Murió el crítico Diego Curubeto, cultor y difusor del cine bizarro en nuestro país

Diego Curubeto murió el jueves por la noche, a los 58 años
Diego Curubeto murió el jueves por la noche, a los 58 años - Créditos: @captu

Ayer por la tarde Marcelo Zapata, el histórico editor del suplemento de espectáculos del diario Ámbito Financiero, intentaba ubicar a Diego Curubeto, extrañado de que no hubiese entregado en tiempo y forma los artículos previstos para la edición de hoy. Apasionado por el cine como pocos y baluarte de una sección donde siempre aceptaba ver las películas que sus colegas desdeñaban (luego, el propio Zapata o su colega Paraná Sendrós admiraban su divertida erudición ante lo imposible), Curubeto debía someterse hoy a una intervención cardíaca programada. El corazón de Diego, tomado por el cine, la amistad y su siempre distinguida generosidad, se mantuvo incólume aunque el real fallara antes de que se concretara la operación, que acaso podría haberlo devuelto a las charlas cinéfilas, donde era un manantial de anécdotas divertidas sobre un género al que contribuyó a transformar en culto en la Argentina. Porque sin Diego Curubeto, que murió en la noche del jueves, a los 58 años, luego de un año difícil de salud, no existiría en la Argentina la definición de “bizarro” que acuñó -junto a Fabio Manes- para ese cine “clase B”, de baja factura, que siempre bordeaba lo sobrenatural y fantástico pero que por extensión sirve hoy para cualquier aproximación a lo distorsionado, excesivo y de trazo grueso que invade los contornos sociales del país.

Pero para Curubeto, lo bizarro fue exclusivamente territorio de un cine que amaba y al que dedicó su difusión a través de una prolífica carrera como crítico cinematográfico en Ámbito Financiero, donde se inició en 1986, y a través de libros con estatura de clásicos de nuestro medio que no requieren presentación: Cine bizarro, Babilonia Gaucha, Babilonia Gaucha ataca de nuevo y Cine de Super-Acción, junto a Fernando Martín Peña, que permiten reconstruir la memoria olvidada de buena parte del cine argentino o del cine internacional visto con ojos argentinos. También escribió en Expreso imaginario, Pelo, Film y en los suplementos culturales de El País de Uruguay y en La Vanguardia, de Barcelona.

Curubeto nació el 9 de abril de 1965; dirigió la revista literaria Letras sin dimensiones del colegio Carlos Pellegrini, en el que estudió. Egresado de la Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica), fue docente en la Escuela de Cine de San Antonio de Los Baños, en Cuba, y fue parte del equipo técnico de varias películas que el mítico Roger Corman rodó para el sello Aries Cinematográfica en nuestro país, así como también en el film de Juan José Jusid Asesinato en el Senado de la Nación. “En la primera, The Deathstalker, un sword & sorcery al estilo Conan –digamos– Víctor Bo interpretaba a uno de los villanos. En un momento, el héroe le cortaba la cabeza, pero como había magia, el otro villano revivía su cuerpo decapitado y la lucha persistía durante casi un acto. El encargado de efectos especiales, John Carl Buechler -el de Reanimator, de Stuart Gordon-, descubrió que mi altura era exactamente igual a la de Víctor sin cabeza, así que durante toda la escena del duelo, el villano decapitado soy yo”, recordaba en una columna para Página/12 sobre esos días de Roger Corman en la Argentina.

Isabel Sarli, entre su hija, Isabelita y el director Diego Curubeto, en San Sebastián al presentar el documental
Isabel Sarli, entre su hija, Isabelita y el director Diego Curubeto, en San Sebastián al presentar el documental

Dirigió cortos y videoclips, fue guionista de la malograda La casa de Tourneur, dirigida por Jorge Caterbona pero, dentro de este campo, fundamentalmente su gran trabajo será por siempre Carne sobre carne, documental con el material que Isabel Sarli tenía almacenado en su casa y que permitió, entre otras cosas, reconstruir gracias a la labor de Octavio Fabiano y Fernando M. Peña las escenas censuradas de sus películas, como una pieza clave del metraje de Una mariposa en la noche que permitía saber que un tren que tomaba Isabel en la pampa argentina no la depositaba sin escalas en París.

Con Marcelo Zapata y Ricardo Salton condujo un ciclo para ATC, también realizó el programa Road Movie Soundtrack Show y produjo videoclips de Andrés Calamaro y Virus, dando cuenta de su otra pasión, la música. Había recibido en 2017 el diploma al mérito de los premios Konex en el rubro Comunicación y Periodismo. Da cuenta de su indeleble perfil la encuesta que respondió para La Maga sobre las cinco mejores películas de la historia del cine, que para él fueron El hombre sin brazos, Musashi Miyamoto, Siniestra obsesión, Narciso negro y Los ojos sin cara. En la conmoción de su partida, el recuerdo de colegas y cinéfilos se repite incesante en redes sociales, porque Diego Curubeto fue un ser real pero también fantástico, como el cine que tanto amó.