatro al tiempo que invitaríamos al público a volver a las salas (...). Nuestra responsabilidad será invitar al público y mostrarle todo lo hermoso que tuvimos que perder durante estos tiempos de pandemia”. En el cierre de la charla se le propuso imaginar qué le contaría de la pandemia si por la puerta de su casa entrara la Valentina de los 15 años. “ No sé si se la contaría -respondió-. Le daría un gran abrazo y me aseguraría que tenga la valentía, la fuerza y la polenta que va a necesitar para estar en esta profesión que amamos. Sería puro deseo ”.

A fin del año pasado estuvo en Europa. Según parece, en diciembre ya tenía en claro su panorama de salud, pero nadie de Artei imaginó un desenlace tan rápido. Ninguno de sus integrantes de la entidad sale del asombro, del dolor. Valentina fue puro deseo, de esos deseos colectivos, inclusivos, expansivos.